Como todos los domingos, continúo mi con revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Aeg Maha (Time out o Tiempo Muerto, como prefieran), corto realizado en 1984 por el animador estonio Priit Pärn.
Por si no lo saben, Pärn es uno de los grandes de la animación contemporánea. Su carrera se puede dividir en dos grandes frases, la anterior a la disolución de la URSS en 1991 y la posterior a esta fecha. Como pueden imaginar, en la primera el núcleo temático de su obra es la denuncia del totalitarismo del régimen soviético, mientras que en la segunda fase, ya en libertad, su atención se centra en los conflictos personales y sentimentales. Lo que no cambia entre ambas es que en tiempos soviéticos Pärn, como muchos creadores de los países del este que itentaban escapar a la censura , aprendió a disfrazar su reivindicaciones políticas bajo una capa de ambigüedad, simbolismo y aparente ligereza, un estilo que que continuó desarrollando en el nuevo mundo posterior a la tiranía... o al menos cuando le dejaban sus escasas fuentes de financiación.
Aeg Maha pertenece a esta primera etapa de rebeldía artística. La opresión del sistema viene insinuada por un reloj despertador que, implacable, marca las diferentes tareas que el protagonista debe realizar. Ninguna de ellas llega a buen término, sin embargo, puesto que el mundo del personaje está construido como uno de esos diabólicos problemas lógicos en que un elemento esencial siempre está ocupado en otras funciones y hay que encontrar el orden preciso en su utilización que impida llegar a un bloqueo. En esta caso la liberación no se consigue encontrando la solución al enigma, sino por la eliminación, en forma de la mano del propio animador, del elemento que impone el ritmo vital al protagonista, ese reloj despertador que le obsesiona y tiraniza.
Es entonces cuando el corto da un viraje inesperado y se libera, él mismo, de ser una mera ilustración de una idea ingeniosa. El time out al que se refiere el título no es otro que la entrada en un espacio donde las reglas de la lógica han sido abolidas, donde la imaginación puede reinar de forma absoluta, sin tener que rendir cuentas a nada ni a nadie. El corto se transforma así en una cadena de bromas visuales, de metamorfosis sin término, cada una un hallazgo en sí misma. Se trata asímismo de una suerte de liberación de esta forma de la cinematografía porque se convierte en una vuelta a sus esencias, a las características que realmente la distinguen del cine de personajes reales. Es decir, evitar buscar una copia fidedigna de la realidad y de los recursos estilísticos del cine, sino descubrir, y tener el valor de llevarlo a sus últimas consecuencias, que sobre el papel no hay limitaciones ni leyes, que todo puede transformarse en todo. Que lo absurdo nos parecerá natural y lo natural, absurdo.
Al final, el corto y el protagonista vuelven al mundo normal. El ciclo de la rutina arranca de nuevo, como si nada hubiera ocurrido, como si nada hubiera cambiado. No es así, sin embargo, porque en estos breves minutos hemos conocido otro mundo donde la libertad reina sin límites. Sabemos que es posible, que es posible alcanzarlo. Desde ese instante, ése sera nuestro único afán.
No les entretengo más. Como siempre, aquí les dejo el corto. Se trata de una obra mayor de un animador mayor. Si les gusta, piensen que aún llegaría a cimas mayores en su carrera. Búsquenlas.
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