domingo, 6 de febrero de 2011

100 AS (XLV): Dojoji (1976) Kawamoto Kihachiro


















Como cada domingo, ha llegado el momento de revisar uno de los cortos de la lista de mejores cortos animados recopilada por el festival de Annecy, y en esta ocasión, se trata de Dojoji, realizado en 1976 por el recientemente fallecido animador japones, Kawamoto Kihachiro (el apellido delante como es costumbre en oriente).

Pero antes, dos puntualizaciones.

La primera que la semana pasada se me olvidó señalar que el corto en cuestión, el hilarante The Cat Came Back, era una producción más de la NFB de Canada, ya saben esa organización guvernamental que se dedica a financiar artistas experimentales, en vez de exponerles a las variaciones y apetencias del mercado, para que al fin se ganen la pitanza de una manera honesta...estaba siendo irónico, por si no se han dado cuento ya que sin la NFB ahora mismo seríamos mucho más pobres culturalmente aunque pocos hayan sido los que se han enterado.

La segunda es que para la mayoría el nombre de Kawamoto Kihachiro no les dirá nada, a pesar de que se trata de uno de los animadores experimentales más importantes del país del sol naciente. Un olvido que muestra el horrible efecto apisonadora del anime comercial y la dejadez de que sus seguidores, yo el primero, a la hora de promocionar y proteger la animación.

Pero volviendo al corto, hay que decir que esta obra quizás sea la más japonesa, en el sentido occidental, de este animador, en cuya produccióm se puede observar esa esquizofrenia de la cultura del Japón, donde se pueden encontrar yuxtapuestos elementos occidentales junto a elementos orientales, la tradición junto a la modernidad, sin que se intente ninguna solución de continuidad o una convivencia de los mismos.

En este caso como digo, Kawamoto asume la tradición japonesa en todos sus sentidos. No es ya que la historia adaptada sea un cuento moral, la lucha de un joven puro por no sucumbir a la tentación encarnada en una joven enamorada, tema que en nuestro tiempo no sólo está ya pasado de moda, sino que puede parecer hasta repulsivo; lo realmente importante es que el estilo elegido mira voluntaria y decididamente al pasado. Así, el fondo donde se mueven los personajes es la típica perspectiva caballera de las pinturas orientales, con sus nubes a ras de tierra que sirven para centrar y separar las escenas. Por otra parte, la marionetas utilizadas en este corto de stop motion, se contagian del estilo del teatro no, fuertemente ritualizado y donde los actores aparecen cubiertos con máscaras, de forma que si uno de los mayores problemas de la animación de marionetes es precisamente la inexpresiviad de los muñecos, en este caso ésta se lleva al límite.

No es el único reto asumido por Kawamoto. Aparte de este minimalismo en la expresión, este animador ha elegido que su corto sea completamente mudo, y por tanto, aparte de unos escuetos intertítulos, la narración se deja a la partitura musical y a los ademanes de los muñecos, en una aparente misión imposible, pero que en manos del animador japonés se convierte en una victoria total.

Simplemente, porque a pesar de todos estos obstáculos e impedimentos, pocos cortos de animación han conseguido hacer visibles, mejor dicho, que el espectador lea los sentimientos de sus personajes con mayor claridad, como pueden observar en la captura. Kawamoto tiene una especial habilidad para descubrir el gesto único, ése que representa sin lugar a dudas cada estado de ánimo, para luego representarlo en toda su intensidad, ayudado por esa presentación mínima y espartana que impide que cualquier distracción pueda romper el efecto pretendido.

Y como siempre les dejo con el corto, para que lo disfruten. No dudo que lo harán, porque es una obra maestra.






Dojoji, Kihachiro KAWAMOTO, 1976
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