domingo, 11 de enero de 2015

La Lista de Beltesassar (LXXVI): Una vita in scatola (1967) Bruno Bozzetto













Como todos los domingos continúo mi con revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno a Una vita in Escatola (La vida en una lata), corto realizado en 1967 por el animador italiano Bruno Bozzetto.

Bozzetto, animador desgraciadamente semiolvidado, es una de las figuras más importantes de la animación europea tras la segunda guerra mundial. No sólo se las arregló para crear un auténtico estudio de animación, que producía largometrajes y cortos con periodicidad, sino que consiguió un amplio éxito popular, de manera que alguno de sus personajes, como el Señor Rossi, se convirtieron en auténticos iconos culturales, señas de identidad de varias generaciones.

No obstante, su "comercialidad", por llamarla de alguna manera, no supuso que Bozetto buscase la facilidad, el mínimo común denominador o se encerrase en una fórmula cuya repetición le consiguiese el éxito fácil. Si algo caracteriza a la obra de este animador es precisamente una continua búsqueda de nuevos caminos estético, añadida a un sano espíritu crítico que le llevaba a criticar y satirizar la sociedad de su tiempo, de forma que sus obras siempre acababan por ser incómodas y cáusticas. Unas características que, no necesito recordárselo, son más que necesarias en nuestro presente, como han venido a demostrar los acontecimientos recientes.

La obra maestra de Bozzeto es Allegro ma non troppo, en la que satirizaba las pretensiones de genio que se arrogaba Walt Disney en Phantasia, sin embargo, cualquier corto de su época de gloria, entre los sesenta y setenta, se halla a la misma altura que ese largometraje, como es el caso de Una Vita in Escatola. En este corto, el director italiano busca mostrar el absurdo de nuestra vida moderna, comprimiendo su recorrido, del nacimiento a la muerte, en seis minutos escasos.

Lo que queda tras este esfuerzo de aceleración es un recorrido vital que no pasa de ser una lista de acciones rutinarias. Hechos, hitos, etapas que consideramos cruciales e irrenunciables, como crecer, estudiar, enamorarse, ir al cine, casarse, trabajar, al final no son otra cosa que automatismos sociales, movimientos de una máquina que nos aprisiona y asfixia, sin dejarnos disfrutar, gozar de lo que realmente importa en este vida. Placeres que sólo se nos muestran muy de tarde en tarde, cada vez más espaciados, en ocasiones únicas e irrepetibles, de las cuales somos apartados y extraídos por esa misma maquinaria social, para la cual la detención es sabotaje, la disidencia, traición.

Bozzeto expresa este contraste no sólo con medios literarios, sino especialmente con medios visuales, ésos tan cercanos y habituales a las técnicas animadas, pero tan difíciles y extraños al cine de imagen real. Así, la vida cotidiana se muestra en tonalidades frías, grises y violetas, paisajes desolados en los que el protagonista, apenas una caricatura, es visto siempre desde lejos, como si fuera una hormiga, y se mueve entre edificios idénticos, apenas distinguidos y distinguibles por un rótulo que anuncia su función en ese instante. No obstante, la primacía de lo visual y la ausencia de la palabra, no implica que el corto sea mudo y sordo. No como ocurre con frecuencia en la animación, es característico de ella, el sonido, la música son actores centrales en la función, y no sólo van indicando lo que ocurre en esos edificios grises y opacos, como cárceles, sino que puntúan, subrayan y complementan lo que se ve en la pantalla.

Frente a esa vida convertida en condena, en continuo girar en círculos viciosos, se contraponen los momentos únicos a los que hacía referencia. Los que constituyen nuestra auténtica existencia, en los que realmente nos sentimos nosotros, completos, únicos, plenos de sentido, y que Bozzeto ilustra dotando de ojos, de vida, al monigote protagonista, al mismo tiempo que lo rodea de una vegetación lujuriosa, de auténtico paraíso, cuyo lujo, cuya sobrenaturalidad, se expresa en una explosión de color, de luz y calor, que arrasa el mundo anterior... hasta que ese se repone y reafirma su poder, haciendo añicos todos nuestros sueños. Condena a prisión perpetua de la que sólo existe una única y verdadera salida: nuestra muerte, tras la cual el paraíso recobrará el mundo, aunque nosotros ya no podamos disfrutarlo.

No les entretengo más. Aquí les dejo el corto. Obra maestra de un maestro de la animación


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