Como todos los domingos continúo mi con revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno a Jefferson Circus Songs, corto realizado en 1973 por la animadora estadounidense Suzan Pitt.
Pitt es una de esas raras personalidades que ha conseguido desarrollar una larga carrera en la animación, y, para mayor dificultad, en la animación experimental. No es el único campo donde ha sobresalido, ya que su curriculum público abunda en exposiciones de pintura y montajes para ópera. Este carácter multidisciplinar, donde una única variante de las artes plásticas se revela insuficiente para plasmar por entero el mundo interno del artista, es común a otros animadores/artistas contemporáneos como William Kentridge, quienes crean formas mixtas en las que se yuxtaponen/contraponen diferentes modos y formas artísticos. Este carácter de obra híbrida, a medio camino entre diferentes manifestaciones artísticas y al mismo tiempo cruce de carreteras entre ellas, es bien evidente en Jefferson Circus Songs, corto que es principalmente una obra experimental de imagen real que ha sido pasada por la batidora de la pixilation.
Si siguen estas notas o son aficionados a la animación, sabran que la pixilation es una de las variantes de la animación fotograma a fotograma (la stop-motion de los ingleses), sólo que realizada con actores y escenarios de tamaño natural, en vez de con muñecos y maquetas. En su aplicación original, la pixilation sirve para crear imposibles visuales, al menos antes de la irrupción y consolidación del ordenador como herramienta básica de trabajo del animador. Con ella, se podía conseguir que un actor pareciese deslizarse por el suelo sin mover los pies, permaneciese flotando durante varios segundos en la pantalla tras dar un salto, o simulara manejar artilugios invisibles, como una bicicleta o un coche. La utilización que hace Pitt de esta técnica en Jefferson Circus Songs es muy distinta a la tradicional, puesto que ella no intenta alcanzar el más difícil todavía circense, sino conseguir un efecto de desasosiego e inquietud.
Esta descotideanización, se logra interrumpir el flujo natural de los fotogramas, eliminando algunos intermedios, de manera que la acción proyectada vaya a saltos, como motor a punto de calarse y pararse. Dicho así, puede parecer un recurso innecesario, pero en el contexto del corto y a medida que éste avanza, se transforma en necesidad irrenunciable en la representación de su tema narrativo. Mejor dicho, su ausencia de tema, puesto que el corto es una concatenación de las extrañas representaciones, entre ritual religioso, actuación teatral y mecanismo obsesivo de defensa, que tienen lugar en ese supuesto Jefferson Circus. Unos fenomenos a los que asistimos como espectadores, pero que, en la mejor tradición del teatro del absurdo, se nos revelan como esencialmente incompresibles e irracionales, aunque para sus participantes resulten normales y naturales.
En ese sentido, la introducción de la pixilation, a la que se añaden unos breves preludio y coda animados, sirven para subrayar la extrañeza de lo que estamos presenciando, alejado y apartado de nuestra experiencia cotidiana, pero al mismo tiempo, por unos instantes, dotado de perfecta y completa lógica, mayor incluso que la de nuestro mundo.
No les entretengo más. Les dejo aquí el corto para que lo juzguen, algo que esta vez no puede ser mayor verdad, ya que tiene que ser cada espectador quien decida si ese corto le parece válido o no. Sin ayudas ni guías.
La lástima es que no he podido encontrarlo en ediciones decentes, ni en proveedores de vídeo afamados. Disfrútenlo en el enlace que sigue con todas las precauciones necesarias.
http://www.tudou.com/programs/view/3sfc-Rh4Dm4c
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