martes, 7 de septiembre de 2010

Apocalypse non Redux


Por si alguien no lo había notado, las capturas obviamente pertenecen a las escenas finales de Apocalypse Now, una de las grandes películas que Coppola rodó cuando aún era director de cine.

Lo anterior viene a cuento porque no soy precisamente fan del remontaje que apareció hace ya a unos años con el nombre de Apocalypse Now Redux. Por decirlo de una manera concisa, con la adición del nuevo material, el solito, consiguió convertir una obra maesta en una película notable. O por decirlo con mayor detalle, lo que en la versión del 79 era una pesadilla inducida por las drogas, en las que los protagonistas (junto el público) iban perdiendo poco a poco el contacto con la realidad en una bajada a los infiernos que un ritmo implacable tornaba en inexorable. De esta manera, la película de Coppola constituía en una vibrante meditación sobre la bestia que anida en el interior de todos los humanos y de la fascinación que provoca en todos nosotros. La pelicula, como digo, al final dejaba de hablar de Vietnam, para transformarse en una abstracción fuera de todo tiempo y lugar, una invectiva universal contra todas las guerras, su horror, y las excusas que nos inventamos para provocarlas, cuando al final es el placer animal que nos provoca la destrucción y la masacre, la única razón que nos lleva a librarlas.

Como puede esperarse, todo esto se perdía en el remontaje del 79. En vez de un viaje sin fin, sin destino y sin vuelta atrás por ese río donde nos esperaba Kurtz y nuestra auténtica naturaleza, la película se estructuraba en larguísimas escalas, que no aportaban mucho y que sólo servían para  destruir el efecto de acumulación alucinatoria que presidía la otra cinta. Peor aún, frente a la deslocalización y atemporalidad de la cinta anterior, esta película tenía lugar claramente en Vietnam en los años 60, mientras que el objetivo de su crítica era el gobierno estadounidense y su política asiática, transformando el horror hecho carne que era Kurtz y sus huestes, en una especie de rebeldes sin causa, destruyendo de un plumazo a uno de los símbolos de la cinematografía reciente, que nunca debió haber salido de las sombras.

Quizás soy demasiado pasional en mis jucios, quizás las nuevas generaciones, que no han crecido con la versión antigua, vean con mejores ojos a la nueva, quizás es que el impacto que produjo a mediados de los 80 en un pase en el que estaba casi sólo en el cine, me pide verla de otra manera menos radical.

Quizás, pero el caso es que después de tanto rollo, lo que yo quería decir no era esto. 

Lo que quería decir es que cada generación tiende a verse en la cumbre de la ola y busca en el pasado padres adoptivos, de los cuales datar su nacimiento. Así, durante mucho tiempo, se habló de que el cine había nacido con Griffith, para luego en los tiempos de victoria del clasicismo, ceder la preferencia a Welles y su Citizen Kane, concluyendo, en estos tiempos de transición, con retrasarlo a la Nouvelle Vague o los cineastas americanos de los 70, según se sea más comercial o más autoral.

No obstante, los directores americanos de los 70 no se diferencian mucho formalmente de sus homólogos de los 40, lo cual no es un elogio, estribando la mayor diferencia entre ambas décadas en la temática elegida, o mejor dicho, en la manera en que la desaparición de la censura en los 60 permitió mostrar lo inmostrado, sin tapujos, justificaciones ni reparos, en una dinámica que continúa aún hoy en día, de escándalos que dejan de serlo a los pocos años, cuando no meses.

Y de esto que digo, Apocalypse Now es una prueba magnífica, puesto que Coppola utiliza  multitud de recursos formales que en su tiempo ya estaban pasado de moda, pero que el sabe insuflar de nueva vida, como las magníficas superposiciones que abundan en toda la película, donde se nos insinúan relaciones, enigmas, corrientes subterráneas que de otra forma no podrían expresarse.

O como la secuencia de arriba, la calma antes de la tempestad definitiva, expresada por ese encadenamiento de planos casi estáticos, con iluminaciones esencialmente expresionistas.

2 comentarios:

Tomás dijo...

No hay banda sonora bloguera más estimulante que la suya. Poco que decir ya del film. Yo también prefiero la primera versión. Un saludo.

David Flórez dijo...

Muchas gracias por ambos elogios. La pena es que no entiendo casi de jazz, aparte de que me gusta lo que escucho acá y allá, y eso me impide atreverme a añadirlo...

Un saludo, igualmente