jueves, 3 de agosto de 2006

Mr. Corrigan

Otro de esos invisibles conocidos de la Internet (se puede hablar mucho del cambio tecnológico, pero esto cada vez me recuerda más a las amistades epistolares de tiempos preteritos) me recomendo este cómic Jimmy Corrigan, The smartest kid in the earth, by F.C.Ware.

Primero lo más fácil, agradecerle la recomendación, puesto que me ha gustado bastante y lo tengo ya en reserva para la segunda lectura.

Ahora viene lo más difícil, contar algo de esa obra, porque siempre que me recomiendan algo y, sobre todo, me dicen que lo comente, me quedo con la impresión de que también quiere que señale algo en concreto... lo cual me impide pensar con libertad.

En fin, allá vamos.

Cierta animosidad actual contra la familia me parece exagerada, quizás porque nunca he tenido problemas personales con mis padres ni con mis hermanos, y quizás también ellos eran, cuando yo era niño y joven de ideas liberales in american sense (ya no lo son, desgraciadamente, pero todos, ellos y yo, somos ya demasiado viejos para que eso importe) y no intentaban forzar sobre mí una cierta moral, sino que me dejaban elegir, y quizás también porque su matrimonio fue largo y estable, a pesar de una época siendo yo niño que, bueno, por decirlo de forma simple, podíamos haber acabado en los papeles, lo cual quizás, en cierta medida, explique mi escepticismo y apartamiento de los sentimientos amorosos.

Pero como decía, frente a la animosidad frente a la familia, yo no soy capaz de compartir ese sentimiento, quizás por el tipo de familia al que pertenecía, distinta de aquella patriarcal en la que el hombre decidía y el resto obedecía sin rechistar (y quizás algún día hable de como el machismo y el patriarcado nos han esclavizado también a los hombres y como aún no nos hemos liberado completamente), o quizás también por los fuertes lazos que me unen a ellos, los recuerdos que guardo de su biografía y la conciencia de los mucho que les debo.

Ya he comentado en otro lugar de este blog como mi afición por la música y la pintura es algo heredado de mi abuelo a través de mi madre. No es sólo eso, es como, el los largos veranos que pasé con ellos, mis abuelos, en la casa del pueblo, su biografía pasó a ser la mía.

De como mi abuelo, nacido en un pueblo de la Mancha, conoció a mi abuela por causalidad, en el año que sus padres pasaron en aquél pueblo, tras lo cual ella, y sus hermanas, se marcharon a Madrid, y como él todos los fines de semana, cogía la bicicleta, sin marchas, y recorría los 200 kilómetros que le separaban de su amada, para pasar apenas una hora con ella...

...o como hizo la mili en Madrid en 1931, y asistió a la caída del rey y a la proclamación de la república, él, que como el 90 por ciento de los españoles, no sabía que era una república, ni qué era una democracia, ni que eran izquierdas o derechas, excepto que unos se quedaban con el producto del trabajo de otros...

...o como estalló la guerra, y los primeros días, en aquel pueblo de la mancha, se fusiló a los del otro bando, o como él se hizo de la CNT, porque había que ser de algo y pertenecer a algo en aquellos tiempos, o cómo por las noches los Savoia Marchetti italianos bombardeaban el pueblo, intentando alcanzar el nudo ferroviario cercano, pero como no veían nada, tiraban las bombas en cualquier lado, matando inocentes....

...o como le mandaron al frente y descubrió que la guerra eran piojos, miedo y muerte (la bala que oyes es la que no te ha matado, me decía, la que no oyes es la que te matará), o como mi abuela, sin noticias de él, se presentó en el frente, con el hijo, mi tío, que acababa de tener, y como los soldados la dieron de comer y la cedieron el mejor lugar junto al fuego, mientras iban a avisar a mi abuelo, y como su encuentro fue suspendido por el inicio de una ofensiva y como los aviones nacionales bombardearon el tren en que ella volvía...

...o como terminó la guerra, y mi abuelo pasó por los campos de prisioneros, hasta que vieron que no era más que otro desgraciado, y como pasó por madrid y se alojo en casa de mi tía, cuyo marido aún no había vuelto, y ella le lavó, le quitó los piojos, le cortó el pelo, y le dio ropa limpia, la primera en varios años...

...o como de vuelta ya en casa, en el pueblo de la mancha, se encontro que tenían que alojar a un oficial de las tropas vencedoras (los rojos tenían que pagar, ya se sabe) y como tenían que servir cualquiera de sus caprichos y reír todas sus bromas, incluso cuando cogía a mi tío y lo arrojaba al aire y fingía que no iba a poder atraparlo al vuelo...

Porque siempre pienso que lo único que nos queda a los pobres es la familia, que los ricos tienen su dinero, sus aduladores, su profesión, sus triunfos, que si caen podrán ponerse de nuevo en pie, pagando, pero que a nosotros, los que no tenemos nada, sólo queda un refugio, un apoyo.

Las personas que nos quieren.

¿Y a qué viene todo esto? Simplemente a la emoción que me produce esta historia de un hombre amputado de su pasado y, en cierta manera, amputado de sí mismo, sólo en el mundo, muerto en vida, de educación inacabada, ignorante de lo que ha sucedió a los suyos...

...con el agravante de que nosotros sí sabemos lo que pasó, y como, quizás, si su padre hubiera permanecido con él, si hubiera, gracias a ello, conocido a su abuelo, se habría convertido en un hombre de verdad....

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sabía que te iba a gustar. Gracias por comentarlo en tu weblog.

David Flórez dijo...

Ha sido un placer...

...aunque como siempre he acabado yéndome por las ramas...

Anónimo dijo...

Al contrario,... has acabado hablando de algo esencial a toda una manera de hacer cuentos o contar historias universales: la capacidad que tienen de poder identificarse con ellas.

Eso es posible porque, de alguna manera, consiguen hablar de temas y de situaciones realmente esenciales.

Me dejo de enrollar.

Un saludo David ;)