Como todos los domingos continúo mi con revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno a Poumse , corto realizado en 1990 por el animador americano Mikhail Aldashin.
Como sabrán ya, la animación de los países del este en el periodo comunista es central a la hora de entender la historia de la animación. Esta importancia, no obstante, no está libre de aspectos obscuros, cuando no sórdidos. Estos artistas tuvieron que trabajar bajo el yugo de un totalitarismo de izquierdas, para el que todo producto cultural debía ser, bien propaganda que afirmase la validez de la línea oficial del partido, bien ser de una intrascendencia que no la pusiese en cuestión, ni siquiera involuntariamente. Tales condiciones eran similares al Escila y Caribdis de la Odisea, un estrecho paso obligado en el que cualquier desviación suponía la catástrofe, bien por terminar convertido en sirviente fiel y obediente, bien por ser objeto de una represión que en muchos casos suponía el fin de su carrera artística... o el camino a un exilio lleno de incertidumbre.
El milagro fue que a pesar de todos estas trampas y obstáculos, estos artistas del bloque de bloque del este, como se les llamaba entonces, consiguieron crear unas obras de altísima calidad artística, que sirvieron de faro y guía a la animación occidental más avanzada, mientras que al mismo tiempo, aparentando la ortodoxia ideológica que se les marcaba, construían apasionados elogios a esa libertad política y creativa que se les negaba y prohibía. Esa esquizofrenia permanente, capaz de destruir a la personalidad más fuerte, se completaría más tarde con una paradoja casi igual de terrible: la mayoría de ellos, una vez llegada la libertad tras la caída de los sistemas soviéticos, verían paralizada su actividad creativa en unos sistemas neocom que no reconocían otro valor que el del rendimiento económico.
Mikhail Aldashin pertenece a esa generación a caballo entre el comunismo y postcomunismo. Gente formada, para lo bueno y para lo malo, al calor de la fecunda tradición animada oriental, que luego debieron sobrevivir en el frío desolado del mercado anónimo. Poumse, el corto que comentamos aquí, es su última obra bajo el sistema soviético, ya en tiempos de la Perestroika, pero aún bajo las cortapisas y las limitaciones de un estado que no se había dado cuenta - o no quería darse cuenta - de lo cercano de su muerte. De esta manera, el corto muestra la huella estética característica de la escuela de animación rusa, su confianza en el dibujo y en sus metamorfosis, para crear así obras de un acabado amable, pero que ocultan una desacostumbrada seriedad.
Como pueden imaginar, esa virtud en parte es producto de los métodos progandisticos de obligado uso entonces - y ahora - , que buscan situar al espectador en una posición de comodidad, para que baje sus defensas, de forma que el mensaje, sea político o comercial, penetre y actúe con mayor facilidad. Porque Poumse tiene mucho de panfleto de propaganda, de denuncia de un colonialismo que busca imponer sus productos sobre las culturas de otros países, haciéndolas aparecer caducas y anticuadas, para así asegurar su dominio sobre ellas, además de los correspondientes beneficios comerciales.
Un simbolismo claro y de actualidad, especialmente en un mundo como el de hoy donde el saqueo de los países subdesarrollados por parte del primer mundo sigue siendo una realidad evidente. Pero un simbolismo que también se obscurece en la segunda mitad del corto, cuando descubrimos que los saqueados son saqueadores a su vez, esta vez de un mundo natural que la especie humana ve como inmensa reserva inagotable puesta a su continua disposición, de donde obtener lo que se le antoje, cuando se le antoje y como se le antoje, sin pensar nunca en las consecuencias.
No les entretengo más. Como siempre, aquí les dejo el corto, obra tardía notable de una escuela de animación que iba a enfrentarse a su mayor crisis, cuando no su muerte, justo en el instante de recobrar su libertad.
2 comentarios:
Muy bueno tu blog. Seguirè pasando por acà.
Un saludo desde Bogotà, un sitio en los Andes a donde costò llegar a Don Gonzalo Jimènez hace un poco màs de medio milenio.
Compartì esta entrada a mis amigos con el tìtulo "el verdadero origen de la navidad".
Gracias por el apoyo. No obstante, no acabo de entender que tiene que ver esta entrada con el verdadero origen de la navidad.
Publicar un comentario