domingo, 16 de noviembre de 2014

La lista de Beltesassar (LXVIII). Illusion (1975) Frédéric Back






























Como todos los domingos continúo mi con revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno a Illusion, corto realizado en 1975 por el animador canadiense Frédéric Back.

Si son aficionados a la animación el nombre de Back debería serles más que conocido. Se trata de uno de los grandes maestros de esta forma, quien en su paso por la NFB del Canada realizó obra maestra tan obra maestra. Su estilo visual es inconfundible y se basa en subrayar el aspecto de dibujado y pintado propio del dibujo animado tradicional. Sus cortos se convierten así en auténticas pinturas al pastel o a la acuarela, que repentinamente cobran vida, utilizando como base en esa translación de lo estático al movimiento, las propias idiosincrasias de ambas técnica pictóricas, es decir, los trazos dejados por el pincel, el lapiz o la cera sobre el soporte.

Tan personal como este uso de las técnicas animadas es su posicionamiento ideológico, de un claro ecologismo que en ocasiones, como ocurre con Illusion, puede parecer forzado o exagerado, al trazar un contraste demasiado marcado, demasiado blanco y negro, irreconciliable, entre el mundo tecnificado y el mundo tradicional, el primero condensado de todos los males, el segundo receptáculo de todas las virtudes. Sin embargo, este defecto ideológico queda atenuado en el resultado final, ya que los dardos de Back son más que certeros. En la transición obligada entre mundo moderno y mundo natural, hemos destruido sin miramientos el patrimonio natural del mundo, para construir en su lugar un paraiso artificial que es en realidad una cárcel. Consentida, tolerada y deseada, pero cárcel, en definitiva.

En Illusion, corto destinado a una infancia que ya empieza a no recordar como era el mundo natural en el que crecieron sus antecesores, Back pone de manifiesto como muchas de las conquistas de las que tanto nos ufanamos, nuestros edificios de viviendas, nuestras redes de carreteras, nuestra calefacción e iluminación artificial, no son sino cantos de sirena. Tentadores y seductores engaños con los que nos obliga a trabajar durante largas horas en tareas monótonas que sólo nos empobrecen y idiotizan, para obtener como única recompensa y compensación un ocio no menos industrializado y masivo, igual de alienante e irrelevante.

En ese mundo nuevo, ese Brave New World, sólo unos pocos salen ganando, precisamente aquellos que crearon los relucientes reclamos, los cebos con los que nos dejamos engañar, aquellos cuya riqueza se basa en nuestro sufrimiento y que si nos atreviésemos a rebelarnos, no dudarían en utilizar la fuerza bruta, todo el poder bélico y represivo de una sociedad ultratecnificada, quitada ya la careta de amabilidad, para devolver las cosas a su justo sitio, el que ellos han decidido para todos nosotros.

Y sin embargo, no queda otro remedio, otro camino, que la rebelión, aunque está sea muda y pasiva, puesto que sin nuestro consentimiento, diario y expreso, todo su edificio, todas sus defensas, todas sus seguridades, se hundirían en apenas unos instantes.

Como siempre, no les entretengo más. Les dejo aquí el corto para que lo disfruten. Obra maestra de uno de los grandes maestros de la animación, cuya pensamiento continúa siendo relevante.


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