El tesoro de la biblioteca de Autheil...
...es quizás la biografía soviética de Simone...
... con las fotos retocadas.
Era preciso dar trabajo...
....a esa sociedad...
...que en tiempos más críticos...
...sabía borrar un Trotski para añadir un Stalin.
Simone siempre tenía a su lado esta obra.
Le encantaba como el retocador...
...había sabido expresar el desdoblamiento de su personaje...
...en Sombra y Luz, dotando de expresiones diferentes...
... a la dama y a su reflejo.
Queda aún por historiar la metamorfosis de la izquierda europea en la década de los 80. A medida que la derecha reasumía su orgullo, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, y viraba a posiciones cada vez más neoliberales que han acabado por culminar en el desmontaje actual del estado del bienestar, la izquierda entraba en una crisis de identidad que le llevó a abandonar al principio sus posiciones más radicales y revolucionarias, para terminar dejando de ser izquierda y renunciar incluso a la socialdemocracia y al propio estado de bienestar. Unas conquistas del pasado, antaño orgullo y cumbre de la civilización europea, que ahora son tildadas como socialismo, es decir, como abominación de la abominación, por una derecha cada vez más vocal que necesita nuevos enemigos para justificarse a sí misma, tras la quiebra del comunismo.
Esta disolución ideológica afecto a todos los aspectos sociales, especialmente a los culturales, donde hasta los 80 la izquierda había gozado de completa hegemonía. Un ejemplo claro es del director italiano Bertolucci, quién durante los setenta había dirigido obra tras obra de claro combate ideológico, pero que de repente se dejó seducir por el misticismo oriental y el melodrama rancio apenas disfrazado, en una decadencia que se quiso disfrazar de reinvención, pero que no engañó a nadie. De este proceso de crisis y reconstrucción en un entorno político cambiado y desconocido no se libró nadie, ni siquiera los más grandes, ni siquiera Marker, de quien ya saben llevo varias semanas de revisión de su obra.
En los años ochenta la obra de Marker se va distanciando del cine comprometido que había sido característico suyo a finales de los sesenta y principios de los setenta. El punto de inflexión es Le Fond de l'air est rouge (El Fondo del aire es rojo, 1977) en la que se constata con amargura el suicidio de la izquierda en el periodo de tiempo que la precede y se apunta a la desaparición de la misma como motor de la historia europea. No obstante, el nacimiento de la nueva forma plena y madura de Marker solo sería claro con Sans Soleil (Sin Sol, 1982), en la que su compromiso político deriva en una compleja meditación sobre el paso del tiempo y la ambivalencia de las imágenes, cuyo desarrollo está gobernado por los mecanismos de la asociación libre, si es que ésta paradoja es aceptable.
Memories pour Simone (Memorias para Simone, 1986) es una obra de esa segunda (¿o es la tercera?) manera Markeriana. Bajo el pretexto de trazar una semblanza de esta actriz francesa, fallecida poco antes, Marker obtiene acceso a los archivos privados de la actriz y procede a rebuscar en ellos. Entiéndase bien, esos tales archivos privados son realmente el conjunto de libros, películas, cartas y recuerdos que la actriz había ido atesorando a lo largo de su vida y que habían quedado a su muerte sin orden ni concierto, sedimentados cada recuerdo allí donde habían sido depositados, mezclado con otros con los que podían tener relación estrecha o bien estar en completa contradicción.
Lo que hace Marker y distingue a esta biografía documental de cualquier otra es que él reproduce figuradamente en imágenes el proceso de ir extrayendo y examinando cada uno de estos materiales. Pero no tanto filmar como se realiza esa exploración de unos archivos personales, sino más bien remedar el encuentro inesperado con esos materiales desconocidos que bien pueden reforzarse, bien contradecirse entre sí. Un puzzle sin aparente hilazón lógica, ni secuencia temporal clara, pero del que poco a poco va surgiendo una imagen de la actriz mucho más humana, cercana y real, lejos de la hagiografía y de la descalificación. La de un amigo cuyo tiempo vital ha sido el mismo que el de ella, cuyos recuerdos se mezclan y superponen, cuyo transito a la vejez, hacia la nada, ha sido/será parejo.
La solitude du Chanteur du fond (1974) hace pareja con la película anterior, al ocuparse del esposo de Simone Signoret, Yves Montand. Por su fecha, pertenece a la década política de Marker y, en consonancia, realiza la crónica del concierto de Montand para solidarizarse con las víctimas del golpe de Pinochet contra el gobierno democrático de Allende. Sin embargo, en realidad pertenece más al periodo post-Sans Soleil, ya que lo que intenta ilustrar es como el concierto final, del que vemos algunos retazos, se va construyendo poco a poco, primero mano a mano entre él y su pianista habitual, Bob Castella, luego con la orquesta ya al completo.
El interés de Marker, por tanto, es reflejar el proceso creador de Montand sin interferir en él. Ese respeto le lleva a no incluir su habitual comentario personal en el documental, ni siquiera a puntuarlo su desarrollo en momentos muy precisos, permitiendo que sean las propias imágenes las que hablen por sí solas. Imágenes donde no se muestra sólo el aspecto artístico de Montand, sino donde se trasluce también su posicionamiento político, inseparable de su figura, especialmente en un tiempo como aquel pasado donde la izquierda todavía era revolucionaria y creía poder llevar a cabo la transformación completa e irrevocable de la sociedad.
He cantado "El himno de los partisanos"...
...y por primera vez, he tenido mucho miedo.
Ha sido por esa cosa horrorosa...
...que se ha producido en Chile.
En la sala, incluso la gente de opiniones contrarias...
...no han podido aceptar lo que ha ocurrido en Chile...
...de la manera en que ha ocurrido.
Sobre todo tras tres años de gobierno de Allende...
...cuando se sabe lo que ha ocurrido...
...cuando todo el mundo era libre de decir lo que quisiera.
No hubo una sola ejecución.
Al contrario, aquéllos que le atacaban estaban en libertad.
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