domingo, 21 de agosto de 2016

La lista de Beltesassar (CXLI): Peter and the Wolf (2006) Suzie Templeton























Como todos los domingos, continúo mi con revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Peter and Wolf (Pedro y el lobo), una adaptación de la obra homónima del músico ruso Serguéi Prokófiev realizada en 2006 por la animadora británica Suzie Templeton con la técnica de animación fotograma a fotograma.

De esta autora ya habíamos comentado su corto Dog, una obra más que obscura sobre la necesidad e inevitabilidad de la muerte de los seres queridos. Se trataba de uno de esos cortos que uno admira y aprecia, pero que no se quiere volver a ver hasta pasado un largo tiempo, debido a su aplastante pesimismo. Ese mismo sentimiento contagia y conforma Peter and the Wolf, pudiéndose  decir que constituye su peor defecto. No porque esté fuera de lugar, sino porque contradice la música de Prokofiev, destinada a un público infantil. Ligera y liviana, por tanto.

No es que no haya elementos serios, incluso obscuros, en la pieza de Prokofiev. La muerte de uno de los protagonistas, el pato, único amigo de Pedro, estaba ya allí en origen, pero Templeton acentúa esta negrura implícita en la pieza. El tiempo y el lugar donde se ambienta es claramente la Rusia postsoviética, cuyo fracaso socioeconómico imbuye toda la cinta de un ambiente de pobreza y derrota que por momentos llega a ser asfixiante. Todo lo que vemos es viejo, cochambroso, en diferentes etapas de decadencia, desmoronamiento y destrucción. Además, ése mundo se encuentra poblado de amenazas, tanto interiores como exteriores. Éstas últimas obligando a delimitar el mundo con barreras y murallas, las que impidan la entrada del lobo. Las primeras, encarnadas en la existencia de abusones que imponen su propia ley, la de la fuerza.

Este naturalismo narrativo casa mal con la música de Prokofiev, más cercana a la fantasía y a los cuentos de hadas... aunque todos sabemos lo crueles que pueden llegar a ser las versiones originales de los cuentos infantiles. Sin embargo, el giro de Templeton hacia las raíces de estas narraciones infantiles le da espacio para rozar el virtuosismo en su plasmación. La pobreza y abandono en que viven esas gentes es descrita con una perfección rayana en la obsesión, especialmente palpable en las ediciones en HD o cuando se proyecta en pantalla grande. Es entonces cuando podemos ver las muchas texturas de los muñecos protagonistas y del decorado, el cuidado y el trabajo puesto en reproducir el cabello despeinado de los protagonistas, las ropas raídas y casi andrajosas, el óxido en coches y paredes metálicas, lo ralo del plumaje del pato y la urraca. 

Un naturalismo a ultranza en la descripción que llega casi al hiperrealismo, pero que no obstante, evita convertir a los muñecos protagonistas en zombies que lleguen a repelernos. Templeton tiene muy en cuenta las lecciones de la escuela checa de animación, que se pueden resumir en la necesidad de evitar que las marionetas sobreactúen, y en que la expresividad máxima puede alcanzarse reduciendo al mínimo la gesticulación y las expresiones faciales. Cada personaje, salvo momentos muy determinados, queda así congelado en una inexpresividad que deja traslucir, paradójicamente, los más pequeños movimientos anímicos.

Es así, mediante esa contención, junto a la renuncia a la palabra hablada por completo, que la lección final del corto alcanza una intensidad que no se podía haber conseguido con otros medios. En esa conclusión, Templeton se separa radicalmente de la historia de Prokofiev, ya que Pedro acaba por ver en el lobo a su igual. Alguien que como él, ansía la libertad y no puede vivir si se le arrebata. No queda otra solución que restituírsela, a pesar de las malas acciones que pudiera haber cometido.

No les entretengo más. Como siempre les dejo aquí el corto. Es una obra notable que no llega a ser maestra por el conflicto evidente con la música de Prokofiev.  Lástima que no he localizado en la Internet una versión que le haga justicia. Intenten disfrutarla aún así


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