miércoles, 21 de mayo de 2014

From The Vault (VI): Kacho Ohji (1999)

Siguiendo con este rescate de mis escritos en el agonizante foro de cine cinexilio, unido a la revisión de mis entradas sobre anime en este blog que voy reuniendo en página aparte,le ha llegado el turno a una serie a la que tengo especial cariño, ya que coincidió con aquel verano del 2000 en el que me aficione a esto del anime.

La serie, en sí, no tiene especial trascendencia, pero es un ejemplo de la versatilidad del anime a la hora de salirse de los límites que esa forma se ha impuesto a sí misma, para adentrarse en otros terrenos inesperados. Una excepción en su tiempo, hoy más aún.

Extraño también leerse en lo que uno escribió hace casi ya una década, testimonios innegables de alguien que para mí ya es un completo desconocido.

Kacho Ohji
1999, 13 Episodios


Por motivos demográficos y de mercado, el anime suele estar dirigido a los jóvenes. No es de extrañar, por tanto, que para conseguir la identificación de los espectadores, el margen de edad de los personajes no alcance los veinte y que el ambiente, así como los problemas, sean los habituales de la escuela secundaria.

En este panorama, la aparición de una serie como Kacho Ohji es similar a lo que supondría encontrar un mirlo blanco. En efecto, el personaje principal es un hombre de casi cuarenta años y la serie, en el fondo, constituye un análisis de la crisis de mediana edad que suele sufrirse por aquella poca. De este modo, el primer episodio describe la vida de un hombre, el Ohji que da nombre a la serie, casado y con un hijo, cansado de ambos estados, con un detalle y precisión que slo es posible apreciar por los que ya nos acercamos a esas edades. En ese primer episodio, le veremos despertarse ya agotado, derrotado incluso, marchar a una oficina donde le espera un trabajo rutinario y sin sentido, para volver, ya muy tarde, a un hogar donde su mujer se ha retirado a dormir... para volver a repetir ese mismo ciclo el da siguiente.



En medio de esta rutina, pequeños indicios nos hacen intuir el pasado del personaje, los sueños de juventud enterrados tanto por el tiempo como por las obligaciones de la vida, los recuerdos tan viejos que parecen ser algo que ha sucedido a otra persona y no al protagonista, puesto que éste ha cambiado hasta el extremo de no reconocerse a sí mismo. Es aquí donde entra la trama de ciencia ficciñon, encarnada en la figura de Layla Yuki, presentada como la oportunidad que permite a Ohji regenerarse y reconstruirse, volver a recuperar la esperanza, retornar a lo que era antes.

Si bien esta intrusión de la Ci-Fi, o mejor dicho, del elemento fantástico, puede parecer forzada, no lo es de ninguna manera. En condiciones normales, la gente no suele dar un vuelco a su vida, por el contrario, continúa adelante en su camino, esperando equivocadamente que el futuro sea distinto del presente, creyendo, no menos erróneamente, que controla el destino de sus vidas. Del páramo de indolencia y resignación en el Ohji estaba sumido solo poda sacarlo un golpetazo, algo tan irracional e inesperado, tan fuera de la realidad prosaica en la que él y nosotros vivimos, como la misión y oportunidad que se le ofrecen, encarnadas en la figura de la comandante Layla.

Otra serie mñas convencional hubiera utilizado la representaciñan del presente y lo cotidiano como una mera excusa para lanzar la trama de Ci-Fi, y saltar enseguida al mundo soñado, con mayores oportunidades de lucimiento fílmico. El camino elegido aquí es precisamente el contrario. La trama de Ci-Fi es la excusa, hasta el extremo de que Ohji no descubre lo que realmente ocurre hasta casi la mitad de la serie. Lo importante para la narración es el efecto que participar en esas misiones produce en Ohji, la inyección de optimismo y seguridad que suponen en su persona.

A medida que transcurren los episodios, le veremos tomarse interés por el trabajo, porque sabe que fuera de él le espera algo importante que da sentido a su vida. Del mismo modo, le veremos ocuparse de su hijo, acompañarle al parque y compartir, comentar y disfrutar con él las series que ve en la televisión. Incluso vuelve a darse de cuenta de la presencia de su mujer, le trae un regalo al volver del trabajo, la acompaña a buscar la casa que piensan comprarse, le hace el amor por las noches, tras mucho tiempo de vivir apartados el uno del otro.

Estos cambios no se producen por que sí, ni por la influencia del mundo externo al que le transporta Yuki. Se producen porque en ese mundo externo Ohji vuelve a tener la oportunidad de hacer lo que realmente le gusta. Antaño, "cuando ramos jóvenes y brillábamos como el sol", que dice la serie, Ohji haba sido el líder de una banda de Rock, una banda que pudo haber llegado a lo ms alto, pero que se quedó en nada. No porque fueran malos, sino porque la vida les separó y les condujo por otros caminos. Ahora, cuando ya no se lo esperaba, su música vuelve a ser importante, la gente, los habitantes de ese otro mundo le piden que la interprete y él puede dar lo mejor de sí mismo haciendo lo que más le gusta.

Como nota personal, tengo que señalar que nunca, en mi juventud, fui aficionado a la música moderna, entendida como rock y pop, así que toda esta historia poda haber pasado sin afectarme. Por el contrario, sí conozco los sentimientos de Ohji y reconozco también la razón de su búsqueda, por lo que toda la anécdota narrada resuena con fuerza en mi interior. Hay que anotar, por tanto, en el haber de la serie, que lo que es  particular, la vida de un empleado aburrido en el Japón de hoy, se transforme en algo casi universal, simplemente por poner el acento en los sentimientos y las acciones/reacciones que provoca en el protagonista... tan similares a los que otras personas puedan experimentar.

Dicho esto la serie, como tantas otras, podía haberse transformado en una serie escindida, donde ambos mundos, el real y el imaginario, no tuvieran puntos de contacto. Si esto no ocurre, es por el personaje de Layla Yuki, en su doble papel de comandante en el mundo fantástico, secretaria en el mundo real. Si la serie, como digo, no se hunde es porque la historia de Ohji se convierte también en la historia de Yuki, o más bien en la descripción de la más que amistad que se entabla entre ambos protagonistas. Ambos se aceptan como confidentes, y a lo largo de la serie será una constante verlos disfrutar de una bebida en un puesto callejero o conversar, ya de noche, a solas en el parque... lo que no deja de despertar extraños y turbadores recuerdos en mi persona.

Otro punto a resaltar, que constituye quizás el mejor elogio que se puede hacer a una serie de animación y a los animadores que la han creado, es el cuidado que se ha puesto en dar vida al personaje de Yuki, en el sentido que se ha intentado mostrar con su dibujo y sus expresiones los pensamientos y sentimientos que ella guarda en su interior. Pocas veces se ha conseguido una representación más ajustada de la personalidad de una mujer a finales de sus veinte, de una señora ya madura mentalmente pero que guarda aún mucha ilusión y energía en su interior. Basta con presenciar, en uno de esos momentos mágicos en los que la serie abunda, como su rostro pasa de no comprender lo que Ohji le está contando, a iluminarse repentinamente al descubrirlo... lo cual como espectadores, nos hace comprender y compartir el cario que Ohji le guarda.

No se limita tampoco la serie a mostrarnos la relación entre Yuki y Ohji. Hacia la mitad, cuando la trama poda haberse perdido en la rutina, se presenta al resto de antiguos componentes del grupo, lo cual "rejuvenece" en el sentido ms perverso del término la historia, puesto que como bien es sabido nada hay ms patético ni lamentable que un grupo de cuarentones simulando que se van de juerga... o intentando asumir las actitudes y ademanes propios de la adolescencia.

Sólo un par de defectos en la serie, pero para mí compensados ampliamente por el resto. El primero que al adoptar un tono cómico/humoróstico ciertos "chistes" son demasiado locales para ser traducidos, o nos parecen alejados e inclusos ridículos.... El otro ya lo expresé en un comentario anterior, la necesidad de tener que recurrir a tramas de Ci-Fi para narrar estas historias.

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