miércoles, 17 de julio de 2013

Under the shadow of postmodernism (y III)

.. The gradual process whereby all things become increasingly Roman, whether the physical appearance of a town or villa or the name or status of an individual person, underlies the change, which itself consists of the developments of the Roman Empire from a collection of military commands to a territorial empire. The particular moments, however, which go to make up this process are themselves not so much part of a conscious process of imperial development as the by-products of a series of struggles for power between contenders for the imperial throne. What happened in the provinces, as seen with special clarity in the case of the Spanish provinces, is the r5esult of the Roman presence over a long period and the increasing interconnection of the periphery with the events at the centre. This complex not only provided the ocassions for the development as the occurred, but also shaped the results.

John S. Richarson, The Romans in Spain

Los que sigan este blog sabrán que me hallo leyendo en paralelo dos historias de España: la dirigida por John Lynch en el Reino Unido en la década de los 90 del siglo pasado y la coordinada por Josep Fontana/Ramón Villares en la primera década de éste. La primera impresión, también conocida por mis lectores, es lo sorprendente que resulta leer dos historias de España tan diferentes en su planteamiento inicial a pesar de estar separadas por apenas una década. Tan lejanas están que va a pasar un largo tiempo hasta que consiga pasar del tomo 2, ya comentado al 3 de la Fontana/Villares, ya que la de Lynch sigue un esquema tradicional, más o menos equitativo en el reparto de volúmenes, reservando 8 volúmenes a la España anterior a la de los reyes católicos, mientras que la Fontana/Villares apenas dedica dos.

Para personas educadas en el esquema tradicional, el aplicado por Lynch, la aproximación Fontana/Villares puede resultar un tanto confusa y desconcertante, pero hay que reconocer que no está falta de razón, ya que como sujeto histórico, la nación/estado Español sólo se constituye como tal en el periodo 1470-1560, por poner unos límites temporales aproximados. Por otra parte, además de esta diferencia tan llamativa, existen otras más sutiles. En cierta manera, podría decirse que la gran tarea/problema de la historiografía en este tiempo de tránsito entre siglos ha sido resolver/defenderse contra la inmensa enmienda a la totalidad que ha supuesto el postmodernismo, el cual como ya les he dicho muchas veces, en sus versiones más radicales no supone otra cosa que el abandono de la historia como disciplina científica y la renuncia a cualquier reconstrucción del pasado, que se supone imposible, dada la incertidumbre, distorsiones y falsedades inherentes a su contenido.



Por esta razón las historias antiguas escritas en el periodo de veinte años que media entre 1990 y 2010 suelen ser bastante insatisfactorias, independientemente del lado de la divisoria postmodernista a la que se coloquen, unas por mantener una fe en las fuentes, expresada en considerar una de ellas como segura y cierta, que ahora se nos antoja insostenible, las otras por construir una historia ahistórica en la que desaparece todo atisbo de narración, y la labor del historiador se reduce a deconstruir lo que se suponía fijo e inmutable. En este sentido el tomo 2 de la historia Lynch - The Romans in Spain, escrito por John S. Richardson, es una decepción más en la larga cadena de desencuentros en la recapitulación del pasado romano de los pueblos peninsulares, fallos achacables en un caso al propio historiador, en otro caso al material con que tiene trabajar.

El primer defecto viene ya anticipado por el propio título. No se trata una historia de la Hispania Romana, sino una historia de los romanos en España, es decir, se contempla la evolución de la península desde el punto de vista de la potencia romana y de su expansión. Esta aproximación lleva a una dependencia directa de las fuentes clásicas, que para bien o para mal constituyen el armazón sobre el que se narra la historia de la conquista y romanización de Iberia. El problema por supuesto, dejando a un lado la falibilidad e incompletitud de las fuentes clásicas, es que a los autores grecorromanos no les interesa relatar como los bárbaros se convirtieron en romanos, o mucho más interesante aún, desde nuestro punto de vista de sociedades herederas del Imperialismo decimonónico y la globalización del XX,  el cómo sus estructuras sociales tradicionales respondieron a la agresión imperial, sino que - para nuestra desesperación - cualquiera de esos historiadores acaba al final componiendo una larga loa a la gloria de las armas romanas, compuesta por innumerables victorias o derrotas salvadas por la previsión del lider.

Esta dependencia era una de las causas que el tomo homólogo de la historia Fontana/Villares resultase a su vez tan insatisfactorio e incompleto, hasta el extremo de verse convertido como ya dice, en un inmenso batiburrillo de nombres y alusiones, del que apenas podía sacarse algo en claro. Si realmente se quiere hacer una historia de como las comunidades prerromanas reaccionaron y combatieron a los invasores - además, por supuesto, de intentar dilucidar quienes eran, qué hablaban y que lazos culturales los unían, es necesario recurrir a la información arqueológica, lo cual en este caso exige un tipo de experto distinto del arqueólogo grecorrromano, más centrado  y especializado en las grandes urbes, los campamentos militares o las explotaciones rurales y mineras de carácter industrial.

No es que la arqueología no tenga graves defectos, el primero la multiplicidad de interpretaciones que admiten los restos que examina, pero el hecho de que se trabaje con restos materiales proporcionas un anclaje en la realidad del que están ausentes las fuentes escritas, tan dadas a la exageración y a la distorsión., ya sea por causas progandísticas o de ignorancia. Por otra parte, ese historia ya ha sido escrita - o al menos intentada - de manera que quien tenga curiosidad por indagar los procesos de acelaramiento social y aculturación que la presencia del ejército romano tuvo en Iberia, no tiene más que recurrir al libro los Celtíberos de Francisco Murillo Mozota o a Los Íberos de Antonio Ruiz o Manuel Molinos, por poner unos ejemplos de libros cercanos temporalmente a ambas historias.

Podría pensar que la situación mejorase una vez que Hispania en los últimos decenios del siglo I a.C. ya fue sólo romana. Sin embargo, en este caso el silencio de las fuentes se convierte en casi total, excepto para indicar el origen de algún emperador o bien para narrar las andanzas de algún pretendiente o usurpador. Esto lleva a la desagradable paradoja de que la historia de la Hispana Romana se confunde con la historia de los hispanos de origen romano en Roma (o el Imperio) mientras que fenómenos propiamente hispanos, como por ejemplo las incursiones de los mauros en la década de los 180 se vuelven completamente incompresible, al no indicarse -por ejemplo - qué era lo que estaba pasando fuera del ámbito peninsular para provocar esas incursiones. Carencias a las que hay añadir la tendencia a pensar en la época romana como un todo sin cambios - efecto de la información arqueológica - en la que fenónemos localizados en un lugar y un tiempo se extrapolan a todo el imperio y toda su historia.

Afortunadamente, este último defecto no se aplica a la obra que discutía, pero no evita que sea, como tantas otras, una nueva ocasión perdida de narrar con ojos nuevos lo que supuso la conquista romana en Hispania... y su fragilidad, puesto que en los siglos VIII al X, esa herencia desapareció casi por completo y la península pudo haber acabado integrada en el mundo musulmán definitivamente.

Lamentablemente, no creo que se escriba en un futuro próximo una historia completa y detallada de las relaciones entre Hispania e Iberia. Las causas serían muchas y diversas, entre ellas la falta de interés por esas épocas remotas, incluso por parte del nacionalismo centralista - son los visigodos sus antecesores, no los multiculturales romanos - o el desprecio ante todo lo que ocurra u ocurrió fuera de nuestro pequeño y limitado terruño.


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