domingo, 29 de julio de 2018

La lista de Beltesassar (CCXII): The Dot and the Line (El punto y la línea, 1965) Chuck M. Jones y Maurice Noble



















Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de The Dot and the Line (El punto y la línea), dirigido en 1965 por el animador norteamericano Chuck M. Jones con la colaboración de Maurice Noble.

Digámoslo claro. Este corto es la última gran obra del animador Chuck M. Jones e incluso podría decirse, con ciertas reservas, que con él se cierra la edad de oro de la animación comercial americana. Esa época dorada se extiende apromixadamente de 1930 a 1960, coincidente con el ascenso de la Disney y la Warner, que acaban convertidas en modelos de lo que debe entenderse como animación En la producción de ese largo periodo, es obvio, hay altibajos además de algunas transformaciones radicales, pero lo que me interesa destacar aquí es que su legado, aunque sea distorsionado y deformado, pesa de tal manera sobre la animación de ese país que incluso en la actualidad tiene problemas liberarse de su influjo. Y eso a pesar de la triple revolución que se efectuó en los años 90, via The Simpsons, Pixar y Cartoon Networks.

Sin embargo, en los años sesenta esas nuevas glorías aún estaban muy lejos. En esa década toda la animación americana, incluida la Disney, entro en una crisis creativa de la que parecía no poder recuperarse. La tradición  animada y los logros estéticos conservados por ella se perdieron casi por completo. Hasta tal punto que los animadores de los 70 y 80,  y en la televisión incluso antes, olvidaron como se debía construir y animar un corto de animación, de manera que las obras de esas décadas nos parecen ahora torpes y sin inspiración. En esa decadencia tuvo mucha parte de culpa Hanna Barbera, con su inundación de series estereotipadas producidas con presupuestos cada vez más exiguos, pero esto no debe hacer olvidar que en los sesenta cerraron todos los grandes estudios de animación, excepto la Disney y Hanna Barbera, además de jubilarse la inmensa mayoría de los grandes nombres de esta forma. La animación pasó así a considerarse como un producto de usar y tirar, menospreciable, deleznable, algo en lo que no valía la pena dedicar tiempo ni esfuerzo.  Y Mucho menos, espacio en los análisis críticos. 

En esa década catastrófica, no obstante, aún se crearon algunas obras maestras, a cargo en su dirigidos por Friz Freleng, o de The Dot and the Line, que no sólo cuenta con la dirección de Chuck Jones, sino con la colaboración de quien había sido su diseñador gráfico en los últimos años de la Warner, Maurice Noble. Un corto que además, ya no fue realizado para la Warner y por el equipo habitual de Jones, sino en la Metro, puesto que este ditector había sido despedido de aquélla otra compañía, cuya unidad de animación cerraría al poco. Circunstancias que al principio no parecieron afectar a Jones, quien viró a un estilo mucho más experimental, abandonando el acabado carictaturesco y los animales antropomorfizados de la Warner, para moverse hacia un estilo más cercano al de la UPA e incluso superarlo en su geometrización y abstracción.

Una volución que quedaría truncada por la decadencia de la animación comercial americana, pero que aquí llega a su culmén. A crear incluso una excepción radical, como es narrar una historia de amorutilizando únicamente figuras geométricas. Limitación que se convierte en virtud, ya que permite un despliegue de imaginación y de recursos narrativos como pocas veces se habían visto en la animación comercial. Ni volverían a verse, fuera de cortas secuencias metidas con calzador en historias mucho más tradicionales. Narrativa y estéticamente.

No les entretengo más. Como siempre, les dejo aquí el corte. Obra mayor de un artista de primera categoría en la historia de la animación, quien se muestra aquí con el mismo entusiasmo y atrevimiento que un jovenzuelo. Para nuestra fortuna .


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