martes, 5 de abril de 2011

The Most Holy War (y IV)

War was not a general European, let alone global conflict.The dates 1618-1648 makes little sens as a frame for the history of countries outside Central Europe, nor can the Empire's war be fitted into a genera, global crisis. Other countries certainly experiences major upheavals. The Mughal emperor Shah Jahan retired grief-stricken at his wife's death, precipitating civil war between his sons across India in 1657-8. The last Han Chinese emperor hanged himself as the Manchurians overran China in 1644. Despite the presence  of some European traders,these events remained unconnected with those in the Spanish and Austrian Empires. Likewise, turmoil elsewhere was not indefinite or without results. The Mughal empire did not collapse, while the new Manchurian Qing dinasty asserted China's authority over Mongolia, Tibet and Turkestan. Upheaval in Japan after 1600 was followed by relative stability under the Togukawa shogunate and a prolonged period of international isolation from 1639 to 1858

Peter H. Wilson Europe's Tragedy


Todo aficionado a la historia, acaba fascinado por este conflicto que llamamos la guerra de los 30 años. Así me ocurrió a mí, siendo joven, y no era para menos, puesto que presenta todos y cada uno de los aspectos de los conflictos generales que asolarían Europa hasta 1945: conflicto localizado que se convierte progresivamente en general, involucrando a cada uno de los actores europeos y que acaba por destruirles, o dejarles gravemente tocados, también a ellos, fuera cual fuera su fortaleza de partida. Fortísima carga ideológica que lleva a la demonización del adversario y que provoca que sólo se pueda aceptar como final del conflicto la victoria absoluta, ya que cualquier concesión sería igual a una rendición sin condiciones, lo cual lleva a que el conflicto se alargue y se alargue hasta que ambos contendientes terminan tan agotados que la guerra acaba por extinguirse por si sola, en una conclusión que no satisface a nadie (o en el caso aparentemente contrario, en una victoria total que deja a los vencedores en un estado de postración absoluta).

Por ello, muchas veces se ha calificado a esta guerra de primera guerra mundial o, de forma más reducida, primera guerra europea, con lo que no es de extrañar que Wilson se haga esa misma pregunta al final de su libro, intentando averiguar cual fue la auténtica repercusión de ese conflicto en la historia universal.

Es cierto que el conflicto a partir de su segunda década, con la intervención declarada de España en apoyo de la dinastía Habsburgica austrica y la reanudación del conflicto hispano-holandés, toma visos de conflicto mundial, en el que las flotas de los países bajos atacan las posesiones portuguesa, aún en posesión de la corona española, en todos los rincones del mundo, de Brasil a Indonesia. En ese sentido, nos encontramos con un conflicto general europeo que por primera vez se proyecta al resto del mundo y que en cierta manera podría ser considerado como la primera guerra mundial.

Wilson, no obstante, y en eso debo coincidir con él, señala como el conflicto europeo afecto poco al resto del mundo, fuera de los imperios coloniales europeos en América, y la periferia de Asia y África. Los grandes estados de oriente, como el imperio Mongol, la dinastía Ming o el Shogunato Tokugawa, tenían su propia historia que puede considerarse casi independiente de la Europea, fuera de la curiosidad (o el rechazo) por esos bárbaros del oeste dotados de extrañas tecnológías, especialmente cañones y arcabuces. En ese sentido, la primera guerra mundial en sentido casi estricto sería la guerra de los siete años, donde el conflicto europeo tendría consecuencias notables para el destino del reino del mundo, especialmente los nativos de norteamérica y los reinos sucesores del Imperio Mongol en la India.

En donde no coincido con él, es en su rechazo a considerar la guerra de los treinta años como la primera guerra general Europea. Wilson argumenta que actores que en siglos posteriores serían principales en los conflictos europeos, como Inglaterra y Rusia, no participaron, y que en realidad la guerra podría descomponerse en varios conflictos paralelos, la que involucraría por un lado a Austria, los principes protestantes y los suecos, frenta a la librada por franceses, españoles y holandeses, a los que tendemos a considerar como un solo conflicto ya que su teatros de operaciones se superponían en la cuenca del Rin.

No obstante, la ausencia de Inglaterra se debió como es sabido, a que en la década de los 30, cuando se produce la expansión del conflicto fuera de las fronteras del imperio, este estado estaba envuelto en una cruenta guerra civil. Antes, la presencia de mercenarios y capitanes ingleses había sido habitual en el conflicto, aunque fuera como mercenarios, de manera que no sería de extrañar que Inglaterra, como Suecia o Francia, hubiera entrado en la guerra para defender el status quo e impedir un victoria total del bando opuesto a su objetivos. En el caso de Rusia, el imperio de los zares, acababa de surgir de un periodo de guerras civiles en las que había estado a punto de convertirse en una colonia polaca y no sería hasta tiempos de Pedro el Grande cuando volvería a participar en los asuntos europeos.

Por otra parte, la mayoría de las grandes guerras han consisitido en frentes más o menos independientes, unidos por que uno de los contendientes estaba presente en ellos. Es más, una guerra general a la que nadie le niega el título como fue la de sucesión Europea, afectó casi exclusivamente a la mitad suroccidental de europa, mientras que la mitad nororiental, Dinamarca, Suecia, Polonia y Rusia se enzarzaban en la Gran Guerra del Norte, que tendría un desarrollo y una conclusión completamente independiente de la otra gran guerra contemporánea, más conocida para nosotros.

En resumidas cuentas, me resulta difícil no considerar como primer gran conflicto general europeo a una guerra, como la de los treinta años, que comienza como un problema privado austriaco, se extiende luego al ámbito del imperio y en la década de los 30 acaba por involucrar a las grandes potencias de su tiempo, Dinamarca, Suecia, Francia, España y Holanda, quedando sólo fuera de ella, aquellos actores que tenían problemas propios como Inglaterra  y Rusia (y en parte el Imperio Otomano, para alivio de la corona austriaca).

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