Dos Racimos de Uvas, Juan Fernández "El labrador" |
Por un lado, los precios del Museo del Prado empiezan a ser prohibitivos. Poner la entrada a quince Euros significa que ese tesoro cultural va a quedar reservado a los turistas y a la gente con posible. Puede parecer exagerado, pero no es así. En los años ochenta, cuando me aficioné a la pintura, el museo era gratis para los ciudadanos españoles, una ventaja que en verano, cuando me daban las vacaciones, me permitía ir todas las mañanas a disfrutar de sus tesoros. Gracias a esto pude formarme una educación pictórica básica, algo que sería imposible ahora mismo para cualquier joven de clase media baja, como era mi familia en aquel entonces.
Pero yendo a lo positivo, cuando he llegado esta mañana al Prado me he encontrado con que han abierto una exposición de las de grueso calibre: la dedicada a las obras de pequeño formato existentes en el museo,. Aparte de verme obligado a escribir varias entradas sobre ella en las semanas sucesivas, el tiempo que he tenido que dedicar a recorrerla y digerir su contenido, me ha robado el que tenía pensado originalmente por las otras dos. Así, en vez de examinarlas con cuidado, buscando el detalle que se me hubiera pasado en la primera visita o aprehendiendo definitivamente lo que ya había percibido como importante, apenas he podido realizar un repaso apresurado. Negligencia que ninguna de las dos se merece en absoluto, puesto que a pesar de sus dimensiones reducidas, cada una, en sí, también es de grueso calibre.
En mi opinión la más importante de las dos es la de Juan Fernández "El Labrador", al permitir que los aficionados de sumerjan en la obra de uno de los pintores más enigmáticos del siglo XVII. Muy resumidamente, "El Labrador" es un pintor del que sólo se tienen noticias en el breve periodo que va de 1630 a 1636. Con contactos con familias nobles - de las que sería criado - parece ser que viviía retirado en el campo, acercándose a la capital sólo en primavera, a vender sus pinturas, bodegones en su mayoría reproducción de racimos de obras. A pesar de su aislamiento y su breve carrera, ya en vida del pintor su obra fue conocida en el extranjero , lo que ha llevado a la paradoja de que gran parte de ella se halle en colecciones británicas.
Por supuesto, todo aficionado recordará la extraña acumulación de pintores de naturalezas muertas, como Sanchez Cotán o el mismo Zurbarán, de la pintora española del inicios del XVII.Esta coincidencia no más que otro aspecto que afecta a todo el barroco del XVII, el hecho de que los pintores de ese siglo van a utilizar los recursos de este estilo - claroscuro, ilusionismo, color - para llevar la pintura figurativa a su mayor perfección, de forma que se puede decir que los objetivos de la pintura ilusionista, tal y como se plantearon hacia 1400, se alcanzaron plenamente hacia 1650, obligando desde ese instante a que la pintura occidental buscara otros retos, otros derroteros.
Y es que, tras la verdad que ese pintor misteriosos y desconocido logra alcanzar en la representación de unas simples uvas, poco más queda ya por hacer.
Arcángel, Murillo |
Porque, en el caso de Murillo, lo mejor que podría pasarle es que se quemasen todas sus inmaculadas, para que así pudiéramos contemplar su obra con una mirada limpia y renovada.
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