Como cada domingo, ha llegado el momento de revisar un corto animado de la lista recopilada por el festival de Annecy, y en este caso le ha llegado el turno a Entre deux seours, realizado en 1991 por Caroline Leaf para la NFB de Canada.
Para nadie que lea habitualmente estas entradas, debe serle ya desconocido el nombre de la NFB de Canada, del cual una y otra vez he comentado su cualidad de lugar mítico en la geografía de la animación, pero el de Caroline Leaf puede resultarles un poco más desconocido. Para refrescarles la memoria, les diré que en esta misma lista tuvimos la oportunidad de comentar otro de su cortos, concretamente en el número 10, con lo que al honor de contar con dos entradas, se une el de figurar en los primeros puestos.
En esa ocasión ya señale las características principales de su técnica, un modo que podría denominarse animación destructiva, en la cual el animador pinta sobre cristal la escena que quiere animar y, tras cada toma, la va modificando directamente sobre esa superficie, de manera que al final de la secuencia, no queda nada del diseño original y de las fase intermedias. Un método cuyo resultado final puede parecer un tanto burdo, al apreciarse los titubeos y errores del artista, pero que permite crear transformaciones imposibles con otros medios, al menos hasta la llegada del ordenador y la 3D.
En el corto que nos ocupa, Leaf utiliza esta técnica de una forma curiosamente sobria, limitando el dibujo a unas cuantas líneas que aparecen y desaparecen, a partir de las cuales el espectador debe intuir y adivinar el resto de la escena, y reduce al máximo su paleta, apenas, blanco sobre negro en las escenas de interior, como pueden ver en las capturas anteriores, o tierras sobre blanco en las escenas de exterior.
No obstante, lo que podría parecer un capricho estético, un tour de force para llevar la técnica a sus últimas consecuencias, que también lo es, se revela como especialmente permanente al tema tratado, a la historia que se nos va revelando pincelada a pincelada, con la misma sobriedad y restricciones que el propio dibujo. En efecto, en esta historia de hermanas refugiadas en un isla, encerradas en una casa donde puertas y persianas cierran el acceso a las miradas indiscretas, apenas entra la luz, siendo el punto de vista que adopta el animador el de la persona que vive aconstumbrada a la penumbra y que por tanto sólo puede aprecia contornos y formas intuidas, sacadas brevemente de la obscuridad
Este juego de luz y obscuridad, de lo visto y lo no visto, tan poco corriente en un como el cine, cuya esencia, no obstante, es la captura de la luz, se revela además especialmente pertinente en el contexto de la historia, el de dos personas que viven ocultas del mundo, y prefieren un encierro voluntario a la libertad de los espacios abiertos, de forma que cuando el mundo exterior llegue a su escondrijo, la irrupción de la luz sea tan potente y cegadora para el espectador como lo es para los personajes.
Un irrupción que servirá para desencadenar cambios que se suponen trascendentales, pero cuyas consecuencias ultimas se nos ocultan. al igual que permanece sumido en la obscuridad los acontecimientos que llevaron a estas dos mujeres al encierro, pero donde se vislumbra una sórdida historia de odio, humillación y dominación, en la que la culpa no fue del mundo exterior.
y como siempre, les dejo con el corto para que lo disfruten. háganlo porque merece la pena y aunque no entiendan el idioma, déjense arrastrar por las imágenes y saquen sus propias conclusiones.
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