Como todos los domingos, ha llegado el momento de revisar uno de los cortos de la lista de 100 mejores recopilada por el festival de Annecy... sólo que la semana pasada me había saltado varios de la lista B, ya saben, la lista visible que circula por la internet y que, cuando no se encontraba un corto de la lista A, lo substituía por otra producción animada, en ocasiones un olvido imperdonable de la lista A, en otras, un corto completamente prescindible y olvidable.
El corto de esta ocasión, Charade de Jon Minis, no es una de las obras maestras de la animación, pero es un ejemplo perfecto de la versatilidad y la expresividad de esta forma, incapaz como es sabido de reproducir las emociones que un actor es capaz de expresar con un leve movimiento de su rostro, y especialmente torpe e incómodo cuando intenta remedarlo, pero capaz de suplirlo con toda clase de símbolos y alusiones visuales que son imposibles en el cine entendido como imagen capturada.
La anécdota de Charade es bastante sencilla, un simple juego de adivinar la película mediante la mímica, en el que uel protagonista es incapaz de conseguir que sus amigos adivinen el nombre, por muy claro, gráfico o explícito que sea, mientras que su antagonista es capaz de conseguir ese milagro al instante, aunque su representación se reduzca a signos completamente herméticos. El típico chiste, por tanto, que sólo sirve para rellenar el exiguo espacio de un corto, pero para nada más, mucho menos para conseguir la complejidad y perfección de un largometraje.
...¿o no es así? Porque precisamente, al consistir la anécdota en la representación del nombre de una película mediante la mímica, abre el camino al despliegue de las auténticas posibilidades expresivas de la animación, esa que no teme a deformar sus personajes para reforzar sus intenciones, ni explorar la senda de las transformaciones, siguiendo el juego de las alusiones hasta agotarlo, sin que le importe la acumulación de imposibles, contradicciones o absurdos.
Una manera que es, como digo, la de la animación auténtica, pero que al público actual le puede parecer ajena y lejana, ya que la animación de éxito, especialmente la televisiva, se limita a replicar los modelos de las producciones de actores reales, sitcoms en un caso, peliculas familiares en el otro, de manera que se da la extraña paradoja de que se muestren (aparentemente) subversivas e irreverentes en sus contenidos, mientras que son esencialmente conservadores en su forma y estética.
Pero no quiero perder tiempo críticando otras obras, ése y no otro es mi mayor defecto, que lleva a quye me olvide de comentar el significado e importancia de la obra que he elegido. Por ello, ya que no hay mejor juicio que uno mismo, les dejo aquí pegado el corto para que lo disfruten. Desgraciadamente no tiene subtítulos en castellano, con lo que se pierden la mitad de la broma, los infructuosos intentos de la audiencia por adivinar el nombre de una película que debería ser evidente desde el primer momento.
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