Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Looking for Horses (Buscando Caballos), corto realizado
en 2001 por el animador australiano Anthony Lawrence.
Ya saben que, en principio, la animación 3D parecía destinada a terminar con la técnica de animación fotograma a fotográma, stop-motion en su denominación inglesa. Sin embargo, la auténtica víctima ha sido la 2D, la animación de toda la vida, mientras que la stop motion parece hallarse inmersa en un fructífero renacimiento. En verdad, este resultado era previsible, puesto que esta forma siempre ha tenido algo de minoritaria, apenas cultivada por un puñado de creadores con evidentes raíces en lo experimental. Sólo en contadas excepciones, caso de Harryhausen o de Trnka, ha alcanzado resonancia popular, bien subordinada al cine de imagen real en el primero, bien como rasgo distintivo de la cinematografía nacional, en el segundo.
Parte de esta pervivencia del stop-motion quizás se deba a las connotaciones que los muñecos tienen en la cultura popular. Como bien supo descubrir Trnka, estos objetos inanimados que nos recuerdan a nosotros mismos, siempre parecen dotados de una vida propia, ajena y oculta a la nuestra, enigmática y turbadora. Así, la escuela checa creada por este animador siempre se propuso descubrir esa personalidad oculta en el muñeco, hasta llegar incluso a construir sus obras sobre ella, al igual que un actor de carne y hueso es apropiado para unos papeles y no para otros. No siempre ese misterio del muñeco se llegaba a dilucidar, pero su misma presencia hacía que la stop-motion fuera más que apta para historias donde reflexión y meditación, pausas y silencios, eran centrales a su desarrollo.
Es lo que ocurre con Looking for Horses. Su historia parece inocente, intrascendente. No es más que el relato de unas aburridas vacaciones en una isla dejada de la mano de dios, narradas con desidia por la hija del matrimonio protagonista. En realidad, ese vacío, esa falta de objetivos, es un trasunto del callejón sin salida en el que se ha encajonado esa pareja, que se adivina al borde de un divorcio definitivo, intuido de forma vaga por sus hijas. La soledad, el aburrimiento, la falta de perspectivas y entretenimiento, la obligación, casi condena, de permanecer en una isla que no es más que una breve extensión llana batida por el viento, rodeada por cenagales, son así interpretadas retrospectivamente como confirmación de lo que habría de venir. Como si la vida, al estilo de un director de teatro, se ocupase de ambientar nuestras peripecias con los decorados que más le convienen.
Looking for Horses es así la descripción de una impresión. De esos momentos de calma, cargados de presagios, que preceden a una resolución. A ese momento inesperado, pero presentido, que cambiará una vida entera. De esos signos premonitorios que sólo cobran significado a posteriori, cuando el tiempo ha cicatrizado las heridas y se puede volver la vista atrás, en busca de porqués y no de excusas. Cuando se descubre que ya nada era reparable, que todo así nos lo anunciaba.
No les entretengo más. Como siempre, aquí les dejo el corto. No es una obra maestra, pero sí un buen ejemplo de las capacidades expresivas de la stop-motion.
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