Como todos los domingos continúo mi con revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno a The Chubchubs , corto realizado en 2002 por el animador americano Eric Armstrong para Sony Entertainment .
Citar el nombre de la productora del corto en el párrafo introductorio no es un error mío. Normalmente no suelo hacerlo, excepto cuando se trata de instituciones claves en la historia de la animación, caso de la NFB, Soyuz Multifilms o Zagreb Studios, o cuando se trata de productoras comerciales que fueron capaces de crear un estilo común que imbuía a todas sus creaciones, caso de Aardman, Warner o la Fleischer. Si en esta ocasión lo he señalado no es por ninguna de esta razones, sino porque se trata de un claro corto de productora, realizado para ocupar un nicho cinematográfico que parece interesar al público y del que se pueden extraer beneficios.
Esta advertencia no quiere decir que el corto sea malo, pero si constituye un lastre que le impide llegar a ser una obra notable. El inconveniente de todo corto de productora, definido en estos términos, es que inevitablemente se utiliza la técnica de moda en ese tiempo, la 3D en nuestro caso, e invariablemente también se tiende a tirar de estereotipos narrativos y de guiños a la galería. En pocas palabras, se juega sobre seguro, se busca dar al público lo que espera y se evita cualquier atisbo de experimentación o excentricidad. El resultado, también cantado, es un corto atado a las modas del momento y cuyo interés es nulo una vez que sus referencias han dejado de ser actuales.
Ése y no otro es el problema de The Chubchubs. El corto puede ser muy divertido, que lo es, o utilizar a la perfección las posibilidades que la 3D y el ordenador ofrecían entonces, que también lo hace, pero esto no evita que todo en él suene a genérico, a archisabido, a repetido una y mil veces hasta la saciedad. De hecho, como tantos malos cortos, su historia no es más que un chiste alargado, que podría haberse ambientado sin casi variar elemento alguno en una ciudad transilvana, en un pueblo del oeste o en los barrios bajos de una ciudad oriental.
De esa misma manera, su desarrollo sigue todos los trucos del guion que se suelen aplicar a una historia de esas características: sueño imposible, fracaso social, peligro inminente, incredulidad ante el aviso, giro final del guión que cambia los términos del problema inicial y el destino del protagonista. Fuera de esa lista de elementos necesarios, nada. Nada que sea original o que pueda denotar una personalidad propia, sea en el director o en los animadores, esclavizados por la perfección absoluta y aséptica del ordenador. Nada que pueda molestar, confundir o desorientar al público, más que satisfecho por pagar por lo de siempre en los términos de siempre.
Dejémoslo aquí. Aunque creo tener razón, también estoy siendo injusto con el corto, su creadores y la gente que disfruta con él. Ninguno de esos grupos tiene la culpa, la tiene el modo en que se considera la animación en nuestro ámbito cultural, la manera infantil e infantilizadora en que se la fabrica en los estudios y se la prepara para la venta. Desgraciadamente, la realidad es como es y no veo forma de que se pueda cambiar, ni que yo pueda contribuir mucho a ello, especialmente desde un blog que apenas leen unas pocas decenas de personas.
En fin, como siempre les dejo aquí el corto. Disfrítenlo y que les alegre el domingo.
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