En mi revisión semanal de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar, ha llegado el turno de Lines Horizontal (Líneas Horizontales), dirigido el año 1962 por el animador de origen escocés Norman McLaren.
Escribir sobre McLaren es un ejercicio ocioso. Este animador es uno de los gigantes de la forma, sin discusión alguna, y durante su periodo al mando de la NFB - otra institución que ya he elogiado demasiado - de 1940 a finales de los setenta, fabricó una obra maestra tras otra. La fama y permanencia de McLaren no se sustenta únicamente en esa sería continuada de cortos magistrales, sino especialmente - esencialmente, podría decirse - en que este cineasta fue asímismo uno de los grandes experimentadores de la historia de la cinematografía. Un renovador, además, que consiguió conectar con un amplio público, consiguiendo que disfrutase y amase con obras de un formalismo sin apenas compromisos, que habrían bastado para aislar completa y definitivamente a otros creadores menos capaces.
Valdría la pena meditar largamente sobre esta paradoja - y sobre otras muchas -, pero el espacio de estas entradas es demasiado limitado. Basta con señalar que la técnica favorita de McLaren - a parte de sus incursiones en la stop-motion - es lo que se conoce en el mundo anglosajón como cameraless animation, o animación sin cámara. Como es sabido, el proceso de animación tradicional, hasta la llegada del ordenador, consistía en fotografíar dibujos dispuestos sobre una mesa, de cuya variación surgía la ilusión del movimiento. McLaren, junto con otros pioneros como Mary Ellen Butte y Len Lye, se atrevió a romper esta dependencia y comenzaron a dibujar directamente sobre el celuloide, de manera que la proyección posterior de esta película manipulada conseguía crear este movimiento.
Lo que estos pioneros descubrieron es que el hecho de renunciar a la cámara y trabajar directamente sobre el celuloide abría un campo de posibilidades insospechadas. "Pintar" podía incluir perforar el celuloide, rallarlo o esparcir pintura sobre su superficie, mientras que el hecho de trabajar sobre una cinta continua de película que abarcaba varios fotogramas, permitía unirlos en un sólo diseño continuo, que luego cobraría vida al ser proyectado. El resultado, por tanto, no era la animación tradicional figurativa y realista, conseguida por otros medios, sino la adopción de forma natural de los modos de la abstracción, que adquirirían así sin impedimento alguno el movimiento que buscaban infructuosamente sobre la superficie del lienzo.
Característico del estilo de McLaren es la unión de esos movimientos abstractos - líneas, puntos, formas, colores - con la música, de manera que esos patrones no sólo pareciesen danzar al ritmo de la música elegida, sino que se alcanzase una auténtica experiencia sinestética, mediante la que cualquier espectador pudiera ver la música y escuchar los colores. Es en esta superación de los límites impuestos, en su integración en una forma nueva e impensada, la que puede explicar el favor continuo de McLaren entre un público en principio no muy dispuesto a los experimentos artísticos, a lo que hay unir la continúa investigación estética de este animador, su esfuerzo por no dejarse encasillar, por evitar apoltronarse en los éxitos pasados. Así, cada uno de sus cortos es único, sin pares ni precedentes, una excepción rebosante de ideas, de manera que su obra se torna enciclopédica, compendio vibrante de lo que sería la producción de muchos otros animadores notables.
Lines Horizontal es una de su obra maestra, magnífica en su sencillez, inalcanzable en sus logros. A lo largo de cinco minutos una serie de líneas horizontales se irán moviendo sobre la pantalla, dividiéndose, geminándose, danzando acompasadas, enfrentándose y oponiéndose, creando ilusiones visuales que transforman la superficie plana del corto en sólidos que giran y se entremezclan. Al mismo tiempo, el color del fondo sobre el que se mueve varía casi imperceptiblemente, tiñendo nuestra apreciación sentimental con los valores tonales atribuidos a esos colores, de forma que la misma disposición de líneas y velocidades puede sentirse como agresiva o relajante, según el caso.
Ahora, para completar esta ristra de elogios, podría añadir la perfecta adecuación del ritmo al que bailan estas líneas con las etapas que atraviesa la música que la acompaña. pero sería perpetuar una ilusión pretendida por el mismo McLaren. Resulta que este corto hace pareja con otra de sus obras maestras llamada Lines Vertical (Lines Vertical) en el que el patrón de líneas utilizado es el mismo que en Lines Horizontal, sólo que vertical y acompañado por una música completamente distinta. McLaren da la vuelta así a nuestras expectativas, puesto que no es la imagen la que se subordina al sonido y lo ilustra, sino que es lo visto lo que se torna el material de partida, lo esencial, y puede recibir diferentes acompañamientos sonoros sin desvirtuarse.
No les entretengo más. Aquí les de dejo el corto, una de esas obras capitales en la historia de la animación. Disfrutenlo y si les gusta, busquen a su hermano, Lines Vertical
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