domingo, 8 de mayo de 2016

La lista de Beltesassar (CXXXI):Tyger (2006) Ghilherme Marcondes









Como todos los domingos, continúo mi con revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Tyger (Tigre),  corto realizado en 2006 por el animador brasileño Gilherme Marcondes.

Por mucho que uno presuma de su amor por la animación, ocurre con demasiada frecuencia que nos olvidamos de la animación procedente de otras regiones que las habituales. En la mente del aficionado figuran como potencias indiscutibles el eje EEUU-Canada, el occidente Europeo (Francia/Alemania/UK/Italia), el antiguo bloque del Este (Polonia, Chequia, Hungría, la antigua Yugoeslavia y los países de la extinta URSS), y por supuesto, Japón. Fuera de ahí, la nada, o mejor dicho, unas pocas excepciones que acentúan aún más, si cabe, el carácter de desierto animado que atribuimos a América Latina, África, Asia y Oceanía. 

El problema, como en el caso de la propia España, es que se ha establecido un círculo vicioso, donde la animación de esos países no se conoce, ni se produce, porque el publico prefiere otras formas, (des)preferencia que lleva a que no se invierta en animación. El resultado, por tanto, es que cada vez que se intenta lanzar, promover, financiar una industria de la animación en esos países, se hace necesario comenzar desde cero, instruir y entrenar a una generación de animadores, cuyas creaciones, inevitablemente, serán de menor calidad que las de otras tradiciones más asentadas. Queda así confirmado el prejuicio inicial y se reinicia el círculo vicioso de ausencia/desprecio.

Marcondes es uno de esos autores/excepciones procedentes de Brasil, donde la situación ha mejorado un tanto gracias a la fundación, hace ya más de 20 años del festival Anima Mundi, centrado precisamente en la promoción de la animación en América Latina. Por su parte, Tyger, el corto que nos ocupa esta semana es notable por dos rasgos principales. Primero, por su uso de diferentes técnicas que hasta no hace mucho se consideraban inmiscibles: la imagen real, las marionetas, la animación 2D y los CGI del ordenador. El segundo factor es, precisamente, el uso del ordenador, que ha permitido integrar estas cuatro técnicas de una forma suave y armoniosa, permitiendo transitar, metamorfosearse, de una a otra sin que se vean las junturas, sino como si todo fuera una única técnica nueva.

Esta capacidad e inclinación metamórfica no es nueva en la animación, ya saben que podría considerarse uno de sus invariantes desde su inicio. Sin embargo, lo que ha permitido el ordenador es precisamente que se haga con una naturalidad pasmosa, propia de una nueva técnica que por su misma novedad aún no ha recibido nombre específico, fuera del insatisfactorio apelativo de "mixta". Por otra parte, este modo de transformación sin límites ni fronteras, sin rupturas ni estridencias, conviene especialmente bien al tema del corto de Marcondes, que aborda el final de nuestra sociedad, de ese castillo de naipes que llamamos civilización.

Un estado de cosas que suponemos eterno, indestructible, único y preferible, pero que en esta ocasión se ve cuestionado por la aparición del espíritu de la naturaleza encarnado en el tigre que da nombre al corto. Tigre que se adentra por esa selva artificial que llamamos ciudad, descubriendo, por su mera aparición y presencia, que cultura y civilización son sólo barnices con los que cubrimos nuestra naturaleza salvaje, que sólo necesita un empujón, una mera excusa, para despojarse de sus disfraces y volver al estado originario que en realidad representa su auténtica esencia.

No les entretengo más. Como siempre les dejo aquí el corto. Que lo disfruten, y mediten en todas esas escuelas animadas que nunca llegaron a ser o que simplemente desconocen por estar siempre fijos en lo mismo. Un mismo que puede variar mucho según sea su nivel de conocimiento de la animación, pero que siempre deja fuera a los mismos.


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