jueves, 25 de noviembre de 2010

Reading the Bible (y XIII)

Y vosotros los ricos, llorad a gritos por la desventuras que os van a sobrevenir.Vuestra riqueza está podrida; vuestros vestidos, consumidos por la polilla; vuestro oro y vuestra plata, comidos del orín, y el orín será testigo contra vosotros y roerá vuestra carne como fuego. Habéis atesorado para los últimos días. El jornal de los obreros que han segado vuestros campos, defraudado por vosotros, clama, y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del señor de los ejércitos. Habéis vivido en molicie sobre la tierra, entregados a los placeres y habéis cebado vuestros corazones para el día del degüello. Habéis condenado al justo, le habéis dado muerte sin que él os resistiera.

Carta de Santiago, 5, 1-6

Señalaba en la entrada anterior como Pablo, a pesar de su conversión, continuaba siendo un fariseo en toda regla, respetuoso con las autoridades constituidas y partidiario de mantener el orden social de su tiempo, aunque éste incluyese situaciones tan poco conformes con la doctrina de su maestro como es el caso de la esclavitud, lo cual le llevaba a piruetas intelectuales como sostener que a pesar de que la relación de servidumbre se mantuviese, amo y esclavo eran ahora iguales ante Cristo, con lo cual no había motivo de queja en este mundo.

Como es sabido, la influencia de Pablo ha sido determinante en la historia en la doctrina de la iglesia. Tanto que da la impresión de que lo que el opinaba es y era el auténtico camino, la auténtica verdad, la piedra de toque de cualquier duda futura. Sin embargo, y dejando a un lado los puntos en lo que sus opiniones difieren drásticamente de las que sostenía su maestro, al menos según los evangelios, cualquiera que se haya tomado el trabajo de leer las epistolas del nuevo testamento, sabe de la existencia de muchas otras voces discordantes, incluso completamente opuestas a la doctrina paulina.

Un ejemplo claro es el del fragmento que he citado al principio de esta entrada. Una rabiosa diatriba contra los ricos a los cuales se les niega toda esperanza de clemencia o salvación, ya que su bienestar se haya fundado sobre la explotación, la miseria y la desesperación de los pobres, ese robo original del cual se harían eco el marxismo y el anarquismo del siglo XIX, y que en otros pasajes, como en el Apocalipsis se une a un odio inextinguible contra el imperio romano, ladrón de pueblos y opresor del universo.

De hecho, debería sorprendernos más la actitud de Pablo, supuestamente la mayoritaria, que la de estas voces minoritarias y discordantes. Si recordamos los evangelios y los hechos de los apostoles, los discípulos y los seguidores de cristo no pertenecen a la élite acomodada y que pacta con los romanos para mantener su status. No, ellos en su mayoría son analfabetos, desheredados, trabajadores de los peores oficios, la hez de la tierra, todos aquellos que tenían motivos para odiar a sus opresores, tanto locales como extranjeros, y cuyo odio se deja traslucir aquí y allá en la biblia, con inusitada potencia, y que llega a plasmarse en soluciones politicas radicales, impensables para el cristianismo contemporáneo, especialmente el estadounidense, como es la comunidad absoluta de bienes entre los primeros fieles de Jerusalen.  Un radicalismo que desaparece con la misma velocidad que la nueva religión se extiende por el Imperio y las diferentes clases sociales, obligando a moderar y atenuar su mensaje para conseguir un mayor éxito.

Un estado de cosas, una tensión interna dentro del, entre ricos y pobres, entre patriotas y colaboradores, que acabaría estallando en la rebelión judía del 66 al 70, donde una supuesta rebelión contra el ocupante, acaba convirtiéndose en una auténtica guerra civil entre antiromanos y prorromanos, para, una vez eliminado estos últimos, convertirse en una lucha entre facciones extremistas por construir el auténtico estado deseado por el Señor, cada vez más débil y reducido ante una reacción romana cada vez más potente y despiadada.

2 comentarios:

Webmaster dijo...

No sabía que Pablo había sido tan combativo, todos los días se parende algo un placer leer este blog, saludos!!

David Flórez dijo...

Bueno, ya su "background" de fariseo perseguidor de cristianos nos debería dar alguna pista, y es que la gente puede dar un giro de 180 grados en sus creencias, pero es casi imposible que eso suceda en sus modos y maneras.

Como ejemplo, el hecho de que en sus epístolas Pablo se pasa buena parte del tiempo avisando a sus feligreses de que no hagan caso a otros predicadores cristianos, sino a él y a los que vayan en su nombre... como un comerciante que intenta evitar la competencia.