Connors stood just outside the firelight and watched them. They were heating their bayonets in the fire and torturing them to Mangas' feet and legs. After the chief had endured this torture several times, he raised up and "began to expostulate in a vigorous way by telling the centinels in Spanish that he was no child to be playing with. But his expostulations were cut short, for he had hardly begun his exclamation when both sentinels promptly brought down their minié muskets to bear on him and fired, nearly at the same time".
When Mangas fell back, the guards emptied their pistols into his body. A guard took his scalp, another cut off his head and boiled the flesh away so that he could sell the skull to a phrenologist in the East. They dumped the headless body in a ditch. The official military report stated that Mangas was killed while attempting scape.
Dee Brown, Bury my heart at Wounded Knee.
La semana pasada, en un descanso de mi viaje por las memorias casanovianas, estuve leyendo el magnífico libro de Dee Brown arriba citado, en el que se narra la destrucción de los indios de las praderas en el oeste americano durante el periodo que va de 1860 a 1890. Una destrucción aplicada con tanto rigor que casi puede ser calificada de genocidio, sino humano, si cultural, y en todo caso un vergüenza para los EEUU en particular y para toda la civilización occidental... porque no olvidemos que en el siglo XVI, nosotros, los habitantes de este estado que aún llamamos España, destruimos un buen número de culturas americanas, extinguimos bastantes pueblos y redujimos a los supervivientes a la servidumbre.
Sin embargo, dejando aparte esa triste constatación, lo primero que me vino a la cabeza es como la justificación de ese acto de barbarie cultural, se propagó a lo largo de todo el siglo XX hasta casi 1970, en forma de productos de la cultura popular, en los que el indio aparecía como bárbaro, salvaje y cruel, destinado por tanto, a ser sometido y civilizado por el hombre blanco o aniquilado si ofrecía resistencia e intentaba defenderse. Incluso, en los filmes en que este aspecto ideológico y racistas no era subrayado, el indio quedaba reducido a un elemento más del decorado, tan éxótico y pintoresco como los desiertos, las praderas o los relieves del Monumental Valley.
Quede claro, antes de que alguien replique, que no estoy haciendo un juicio de valor sobre la calidad de las películas. Cada tiempo tiene sus prejuicios y es muy difícil que un artista escape a ellos o que evite que se filtren en su obra, por muy avanzadas que sean sus ideas político/sociales. En westerns magníficos como Stagecoach, Rio Grande e incluso The Searchers, todos de Ford, el indio aprece como una fuerza natural, no muy distinta de los lobos o las tormentas, cuya único propósito es la eliminación del hombre blanco y de su estirpe, debiendo ser exterminado. Incluso en películas que observan al indio con mayor simpatía, como Fort Apache o She Wore a Yellow Ribbon, el indio bueno es aquel que se somete al hombre blanco y acepta ser confinado en la reserva (aunque hay que decir para su descargo que en ambas películas, la reacción violenta de los indios es debida a la estupidez del coronel blanco, en un caso, y la codicia del gobierno, en el otro).
Incluso en películas de a partir de 1950, que se muestran como abiertamente pro indias, como es el caso Apache, Cheyenne Autumn o Broken Arrow, el conflicto se muestra como producto de radicales de ambos bandos, sin que haya un claro culpable,resolviéndose en todos los casos el conflicto con la convivencia pacífica entre blancos e indios, los unos en su reserva, los otros en sus pueblos y granjas, bajo la protección de la caballería de los EEUU. Una visión parcial que llega a infectar una película más que notable como es Ulzana's raid, en sí casi un documental antropológico, donde el mito del indio bárbaro y salvaje sigue mostrando su fuerza.. no porque el indio no fuera violento y no buscara vengarse de manera bárbara, sino porque, como veremos, se nos oculta que se trata de una venganza y se nos hace pasar como rasgo cultural.
Por último, en esta revisión de productos de la cultura popular, no voy a entrar en el cine post 1960, ya que en una última muestra de colonialismo cultural, el indio de las praderas acabó convertido en una especie precursor del movimiento hippy, pacifista y en armonía con la naturaleza, cuando en realidad eran pueblos orgullosos de su cultura nativa, dispuestos a defenderla por medios violentos, si esto era necesario.
Por supuesto, la realidad es muy distinta de la que nos muestran las películas. Lo cierto, como muestra el libro de Dee, es que la expansión de los EEUU hacia el oeste, justificada con ideas racistas de superioridad del blanco sobre el indio y la doctrina del Manifest Destiny, fue uno de los mayores robos de la historia, en la que los indios fueron despojados de sus tierras, restringidos a reservas mínimas e incluso deportados a terrenos baldíos y malsanos, donde languidecieron hasta casi desaparecer. Una expropiación en la que los sucesivos tratados de paz, tras cada guerra india fueron quebrados siempre por las autoridades de los EEUU, a medida que en los terrenos reservados a perpetuidad se descubrían riquezas minerales o la presión migratoria obligaba a abrir nuevas tierras a los colonos.
Un proceso donde las guerras indias, la rebelión de los indígenas contra la intrusión del hombre blanco en sus tierras, muy raramente se resolvía en victoria, que apenas servía para retrasar la expulsión unos cuantos años, pero con mayor regularidad acababa en derrota total, acompañada por masacres a cargo de la caballería y el exterminio de las tribus indias que apenas contaban con unos pocos miles de individuos, frente al poder de todo un estado moderno, armado con artillería, rifles de repetición, y abastecido por ferrocarril, al que los indios sólo podían oponer sus caballos, sus arcos y flechas, y los pocas armas de fuego que habían conseguido comprar, hasta que se quedaban sin munición o simplemente se averiaban.
Un tiempo donde los mismos indios que habían recibido como amigos a los hombres blancos unas décadas antes, se rebelaban contra su creciente perfidia y les combatían abiertamente, simplemente porque más valía morir con las armas en la mano que languidecer como esclavos, y donde la crueldad creciente con la que los indios trataban a los blancos no era más que un reflejo y una copia que la que los blancos aplicaban contra ellos, al considerarlos como inferiores.
Porque si alguien queda que lo duda, hay que recordar que el cortar la cabellera fue algo que los indios aprendieron de los blancos y éstos, incluso las unidades de caballería, aplicaban con completa generosidad. Y si alguien sigue dudándolo, basta releer el fragmento que incluyo al principio de esta entrada, donde un jefe Apache, que había acudido en son de paz para negociar con el hombre blanco, es hecho prisionero, torturado y asesinado por sus captores, que luego se ensañan con su cadáver, como si fuera el de una alimaña.
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