lunes, 12 de octubre de 2009
A distorted World
Contemplaba este sábado el Slide de Kawamura Yuki (con música de Kanno Yosihiro, tan importante como las imágenes capturadas) y como en ciertas obras abstractas, que nos proponen la contemplación del mundo, sin distraernos con una historia o simplemente indicándonos qué debemos ver, en donde debemos fijar nuestra atención, mi mente empezó a vagar hasta desconectarse de la proyección y de mis propias preocupaciones.
El caso es que acabé dándole vueltas a una idea fija que me atormenta (sí, así de claro) desde hace unos años. Tengo, me basta con girar la silla donde estoy sentado ahora mismo, para comprobarlo, un montón de DVDs y de libros que aún no he revisado, una pila que va creciendo a medida que uno va comprando para no perder la ocasión, sabiendo que ese ejemplar esa edición, mañana no puede estar ya allí, haberse agotado, o simplemente perdido en la memoria y haber hecho olvidar esa aparente necesidad de poseerlo. Si dejase ahora de comprar ahora mismo, me llevaría varios años al ritmo que voy, interrumpido por el trabajo y las obligaciones, el terminar con todos, en llegar al punto en pudiera releer, rever todo aquello que me interesara, me atrajera, en un momento dado.
Y ese el problema. Porque ahora mismo, en mi mente empieza a confundirse aquello que sé que he visto ya, aquello que me queda aún por ver, de manera que sólo un orden estricto me permite mantener ambas regiones separadas. Peor aún, obras que me fascinaron en su momento se han desvanecido por completo de mi memoria, llevándose consigo su importancia, su contenido, su valor, el acicate para verlos de nuevo.
Así que miro la caja del DVD que contiene Slide, y me pregunto como muchos otros hombres lo han hecho a esta mi misma edad, sin ser comprendidos nunca por sus semejantes de la nuevas generaciones que ascienden. ¿Volveré a verte alguna vez? Pasados tantos años de ver, revisar y enamorarme de siempre renovadas novedades ¿Sentiré el impulso de abrirte y de gozarte de nuevo? Pero... ¿Podré gozarte de nuevo? ¿Quién seré ese día si llega? En mi biblioteca tengo libros que no me atrevo a abrir, libros, por seguir con los lugares comunes, que amó alguien que ya no soy yo, cuyos deseos, ilusiones y esperanzas, me parecen ahora ridículas, porque sólo es posible seguir amando aquello que se transita diariamente, el pasado convertido en presente y proyectado en el futuro, una revisión continua de lo que apreciamos imposible en nuestro mundo actual donde todo es viejo incluso antes de abandonar las manos de su creador.
Sin embargo, se preguntarán los lectores habituales de este blog, si es que existe alguno: ¿que tiene que ver la ristra de tópicos sentimentales anterior con Slide? Mucho, puesto que esa obra, en diferentes capítulos, cada uno rodado de diferente manera, lo que intenta es abordar lo efímero de nuestra vida, como todo es pasajero, como nuestra visión es parcial, incompleta, distorsionada, limitada por por nuestra imperfección y nuestro olvido, de manera que lo nuevo borra continuamente lo anterior, y no es posible extraer un patrón, una norma, una regla, una enseñanza.
Una verdad que, como todas las verdades no es única, puesto que para las culturas orientales, esa consciencia lúcida de lo transitorio del mundo, expresada en el concepto de mono no aware, es algo que hay que aceptar voluntariamente, más aún, entregarse a ella con completa pasión, para gozarla y amarla, al contrario de Occidente siempre preocupado por su propia aniquilación y el olvido subsiguiente.
Conceptos que yo, como occidental, son los únicos que puedo concebir y comprender.
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