Como todos los domingos, toca revisar un nuevo corto animado de la lista de cien mejores que recopìlara el festival de Annecy en 2006. El elegido de esta semana es Der Fuehrer's Face, dirigido en 1942 por Jack Kinney, dentro del esfuerzo propagandístico de la Disney durante la segunda guerra mundial, tiempo en que el estudio del ratón movilizó a sus personajes más carismáticos para unir al pueblo americano en la lucha contra las potencias del eje.
Los que sigan este blog saben de mis pocas simpatías hacia la Disney, no porque el balance de su producción desde 1929 hasta la actualidad sea negativo artítisticamente, demos al César lo que es del César, sino por su condición de apisonadora cultural que ha convencido a demasiada gente, incluidos los críticos del Cahiers/Nouvelle Vague, de que sólo hay una forma válida de animación, la del estudio, con las consecuencias nefastas que esto ha tenido para la apreciación y valoración de la disciplina.
Dejando esto a un lado, se pueden distinguir tres etapas principales en la historia del estudio durante la vida de su fundador. Una primera etapa, hasta Snow White (1937), donde Disney se centró en la producción de cortos, una segunda, en la que el estudio se centró en la creación de largos descuidando sus cortos (excepto excepciones como son los cortos de Goofy de, precisamente, Jack Kinney) hasta más o menos los primeros 50, y una tercera, hasta la muerte de Disney, en que se dedicó a explotar el mundo de la producción televisiva y la creación de parques de atracciones, lo que curiosamente permitió que los largos de la década de los 50 adoptasen un acabado visual más atrevido y experimental, lejos de las formas redondeadas y amables de los años 40.
Der Fuehrer's Face pertence a la segunda etapa y. como decía es uno de los pocos cortos que se salvan de la mediocridad general característica de los cortos de Disney en los años 40, en gran parte por la dirección e imaginación de Kinney, más cercano en su resolución visual a la anarquía de la Warner, que a la perfección en el acabado propia de Disney, la cual acabó por provocar que los cortos cómicos de Disney parezcan forzados, mientras que los de la Warner deslumbran por su naturalidad. Sin embargo, a pesar de ser una de las mejores obras del estudio, rebosante de ingenio y de hallazgos visuales, como es el caso de las alucinaciones de Donald, en las ediciones recientes de los cortos clásicos ha pasado a ser uno de esos cortos de los que la Disney de avergüenza, escondido entre los extras de las integrales Donald y desaparecido en combate cuando éstas cruzaban el Atlántico.
La paradoja y la ironía no pueden ser más hirientes. Disney ha acabado por ser prisionera de su propia etiqueta de Cine Familiar Apto Para Todos Los Públicos (tm). En los añós 30 y 40, como es sabido, los cortos se proyectaban antes de los largos comerciales y por tanto estaban dirigidos a un público adulto, de manera que gran parte de su humor no es apto actualmente para servir de niñera digital de los niños, al incluir violencia contra animales, uso de armas y consumo de tabaco y alcohol, caricaturas sexistas y racistas, que obligan a Leonar Maltin, el maestro de ceremonias en las ediciones de los clásicos Disney a sudar la gota gorda contextualizando los cortos o bien a relegarlos, como este Der Fuehrers' Face, a los extras.
Extraño mundo, por tanto, en que hemos llegado a ser tan puros y tan nobles, que la sátira despiadada del sistema nazi que se hace en este corto, ha llegado a considerarse ofensiva, de manera que las nuevas generaciones no llegan a aprender que reírse a mandibula batiente de los nazis, de su orgullo y sus pretensiones, es una medicina contra el totalitarismo que debería ser recomendada por la sanidad pública (en lo que ésta dure, claro) y su consumo tan normal como el de las aspirinas.
No les doy más la lata y les dejo con el corto. Déjense contagiar por el ritmo de su música y de sus imágenes y no olviden que, hoy más que nunca, reírse a costa de los nazis es necesario y recomendable.
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