domingo, 5 de mayo de 2013

The World at War: Experiences of War






Con este episodio llegamos al final de la serie. Hay uno más, el consabido making of, pero tiendo a evitar ese tipo de contenidos, ya que suelen ser estar cortados con el mismo patrón y relatar vaguedades. Por el contrario, este último episodio es más que interesante, ya que los creadores de la serie eligieron presentar algunas entrevistas en bruto, sin cortes y conservando incluso las preguntas del entrevistador. Se liberaban así  las entrevistas de todo comentario, contexto y distorsión, ya fueran los provocados por el material del episodio concreto en el que se insertaban o el simple hecho de tener que rastrillarlas para incluirlas en el siempre angosto espacio de una hora televisada, aunque estas fueran horas televisivas de los años 70, es decir de 55 minutos.

La primera de las entrevistas así presentadas es con Vannebar Bush, jefe del departamento ciéntifico que dirigió la investigación militar de los EEUU durante la guerra. Como puede imaginarse, en un conflicto altamente tecnificado, el papel de Bush era central, ya que de su trabajo dependía que los aliados obtuvieran armas y dispositivos que superaran los del enemigo. En ese sentido, Bush ofrece una visión completamente distinta del conflicto, ayudando a comprender porque los aliados consiguieron al final ganar la partida a las potencias del eje, cuyo esfuerzo ciéntifico fue siempre más de aficionados. Sin embargo, aún más importante que lo que cuenta es lo que se calla, ya que ante la pregunta directa de como se ganó la batalla del Atlántico, se embarca en una larga descripción de los medios antisubmarinos, silenciando la participación esencial de los equipos de criptografía de Bletchley Park que permitían leer las órdenes alemanas y adelantarse a las mismas.

Otra entrevista sorprendente, por ofrecer una visión distinta del conflicto a la habitual que nos presentan las películas y series, incluso las más contemporáneas, es la de Jack Rodríguez, soldado de los marines en la batalla de Okinawa. Más que sus reflexiones sobre el campo de batalla o la resistencia a ultranza del enemigo japonés, lo que impresiona de su testimonio es la descripción del tiempo que pasó en el hospital tras haber sido herido en la batalla. En esta descripción llama la atención que no recuerde cuando ni como fue herido y que gran parte de su estancia en el hospital consista en breves periodos de lucidez con largos segmentos de total inconsciencia, hasta que pasado un año entero, ya en 1946, vuelve a retomar cierta vida normal. Ese retorno al mundo de los vivos no supone su alta médica, sino que durante otro año más permanecerá en un centro para soldados con secuelas mentales - del cual Rodríguez no parece guardar buenos recuerdos -, del cual saldrá debido a la intervención de una familiar lejano que lo buscaba desde hacía tiempo.

Es aquí donde la historia da otro giro, ya que que la versión oficial de la guerra mundial en los EEUU, al menos la presentada por series como Bands of Brothers, siempre señala como se consiguió la plena integración de los soldados y como se convirtieron en miembros productivos de la sociedad por la que combatieron. En el caso de Rodríguez, descubrimos que parte de la razón de su larga estancia en ese "hospital" se debe a que su mujer lo había abandonado por otro hombre y no se había despreocupado por conseguir que le dieran el alta, con lo que da la impresión de que Rodríguez podría haber pasado un tiempo indefinido en esa institución, consignado como enfermo mental.

Las últimas dos entrevistas que les resumo aquí sirven también para ilustrar otros aspectos que se dejan de lado en las historias de la guerra. El general John Mayer explica con todo lujo de detalles como se organizó la caza aliada en 1944 para proteger a los bombarderos que atacaban los centros industriales aliados, mejor dicho, como se utilizaron las formaciones de bombarderos para atraer a la Luftwaffe y destruirla por completo. Su relato muestra como la guerra, más que un conjunto de hazañas bélicas tipo Rambo es en realidad organización y logística, sin la cual ninguna operación puede llegar a buen término, y como el tiempo, para organizar, para aprisionar, para preparar cual acción, es crucial en su desarrollo, de forma que un enemigo audaz puede utilizar esos intervalos para asestar el golpe definitivo.

Por último Hildegarde Wortmann narra sus experiencias como traductora en un campo de prisioneros ingleses, concretamente de aviadores. Fuera de algunos deslices, como una evasión de sesenta oficiales en la que no murió nadie, excepto alguno que se puso uniforme alemán, o su esperanza hasta el último instante de que Hitler diera una lección a los zafios americanos que habian invadido su pueblo, con los que, por cierto, no tiene empacho en colaborar; Wortmann muestra como en esas circunstancias, de contacto directo entre enemigos, se acaban formando unas relaciones de camaradería y amistad, que acaban por conseguir que ella considere a los aviadores aliados prisioneros como los suyos, acabando por reir con cierta complicidad ante los pequeños desafíos y desplantes con los que estos prisioneros expresan su rebeldía frente a sus captores.

Así, hemos llegado al final de la serie. El próximo domingo haré un pequeño resumen y nos adentraremos en otros proyectos.



2 comentarios:

Nonsei dijo...

Sobre la entrevista a Vannevar Bush, puede que su silencio sobre el descifrado de la Enigma se debiese más a que fue un logro británico que a su interés por mantener el secreto.
La entrevista se haría más o menos en la misma época la en que comenzaron a desclasificarse las informaciones sobre Bletchley Park, por cierto.

David Flórez dijo...

He estado comprobando fechas y las primeras revelaciones son de 1974, mientras que las entrevistas de The World at War, son anteriores al 73.

De todas formas, independientemente de que estuviera a punto o no, Bush tiene un aire de "yo sé algo que tú no sabes" que tira de espalda... aunque es cierto que había más gente en el ajo de lo que podemos pensar

Uno de mis tesoros bibliográficos es una historia de la segunda guerra mundial publicada por Penguin, donde el redactor de las secciones dedicadas a la guerra en Europa, comenta lo duro que le fue, como historiador, callar el secreto cuando escribió la primera edición de la obra y el alivio al contarlo todo en ediciones posteriores.