En la revisión semanal de la lista de 100 mejores cortos animados, según la recopilara hace unos años el festival de Annecy, le ha llegado el turno a The Band Concert, realizado en 1935 por Wilfred Jackson dentro de la serie de cortos de Mickey Mouse producidos por la compañía de Walt Disney. Este corto, magistral por otra parte, resume a la perfección los problemas y contradicciones de la compañía del ratón. Por una parte, viene a demostrar una verdad que era incontestable ya en 1935 y que los largometrajes futuros no vendrían sino a confirmar: a esas alturas de las década de los 30, la Disney estaba por delante de sus competidores en lo que se refiere a calidad técnica.
Se pueden aducir muchas razones para este éxito de alguien que cinco años antes era un subordinado de la Universal que perdió los derechos de su primer personaje famoso, Oswald the Lucky Rabbit, pero entre las posibles causas las más importantes quizás sean, la participación directa de Disney en el proceso creativo, a pesar de que no era un buen animador, su capacidad para reunir a los mejores talentos del momento y permitirles desarrollar su potencial al máximo (aunque la historia no fuera tan bonita siempre, recordemos la agria huelga del 41 y la fuga de talentos a la UPA y otras productoras) y su capacidad para descubrir que lo que el público quería en ese instante es lo que luego se llamaría el estilo Disney, con todas sus connotaciones negativas, no siendo la menor el establecer su estilo como el único estilo posible.
La secuencia que antecede esta entrada es un gran ejemplo de esa excelencia técnica a la que me refería. Para reproducir el movimiento alocado de las manos del pato Donald (aún en su diseño primitivo) los animadores de Disney no optaron por una reproducción precisa y minuciosa fotograma a fotograma de los movimientos de una persona. Esto podría parecer lo mejor sobre el papel, pero como demostró la experiencia del Rotoscopio y del Motion Capture actual, lo único que consigue es que al rodarlo se pierda toda impresión de naturalidad y energía, a menos que el animador se tome grandes libertades con el material de partida. Como se puede ver en la secuencia, para que el movimiento de Donald resulte cómico y responda a la personalidad airada del personaje, la única forma posible es la de elongar sus brazos y añadir toda clase de elementos extra, líneas cinéticas, repeticiones, deformaciones, que al ser proyectados a 24 imágenes por segundo creen esa impresión de alguien que mueve las manos a toda velocidad.
No obstante este corto muestra también los problemas temáticos que la Disney estaba teniendo en ese instante. Su decisión de dar al público lo que quería, llevó a limar los aspectos más discordantes del personaje de Micke Mouse, que perdió su alma por completo (compárese con el Mickey Mouse de Iwerks o el de los comics) de forma que sus cortos empezaron a tener que ser poblados por otros personajes (Pluto, Goofy, Donald sobre todo) que aportasen el punto de conflicto y comicidad que la rectitud de Mickey era incapaz de invocar. Incluso empieza a notarse algo peor, la propia perfeccion técnica de la animación empieza a encorsetar su expresividad, impidiendo que el dibujo y la comicidad se salgan de las líneas prefijadas en el libro de estilo del estudio, provocando a la larga que los cortos de la Disney se vayan haciendo cada vez más rutinarios, de una comicidad forzada.
La situación llegaría a un punto de no retorno en 1937 cuando con el estreno de Blancanieves, Disney sólo se preocupase ya de los largos y dejase los cortos en manos de subordinados y secundarios, la producción de los años 40 en este formato de Disney es completamente prescindible, excepto toda la serie de Goofy que firmara Jack Kinney, cuya gran virtud es no parecer de la Disney... porque atrevamonos a decirlo, quizás esta decadencia del corto Disneyano fue la que dejo el campo abierto a la ascensión de la Warner y a su victoria póstuma en el campo de la animación.
Pero no quiero adelantar acontecimientos, les dejo con el corto, y si no se ríen con él, como digo los cortos Disney han envejecido muy mal, al menos admiren su perfección técnica, aún hoy muy pocos llegan a ese nivel, a pesar de tanto ordenador.
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