En mi revisión semanal de las compilaciones de cortos de animación realizadas por el misterioso profesor Beltesassar, ha llegado el turno a Flatlife, realizado en el año 2004 por el director belga Jonas Geirnaert.
Flatlife fue el corto de graduación de Geirnaert y se diferencia bastante de su producción posterior - y anterior -, a caballo entre la animación y los shows televisivos, además de contar con una fuerte carga política social, especialmente crítica, casi subversiva, que sólo se ha podido mantener en los ambientes protegidos de las televisiones públicas y gracias al éxito de audiencia que esas posturas suelen acarrear.
Flatlife, por el contrario, es un ejercicio de estilo, como ocurre con muchos de estos cortos de graduación - para otra ocasión queda el hablar de la graduacionitis a la que parece reducirse la animación europea que pretende ser independiente y vanguardista -. Lo que este corto propone es una demostración visual de como la animación es capaz de adentrarse en terrenos imposibles para la imagen real o que resultarían ridículos y forzados: en este caso, la conjunción simultánea de los sucesos que ocurren en cuatro pisos adyacentes y como se influyen los unos a los otros con resultados habitualmente cómicos.
No es la primera vez que esto se intenta en animación. De hecho, la perfección de esa manera fue alcanzada con los cortos Tango y Nowa Ksiazka (Un libro nuevo) del animador polaco Zbigniew Rybczynski, en los que un número de acciones simultaneas tenían lugar bien en la misma habitación o en una pantalla dividida en nueve partes. En el caso de Tango, lo asombroso de esta técnica era como esas acciones que no habían tenido lugar al mismo tiempo, pero que la técnica de la animación permitía ver superpuestas, no se molestaban las unas a las otras, hasta asemejar una danza perfectamente coreografiada, el tango al que hacía referencia el título. Por el contrario, en el caso de Nowa Ksiazka, las cámaras apuntaban siempre a un punto fijo de la ciudad en la que transcurría el corto, ante cuyos objetivos cruzaban de vez en cuando los nueve protagonistas de la acción, visiones fragmentadas y fugaces con las que el espectador debía reconstruir las diferentes historias y sus relaciones.
Esos dos cortos planteaban un reto casi insuperable para cualquier espectador, pues la avalancha de información acababa por abrumar su atención, hasta desconectarlo por completo. Flatflife es simplemente una revisión amable y mucho más asequible de la técnica perfeccionada por Rybczynski, la cual ha sido copiada hasta la saciedad en la publicidad y el video musical - sin señalar las fuentes obviamente - , hasta casi convertirse en un tópico, algo que se mira con condescendencia... hasta que se descubre la obra del maestro, claro está.
Puedo haber sonado demasiado duro, es cierto, pero siempre es necesario poner las cosas en su contexto. Ahora bien, si nos olvidamos del maestro polaco, así como de su rigor y altura estética, lo cierto es que Flatlife es un corto interesante, que se las arregla bastante bien para superar el reto que supone esa simultaneidad narrativa. La trampa - o la concesión - es no abrumar al espectador con demasiada información, evitando reclamar su atención desde puntos alejados de la pantalla, al mismo tiempo que se incluyen las dosis suficientes de chistes visuales que le mantengan entretenido, pero sin llegar a desmelenarse por completo. Esa contención es, curiosamente, otro de los logros del corto, ya que su ritmo pausado. sin prisas ni subrayados, conviene muy bien a lo que en el fondo no es otra cosa que la descripción de la vida gris en la que todo habitante de la ciudad se ve obligado a consumir su existencia.
Como siempre, no les entretengo más. Disfruten el corto, recuerden cuales son sus modelos - las auténticas obras maestras - y no lo vean más que como un entretenimiento, muy bien cocinado, eso sí.
Flatlife - Jonas Geirnaert (2004) por ravenbio
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