Como todos los domingos, ha llegado el momento de revisar un corto de la lista de 100 mejores, según la recopilar hace ya unos años el festival de Annecy. En esta ocasión y a punto de terminarla, le toca el turno a Hotel E, realizado en 1992 por el animador estonio Pritt Pärn.
Pärn es un de las figuras más interesantes de la penúltima generación de animadores de los países del este de Europa, los que se formaron en tiempos de los regímenes soviéticos, pero que desarrollaron su carrera tras la caída de las dictaduras comunistas. Unas personalidades artísticas obligadas a vivir entre dos mundos, lo cual dejó una marca más que visible en la obra de Pärn y en este Hotel E en partícular. Desde el punto de vista técnico Hotel E es una auténtico tour de force, demostrando bien a las claras la altura a la que llegaron las escuelas orientales, un instante antes de derrumbarse tras la conquista de la libertad y la desparición de las ayudas estatales que mantenían con vida una animación que, ante todo, no era comercial, para un público de masas, sino orientada a la propaganda y demostrar la ventaja que tenían en todos los ámbitos los regímenes soviéticos frente a las democracias capitalistas occidentales.
Hotel E es un corto post caída del comunismo, cuando Estonia, la patria de Pärn había recuperado la libertad que le fuera arrebatada en 1940. Aún así, como digo, las huellas de la escuela de animación soviética son más que visibles. En primer lugar el animador estonio demuestra su pericia utilizando cuatro técnicas bien distintas, el cut-out, la pintura sobre vidrio, el rotoscopiado y la animación tradicional, lo cual ya coloca a este corto fuera de los parámetros a los que estamos habituados. Por otra parte, la narración abandona toda pretensión de linearidad y claridad, como era también habitual en esta escuela y llena la pantalla de símbolos, refractarios a cualquier intento de explicación, y que se acercan al postulados del surrealismo más puro.
Un corto voluntariamente críptico, como era casi obligado debido a la censura estatal, pero al mismo tiempo esencialmente político, como también era corriente en esos tiempos. En este caso la dinámica y tensión de la narración se establecen entre lo que ocurre en la habitación del Hotel E y lo que sucede tras una puerta permanentemente cerrada, que separa dos mundos completamente opuestos e incompatibles. El Hotel E es, sencillamente, Europa, un espacio geográfico que a los ojos de la gente del este se mostraba como el paraíso, el ideal al que aspirar, al que huir, frente a la realidad opresiva y gris de los regímenes tardocomunista. En la plasmación de Pärn, sin embargo, la felicidad de esta Europa es falsa, y se ve reducida a la repetición interminable de unos gestos rituales que no son sino remedos sin vida de lo que la publicidad promete a cada instante, pero jamças otorga.
Esa vida de autómata, a pesar de su falsedad, es claramente preferible al horror que tiene lugar tras la puerta. Allí la vida es también una repetición incesante de ritos sin sentido ni recompensa, pero cuya única razón es el castigo inmisericorde que caerá sobre aquel que se atreva a quebrantarlos. Es precisamente el descubrimiento de ese espejismo de un mundo perfecto que aguarda tras la puerta el que motiva a uno de los condenados a escapar de su círculo del infierno, huida que sufrirá continuos avances y retrocesos, hasta que finalmente sea aceptado como uno de los privilegiados y como ellos, olvide el sufrimiento y las penalidades de los que no han tenido su suerte, casi como si la existencia del dolor de otros seres humanos fuera el requisito indispensable para tu propia felicidad... aunque en este caso el último giro final del corto viene a demostrar como ese estado de mentira y falsedad es imposible de mantener por mucho tiempo, conclusión que pone los pelos de punta, en este momento histórico que vivimos: el del derrumbamiento del European dream.
Como siempre, les dejo con el corto, déjense arrastrar por su torrente de símbolos en imágenes, y si encuentran otra interpretación distinta a la mía, seguro que la suya es más correcta.
Priit Pärn - Hotel E from Sigue Sigue Fabrique on Vimeo.
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