This kind of rational husbandry, in Rappaport's opinion, was what awaited the scientists; it was in fact already being put into practice in our own case. He made this prediction in all seriousness. The wholesale dealer takes no interest in the inner life of the trained pig that runs about for the truffles; all that exists for him are the results of the pig's activity, and is no different between us and our authorities.
The rational husbandry of scientists admittedly has been hindered by relics of tradition, those unthinking sentiments that came out of the French Revolution, but there is reason to hope that this is a passing phase. Besides the well-equipped sties - that is to say, the shining laboratories - other installations shall be provided, to deliver us from any possible feeling of frustration. For example, a science worker might satisfy his instincts of aggression in a hall filled with mannequins of generals and other high officials specially designed for beating; or he could go to specific spots for release of sexual energy, etc. Availing himself appropriately of outlets here and there, the scientist-pig -explained Rappaport-can then, without further distraction, devote himself to the hunting of truffles, for the benefit of the rulers but to the undoing of humanity, as indeed the new stage in history will demand of him
Stanislaw Lem, La voz de su amo
Esta clase de crianza racional, en opinion de Rappaport, es lo que esperaba a los cientificos; de hecho, es lo que se estaba poniendo en práctica con nosotros. Esta predicción la había hecho completamente en serio. Un mayorista no se interesa por la vida interior del cerdo amaestrado que busca trufas; todo lo que le importa es el resultado de las acciones del cerdo, y no era distinto lo que ocurría entre nosotros y las autoridades.
Esta crianza racional de los científicos había sido obstaculizada por la supervivencia de la tradición, esos sentimientos irracionales que provenían de la revolución francesa, pero había motivos para esperar que era una fase pasajera. Además de porquerizas bien equipadas - es decir, de laboratorios a la última - otras instalaciones estarían a nuestra disposición, para librarnos de cualquier sentimiento de frustración. Por ejemplo, un trabajador científico podía satisfacer sus instintos agresivos en una sala repleta de maniquís de generales y altos funcionarios, específicamente desarrollados para ser golpeados, o podía ir a sitios determinados para liberar sus pulsiones sexuales, etc. Haciendo uso apropiadamente de estos rebosaderos de vez en cuando, el científico-cerdo -explicó Rappaport- podía, sin otras distracciones, entregarse a la búsqueda de trufas, para el bien de los gobernantes, pero para la desgracia de la humanidad, como era apropiado a lo que una nueva etapa histórica exigía de él.
Siguiendo con mi revisión de la obra de Stanislaw Lem, he llegado a La voz de su amo, que desgraciadamente he tenido que leer en versión inglesa. Ya sabrán de estas notas que Lem suele moverse literariamente en tierra de nadie, creando híbridos que no acaban de ser ciencia ficción pura, fantasía declarada o auténtico tratado filosófico. Esa característica suya no es un defecto, ya que no le lleva a quedarse a medias, sino que acaba constituyendo auténticas aleaciones, en los que estas maneras literarias dispares, incluso refractarias, dan lugar a algo nuevo e inesperado: la forma Lem por así decirlo.
La voz de su amo puede ser el caso extremo de esta alquimia de Lem. Se trata de una aparente novela de ciencia-ficcion que en realidad oculta un complejo - y contradictorio - ensayo filosófico. Esto ya ocurría - mejor dicho, ocurrirá - con Golem XIV, donde tres cuartas partes de la novela son un largo discurso que una mente superior a la humana dedica a sus creadores humanos, demostrando como estos últimos ya no están a su altura, por lo que toda comunicación posterior es un mero ejercicio inútil. El resultado es que estas novelas frontera de Lem aparecen desprovistas de toda acción, incluso de todo humor, excepto el más vitriólico y doloroso, quedando limitadas a largas divagaciones que en la pluma de Lem jamás alcanzan una conclusión... o al menos la que nos gustaría que alcanzasen.
Ese rasgo tan propio del autor polaco que puede repeler a muchos lectores, crecidos y acostumbrados al modo artístico presente donde la acción debe estar presente desde el primer minuto y, como decía Cecil B. de Mile, seguir en ascenso tras un terremoto. Por le contrario Lem prefiere perder el tiempo, digresir, encerrarse en su mundo interior, negarse a comunicarse, hablarnos claro, o quizás, como decía antes, hablarnos tan claro que no nos queda otra salida que taparnos los oídos para no escucharle.
Una manera que a mí, en particular, me fascina, como ya habrán notado.
Pero, a todo esto, ¿de qué trata La voz de su amo? Su tema es un lugar común en la ciencia-ficción y asímismo recurrente en la obra de Lem: el contacto entre la tierra y una civilización extraterrestre. En este caso, con un mensaje que parece enviado por una cultura muy superior a la nuestra y en cuyo desciframiento se embarcará un amplio conjunto de científicos de múltiples disciplinas, financiados por el gobierno - y el ejército - de los EEUU.
Con esta premisa, la novela parece una versión de otra más famosa - incluso con adaptación cinematográfica - escrita por Carl Sagan, y cuyo nombre es, obviamente, Contact. No obstante, la obra de Lem es anterior - es Sagan quien por tanto se inspiró en Lem -, lo que no evita que La voz de su amo acabe por parecer una sátira feroz y despiadada de la novela del científico americano. En pocas palabras, mientras que Sagan es esencialmente optimista, Lem es profundamente pesimista.
Así, mientras el americano cree en la ciencia como poder transformador y liberador de la humanidad, y, por tanto en un progreso que confluirá necesariamente en un mundo mejor, Lem sabe que la ciencia, como todas las creacciones humanas, está sometida a la cultura y a los poderes de un tiempo preciso y determinado, de manera que sus acciones acabarán por ser distorsionadas, por servir a otros propósitos muy distintos de los del conocimiento puro. Todo ello, además, con el consentimiento pleno de esos mismos científicos, como insinúa el fragmento que abre la entrada.
Lem va aún más allá. En Contact, acepta dos importantes supuestos a) el mensaje ha sido escrito especialmente para la humanidad, y b) es descifrable y tiene una intencionalidad clara. Como resultados de ambos, los seres humanos son capaces de construir un artefacto que les conecta con unos seres extrarrestres que tienen características divinas, en el sentido de ser benévolos, de buscar el bien de la humanidad. En La voz de su amo, por el contrario, el inmenso equipo ciéntifico que estudia el mensaje, a pesar del mucho tiempo dedicado, del mucho dinero invertido, será incapaz de descifrar su contenido, fuera de un par de resultados parciales que acabarán siendo tan crípticos como el mensaje original, sin apenas aportar nada, ni mucho menos resolverlo.
El problema principal del mensaje, descubierto a medida que avanza la novela, es que no se llega a determinar un doble quién. Quién y por qué escribió ese mensaje, y a quíen y para qué estaba dirigido. Lo único que llega a intuir la humanidad, o al menos el científico que protagoniza la novela, es que es mensaje no estaba dirigido a nosotros, en nuestro estado de desarrollo actual. Lem, en una sección de sátira vitriólica, nos hace ver que hemos dado con esa carta estelar por pura casualidad, ya que nadie había considerado un método así como factible, posible o racional. En realidad, podría ser que estuviéramos leyendo la correspondencia dedicada a otros, con el mísmo éxito con que una urraca puede descifrar un periódico abandonado en el parque.
Incluso peor. Porque ese mensaje parece haberse estado emitiendo en bucle, desde antes incluso de la aparición de la vida en la tierra, se tiene incluso la sospecha de que ese mensaje la indujo, paradójicamente. Resulta dudoso, por tanto, que esa civilización, si es que la hubo, en realidad, continúe aún existiendo,que no se esté presenciando un fenómeno natural del universo, transformado en racional por nuestra ignorancia. A esta tesis se opone otra realidad innegable, que el mensaje si parece contener los planos para contruir un artefacto, pero que esos planos están cifrados para que no puedan ser leído por cualquiero, sino sólo por aquellas civilizaciones que hayan superado un cierto nivel - ¿cuál? - de desarrollo, al cual no ha llegado aún la humanidad.
Así, esos aciertos parciales en el descifrado del mensaje llevan a callejones sin salida, unos caminos que apuntan hacia una intencionalidad clara y decidida, pero que alguien se ha ocupado de cegar para que no los alcancemos.
Simplemente porque no los merecemos.
The rational husbandry of scientists admittedly has been hindered by relics of tradition, those unthinking sentiments that came out of the French Revolution, but there is reason to hope that this is a passing phase. Besides the well-equipped sties - that is to say, the shining laboratories - other installations shall be provided, to deliver us from any possible feeling of frustration. For example, a science worker might satisfy his instincts of aggression in a hall filled with mannequins of generals and other high officials specially designed for beating; or he could go to specific spots for release of sexual energy, etc. Availing himself appropriately of outlets here and there, the scientist-pig -explained Rappaport-can then, without further distraction, devote himself to the hunting of truffles, for the benefit of the rulers but to the undoing of humanity, as indeed the new stage in history will demand of him
Stanislaw Lem, La voz de su amo
Esta clase de crianza racional, en opinion de Rappaport, es lo que esperaba a los cientificos; de hecho, es lo que se estaba poniendo en práctica con nosotros. Esta predicción la había hecho completamente en serio. Un mayorista no se interesa por la vida interior del cerdo amaestrado que busca trufas; todo lo que le importa es el resultado de las acciones del cerdo, y no era distinto lo que ocurría entre nosotros y las autoridades.
Esta crianza racional de los científicos había sido obstaculizada por la supervivencia de la tradición, esos sentimientos irracionales que provenían de la revolución francesa, pero había motivos para esperar que era una fase pasajera. Además de porquerizas bien equipadas - es decir, de laboratorios a la última - otras instalaciones estarían a nuestra disposición, para librarnos de cualquier sentimiento de frustración. Por ejemplo, un trabajador científico podía satisfacer sus instintos agresivos en una sala repleta de maniquís de generales y altos funcionarios, específicamente desarrollados para ser golpeados, o podía ir a sitios determinados para liberar sus pulsiones sexuales, etc. Haciendo uso apropiadamente de estos rebosaderos de vez en cuando, el científico-cerdo -explicó Rappaport- podía, sin otras distracciones, entregarse a la búsqueda de trufas, para el bien de los gobernantes, pero para la desgracia de la humanidad, como era apropiado a lo que una nueva etapa histórica exigía de él.
Siguiendo con mi revisión de la obra de Stanislaw Lem, he llegado a La voz de su amo, que desgraciadamente he tenido que leer en versión inglesa. Ya sabrán de estas notas que Lem suele moverse literariamente en tierra de nadie, creando híbridos que no acaban de ser ciencia ficción pura, fantasía declarada o auténtico tratado filosófico. Esa característica suya no es un defecto, ya que no le lleva a quedarse a medias, sino que acaba constituyendo auténticas aleaciones, en los que estas maneras literarias dispares, incluso refractarias, dan lugar a algo nuevo e inesperado: la forma Lem por así decirlo.
La voz de su amo puede ser el caso extremo de esta alquimia de Lem. Se trata de una aparente novela de ciencia-ficcion que en realidad oculta un complejo - y contradictorio - ensayo filosófico. Esto ya ocurría - mejor dicho, ocurrirá - con Golem XIV, donde tres cuartas partes de la novela son un largo discurso que una mente superior a la humana dedica a sus creadores humanos, demostrando como estos últimos ya no están a su altura, por lo que toda comunicación posterior es un mero ejercicio inútil. El resultado es que estas novelas frontera de Lem aparecen desprovistas de toda acción, incluso de todo humor, excepto el más vitriólico y doloroso, quedando limitadas a largas divagaciones que en la pluma de Lem jamás alcanzan una conclusión... o al menos la que nos gustaría que alcanzasen.
Ese rasgo tan propio del autor polaco que puede repeler a muchos lectores, crecidos y acostumbrados al modo artístico presente donde la acción debe estar presente desde el primer minuto y, como decía Cecil B. de Mile, seguir en ascenso tras un terremoto. Por le contrario Lem prefiere perder el tiempo, digresir, encerrarse en su mundo interior, negarse a comunicarse, hablarnos claro, o quizás, como decía antes, hablarnos tan claro que no nos queda otra salida que taparnos los oídos para no escucharle.
Una manera que a mí, en particular, me fascina, como ya habrán notado.
Pero, a todo esto, ¿de qué trata La voz de su amo? Su tema es un lugar común en la ciencia-ficción y asímismo recurrente en la obra de Lem: el contacto entre la tierra y una civilización extraterrestre. En este caso, con un mensaje que parece enviado por una cultura muy superior a la nuestra y en cuyo desciframiento se embarcará un amplio conjunto de científicos de múltiples disciplinas, financiados por el gobierno - y el ejército - de los EEUU.
Con esta premisa, la novela parece una versión de otra más famosa - incluso con adaptación cinematográfica - escrita por Carl Sagan, y cuyo nombre es, obviamente, Contact. No obstante, la obra de Lem es anterior - es Sagan quien por tanto se inspiró en Lem -, lo que no evita que La voz de su amo acabe por parecer una sátira feroz y despiadada de la novela del científico americano. En pocas palabras, mientras que Sagan es esencialmente optimista, Lem es profundamente pesimista.
Así, mientras el americano cree en la ciencia como poder transformador y liberador de la humanidad, y, por tanto en un progreso que confluirá necesariamente en un mundo mejor, Lem sabe que la ciencia, como todas las creacciones humanas, está sometida a la cultura y a los poderes de un tiempo preciso y determinado, de manera que sus acciones acabarán por ser distorsionadas, por servir a otros propósitos muy distintos de los del conocimiento puro. Todo ello, además, con el consentimiento pleno de esos mismos científicos, como insinúa el fragmento que abre la entrada.
Lem va aún más allá. En Contact, acepta dos importantes supuestos a) el mensaje ha sido escrito especialmente para la humanidad, y b) es descifrable y tiene una intencionalidad clara. Como resultados de ambos, los seres humanos son capaces de construir un artefacto que les conecta con unos seres extrarrestres que tienen características divinas, en el sentido de ser benévolos, de buscar el bien de la humanidad. En La voz de su amo, por el contrario, el inmenso equipo ciéntifico que estudia el mensaje, a pesar del mucho tiempo dedicado, del mucho dinero invertido, será incapaz de descifrar su contenido, fuera de un par de resultados parciales que acabarán siendo tan crípticos como el mensaje original, sin apenas aportar nada, ni mucho menos resolverlo.
El problema principal del mensaje, descubierto a medida que avanza la novela, es que no se llega a determinar un doble quién. Quién y por qué escribió ese mensaje, y a quíen y para qué estaba dirigido. Lo único que llega a intuir la humanidad, o al menos el científico que protagoniza la novela, es que es mensaje no estaba dirigido a nosotros, en nuestro estado de desarrollo actual. Lem, en una sección de sátira vitriólica, nos hace ver que hemos dado con esa carta estelar por pura casualidad, ya que nadie había considerado un método así como factible, posible o racional. En realidad, podría ser que estuviéramos leyendo la correspondencia dedicada a otros, con el mísmo éxito con que una urraca puede descifrar un periódico abandonado en el parque.
Incluso peor. Porque ese mensaje parece haberse estado emitiendo en bucle, desde antes incluso de la aparición de la vida en la tierra, se tiene incluso la sospecha de que ese mensaje la indujo, paradójicamente. Resulta dudoso, por tanto, que esa civilización, si es que la hubo, en realidad, continúe aún existiendo,que no se esté presenciando un fenómeno natural del universo, transformado en racional por nuestra ignorancia. A esta tesis se opone otra realidad innegable, que el mensaje si parece contener los planos para contruir un artefacto, pero que esos planos están cifrados para que no puedan ser leído por cualquiero, sino sólo por aquellas civilizaciones que hayan superado un cierto nivel - ¿cuál? - de desarrollo, al cual no ha llegado aún la humanidad.
Así, esos aciertos parciales en el descifrado del mensaje llevan a callejones sin salida, unos caminos que apuntan hacia una intencionalidad clara y decidida, pero que alguien se ha ocupado de cegar para que no los alcancemos.
Simplemente porque no los merecemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario