domingo, 14 de febrero de 2010

100 AS (II): Fantasmagorie, 1908, Emile Cohl






Es innegable la influencia de los Cahiers du Cinema sobre la crítica y la historiografía del cine. Sin embargo, debido a que la mayoría de sus redactores eran también cineastas en activo (al menos en su época mítica, hacia 1960) tendían a confundir la esencia del cine con el cine que ellos mismos rodaban, como ha ocurrido con todos los movimientos artísticos en todas las épocas. En otras palabras, el cine que practicaban con su énfasis en la captura inconsciente y sin preparación de lo que sucedía a su alrededor, espontáneo e inesperado, les llevaba a rechazar todo lo que pudiese sonar a preparado, ensayado y planificado.. aunque algunos de ellos fueran maestros en esas mismas tareas y la espontaneidad de su cine fuera cualquier cosa menos eso.

En esas guerras teóricas, la animación fue una de las primeras víctimas, debido a sus propios métodos de trabajo, lejanos de esa inmediatez y espontaneidad que he dicho que pretendían, ese casi dejar que la cámara capturase lo que buenamente quisiera, sin entrometerse con ella. Debido este abismo aparente que les separaba de la animación, llegaron a considerarla como el enemigo a batir, el anti-cine, una forma menor y bastarda que sólo era válida para los niños que aún no habían madurado y descubierto el auténtico y verdadero arte del cinematógrafo.

No siempre había sido así. Hacia 1930, teóricos como Walter Benjamin elogiaban la animación como forma casi de la revolución, y la lista de artistas vanguardistas que, con mayor o menor fortuna habían utilizado la animación para experimentar sería interminable. Pero así es la historia del arte, todo movimiento intenta expulsar, definiendo como no arte, todos los productos que no se ajustan a sus criterios estéticos, hasta que pasado el tiempo, tornados en viejos y caducos esos mismos productos antaños revolucionarios es posible mirar al pasado con ojos nuevos y descubrir todo lo que nos habíamos perdido.

El caso de Emile Cohl, en este segundo corto, Fantasmagorie, de la lista del festival de animación Annecy, es un caso ejemplar. Emile Cohl no era un cualquiera, en la década de los 80 del siglo XIX había sido uno de los impulsores del movimiento Incohérent, precursor en muchos aspectos de lo que sería más tarde el Dadá y el Surrealismo de principios del siglo XX, de manera que cuando en 1908, con cincuenta años, se decide a realizar cortos animados, no es como digo un cualquiera y de hecho puede, con cierta discusión, considerárselo el creador del dibujo animado.

¿Y qué es lo que ve este antiguo vanguardista pre dadá y surrealista en el dibujo animado? Resulta curioso comprobar, por las capturas que he incluido lo próximas que estan sus concepciones de las que animaban a McKay en el corto que comenté la semana anterior. Para ambos, el dibujo animado tiene un aspecto mágico fascinante, puesto que supone dotar de vida aquello que está inerte. Una aspecto que se muestra de manera magnífica en ambos cortos al mostrar la mano que dibuja al personaje principal, un instante antes de dotarle de vida.

Pero para Cohl esa forma que el acababa de inventar tiene un aspecto nuevo y mucho más importante, un rasgo que se ha convertido en uno de los invariantes absolutos de la animación que surge una y otra vez en los grandes creadores. Se trata de la absoluta libertad que concede esta forma de arte, puesto que al tratarse de lineas dibujadas, a las que sólo limita la voluntad del creador todo es posible, cualquier cosa puede transformarse en cualquier otra y las situaciones más delirantes tener lugar... todo ello con el mínimo de medios, como es el caso, la tiza que pinta sobre una superficie y cuyos trazos son capturados fotograma a fotograma

Una aspiración, de libertad y simplicidad, que no podía venir de otra persona como Cohl, el viejo Incohérent, y que debía haberle hermanado con los cineastas de la Nouvelle Vague, tan preocupados por ellos en liberar al cine, creando un cine con el mínimo de medios y con el máximo de espontáneidad.

Más o menos lo que hace Cohl en este corto fundacional, que aquí les adjunto.


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