domingo, 7 de octubre de 2018

La lista de Beltesassar (CCXIX): Destiny (Destino, 1945/2003) Salvador Dali/Walt Disney






























Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Destiny (Destino), reconstrucción de 2003 de un proyecto Disney inacabado de 1946, en el que colaboraba el pintor surrealista Salvador Dali.

La dicha reconstrucción fue recibida con los mayores elogios, tanto en el mundo de la animación comercial como en los ambientes artísticos. De hecho, tras su breve paso por la pantalla, este corto se convirtió en una presencia habitual en las exposiciones dedicadas al surrealismo, bien en su acabado final, bien en sus bocetos preparatorios. Pues bien, tengo que confesarles que no comparto ese entusiasmo. Sí que me parece loable el intentar terminar lo que quedó en boceto, como experimento para comprobar su validez y permanencia, más aún viniendo de dos artistas centrales en el arte del siglo XX, cada uno en su campo, como fueron Dali y Disney. Sin embargo, me hubiera sentido más satisfecho si ese afán se hubiera trasladado también a otros productos malogrados, como la secuencia abstracta, planificada por Oskar Fischinger, que debía haber abierto Fantasía (1940). Pero claro, eso hubiera supuesto desvelar los aspectos más sórdidos y escabrosos de la productora del ratón, tan celosamente guardados. Muy lejos de su imagen de gran benefactor, filántropo y protector de la infancia.

En lo que respecta al corto, y sin haber estudiado los bocetos y el guion en el que le basa, les puedo decir que me deja bastante frío. Me parece un Dalí de todo a cien, donde se han pasado por la batidora disneyana todos sus tics de estilo, dejando fuera las sutiles - y no tan sutiles - relaciones que los ligaban. De hecho, parte de este quedarse a medias y no llegar a ninguna parte se debe a que Destiny pertenece a una periodo de transición en la obra de ambos artistas. Dalí había llegado a un punto muerto en su obra pictórica, que pronto perdería todo su interés, y se había embarcado en el aprovechamiento económico de la misma, deshaciéndose de los aspectos más subversivos, transgresores y contestatarios. Sólo más tarde, devendría el primer artista postmoderno, una figura cuya obra era performance continua, efímera y desligada de formatos físicos, prefigurando a Andy Warhol, pero ganándole en todos los aspectos, antes incluso de que éste se asomase a los medios artísticos.

Disney, por su parte, se hallaba inmerso en un proceso de dignificación de sus productos. Su deseo por ser una productora respetable, más allá de la creación de cortos cómicos con animales antropomorfos, le condujo a estrenar películas de prestigio como la citada Fantasía, con banda sonora clásica dirigida por Leopoldo Stokovski y la colaboración de artistas de vanguardia europeos, Fischinger entre ellos. También llevaría, en un episodio muy poco conocido, a producir un film animado de propaganda como Victory through Air Power (Victoria mediante la superioridad aerea, 1943), en el que se defendía la creación de un arma de bombardeo estratégico que sirviese para dejar fuera de combate la industria enemiga. Sin embargo, estos intentos no cuajarían, y a finales de los 40 Disney centraría su atención en un nuevo invento, la televisión, dejando un tanto de lado las producciones animadas. Distracción que, por cierto, permitiría que éstas alcanzasen nuevas alturas estéticas, absorbiendo las nuevas tendencias con que las que la UPA había revolucionado la animación americana.
Tenemos, por tanto, a dos artistas en periodo de transformación, que han comenzado a dejar atrás la manera que les había hecho famosos. Únase a ello que los mundos de Disney y Dali no pueden estar más lejanos y lo que se obtendrá es una incómoda amalgama, del mismo tipo que la secuencia onírica de Dalí en el Spellbound (Recuerda, 1946) de Hitchcock. Con el agravante de que si en Spellbound podemos disfrutar de la secuencia original, en Destiny tenemos una recreación moderna. Un filtro más, un aguado añadido, a lo que en origen ya era un tanto insulso. Incluso cursi.

No les entretengo más. Como siempre, les añado aquí el corto. Interesante, sí. Pero fallido en todos los aspectos. Por ser un Dalí diluido y un Disney pretencioso. Y por basar su atractivo moderno en los nombres famosos que ostenta.


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