Tras el paréntesis de la semana pasada, tocaba reanudar el examen de la lista de los 100 mejores cortos animados según las recopilara el festival de Annecy hace ya unos cuantos años.
Esta era la buena noticia, la mala es que no he sido capaz de encontrar el corto en esa red de redes donde supuestamente se custodia todo el saber humano, la peor noticia es que esto mismo me ocurrió hace unos cuantos meses cuando me tocó comentar Monsieur Tete de este mismo autor polaco.
Lo cual nos da una medida del triste destino de la animación, olvidado por aficionados, excepto si trate de 2D, despreciado por el estamento crítico, a menos que se pueda incluir en esas formas populares que sirven a los postmodernos para hacer temblar el edificio del saber académico... cuando lo cierto es que las obras de Jan Lenica, autor fundamental en la historia de la animación, protagonista de la revolución que, en los años 50, sacó a la animación del ghetto de los animales antropomorfos para incorporarla como manera válida del modernismo y la vanguardia, las obras de ese autor, repito, deberían ser editadas en ediciones de lujo acompañadas con el aparato crítico y académico que merececen.
Pero no será así, repito, y menos en este mundo al que la crisis económica devora lentamente, anticipo y presagio de futuros aún más negros y sombríos.
Esta era la buena noticia, la mala es que no he sido capaz de encontrar el corto en esa red de redes donde supuestamente se custodia todo el saber humano, la peor noticia es que esto mismo me ocurrió hace unos cuantos meses cuando me tocó comentar Monsieur Tete de este mismo autor polaco.
Lo cual nos da una medida del triste destino de la animación, olvidado por aficionados, excepto si trate de 2D, despreciado por el estamento crítico, a menos que se pueda incluir en esas formas populares que sirven a los postmodernos para hacer temblar el edificio del saber académico... cuando lo cierto es que las obras de Jan Lenica, autor fundamental en la historia de la animación, protagonista de la revolución que, en los años 50, sacó a la animación del ghetto de los animales antropomorfos para incorporarla como manera válida del modernismo y la vanguardia, las obras de ese autor, repito, deberían ser editadas en ediciones de lujo acompañadas con el aparato crítico y académico que merececen.
Pero no será así, repito, y menos en este mundo al que la crisis económica devora lentamente, anticipo y presagio de futuros aún más negros y sombríos.
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