Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Spiralen (Espirales), realizado en 1926 por el artista abstracto Oskar Fischinger.
Subrayo lo anterior. Artista abstracto. Porque aunque Fischinger es más recordado - bueno, menos olvidado - por su papel decisivo en la historia de la animación, en realidad pertenece a otro ámbito estético. Su obra más famosa e influyente es animada, cierto, pero no al modo de un Disney o una Pixar, ni mucho menos conforme a esa concepción tan extendida que iguala a la animación con una niñera para infantes. Fischinger, por el contrario, es un pintor abstracto de segunda generación, de aquéllos que intentaron plasmar y apurar las enseñanzas de los descubridores - Mondrían, Kandinsky y tantos otros -, objetivo que en Fischinger le condujo a saltar al campo de la animación, única manera de conseguir el movimiento en la pintura, la música visual, que obsesionaba a Kandinsky.
Esto por un lado, porque ahora toca el turno a mis jeremiadas habituales, así que si lo prefieren ya pueden desconectar e ir a ver el corto. La cuestión es que estos artistas centrales en la historia de la animación - y por ende del arte del siglo XX - como Joseph Engel, los hermanos Withney, Harry Smith, Norman Belson o en tiempos más modernos, Barbel Neubauer, han devenido egregios desconocidos, creadores cuya obra es invisible. De algunos no hay ediciones en DVD o están agotadas desde hace largo tiempo, mientras que una búsqueda por la Internet apenas llega a mostrar unos pocos cortos secundarios o de calidad deleznable.
Parte de este estado de cosas se debe, paradójicamente, a los propios custodios de su legado. En el caso de Fischinger, por ejemplo, la CVM (Centre of Visual Music, radicado en Los Ángeles) ha realizado una persecución feroz de cualquier carga en Internet de la obra del alemán, de manera que ésta es casi imposible de encontrar, fuera de algunos nodos chinos de dudosa reputación. Sin embargo, no toda la culpa es atribuible a este afán hiperprotector, sono mucho peor es el desprecio crítico de los popes de la cinefilia en versión francesa, que considera estas formas del arte de vanguardia como menores, cuando no indignas. El daño que han realizado los críticos de Cahiers, como Sergue Daney en su famoso artículo Le Travelling de Kapo, - la animación es el enemigo, decía - es ya irreparable y puede explicar por qué cuando el CVM lanzo un kickstarter para restaurar la obra de Fischinger, apenas se llegó a recaudar un 40% del objetivo previsto: unos míseros 18.000$
Pero dejemos ya de lamentarnos y volvamos al corto. Se trata de una serie de experimentos visuales que Fischinger realizó a principios de su carrera. En ellos intentaba plasmar en celuloide una conjunto de ilusiones ópticas que fascinaban a la sociedad de aquel entonces y que eran, como pueden imaginar, objeto de atención en ferias ambulantes, como espectáculo maravilloso, nunca antes visto. Obviamente, lo que consiguió Fischinger de manera artesanal y con un esfuerzo ímprobo - la consecución de dos minutos de animación le llevó casi tres años - está ahora al alcance de cualquiera que tenga un ordenador y unas cuantas librerías de programación. Sin embargo, esa facilidad presente no debe hacer que olvidar que estos ciclos infinitos fueron creados a mano, con técnicas rudimentarias, sin que apenas queden defectos visibles. Sin contar que algunos de estos ciclos requieren trucos similares a los de un prestigitador, ya que la cámara, y con ella nosotros, cae o emerge de estas espirales, en un movimiento sin fin, sin que resulte fácil imaginar como se consiguieron estos efectos de manera analógica.
La importancia de estas Spiralen no se reduce a su caracter de experimento o de precursor. Extrañamente, y a pesar de la facilidad de reproducción actual, sumergirse en estos viajes sin fin tiene un efecto hipnótico, cercano a una experiencia de trance. Al menos en mi caso, podría pasarme horas observando estos ciclos, olvidado del mundo y de sus preocupaciones, como si me hallase al borde de alguna revelación transcendente, como si este mundo no fuera otra cosa que un sueño del que estuviese a punto de despertar. Aunque sepa que jamás habrá de ocurrir.
No les entretengo más. Como siempre, les dejo aquí el corto, aunque sea en forma de fragmento. Contémplenlo y mediten sobre los continentes y océanos desconocidos de su cinefilia
No hay comentarios:
Publicar un comentario