domingo, 7 de enero de 2018

La lista de Beltesassar (CLXXXIX): Le fleuve aux grandes eaux (El río de las muchas aguas, 1993) Frédéric Back




































Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Le fleuve aux grandes eaux (El río de las muchas aguas),  corto dirigido en 1993 por el animador canadiense Frédéric Back para la National Film Board (NFB) de ese país.
No es la primera vez que elogio la labor de la NFB. Sin la labor de esa institución, durante ya más de setenta años, la historia de la animación habría perdido a algunos de sus mejores nombres, puesto que su obra sólo se pudo realizar bajo el paraguas financiero de la NFB. Lástima que en la última década esa coraza se haya debilitado y desvirtuado, debido a la acción  conjunta de la crisis económica y el ascenso del neoliberalismo, con sus políticas de recortes a ultranza. Sin embargo, a pesar de este declive, aún nos queda su inmenso catálogo fílmico, pleno en obras maestras y creadores de primerísima fila. Entre ellos, Frédéric Back, de quien ya hemos hablado en otras ocasiones, y a quién está dedicada esta entrada. 

La importancia de Frédéric Back se puede resumir en tres puntos. Primero, es uno de los principales cultivadores de la animación de pintura sobre cristal. Ésa técnica es especialmente difícil, ya que requiere ir modificando un diseño inicial a medida que se rueda, sin posibilidad de corregir los errores, ni mucho menos dar marcha atrás. Correcciones que son posibles, con dificultad, en la 2D tradicional, y de forma mucho más sencilla en el ordenador. La pintura sobre cristal presenta, a pesar de todo, dos grandes ventajas, conseguir transiciones y metamorfosis mucho más naturales que en la animación tradicional, así como posibilitar una mayor espontáneidad en su creación, cercana en ocasiones a la improvisación. 

El segundo rasgo característico de Back es su afán, casi obsesión, por conseguir una animación completa y continua, sin pausas ni paradas, tanto dentro del plano, como desde el punto de vista de la cámara, también en continuo movimiento. Esto último supone que no le basta con animar los personajes, sino que tiene que animar también los fondos, resultado que hasta la llegada del ordenador suponía un reto casi insuperable, al alcance de muy pocos animadores y presente sólo en escenas sueltas y cortos aislados. Le fleuve aux grandes eaux es uno de ellos, donde alcanza el límite técnico e incluso mental del animador, puesto que en sus treinta minutos de duración no hay apenas un plano estático, sino que la cámara transita de una escena a otra, sin recurrir tampoco a cortes ni a montaje. Incluso atreviéndose a auténticas acrobacias, como imitar los vaivenes de la cámara sobre la cubierta de un barco en alta mar o seguir el vuelo de un ave como si fuera otra.

Por último, Back es uno de los grandes ecologistas de la historia de la animación. Todas sus obras, al menos las mayores, giran en torno a un único tema: como la codicia de la humanidad ha venido a destruir el entorno natural que nos rodea, nuestro único patrimonio y garantía de nuestra propia existencia y permanencia. Así, Le fleuve aux grandes eaux es un canto a la majestuosidad del río San Lorenzo, entorno único en el planeta por la riqueza y la diversidad de su vida animal. Pero también es una sentida elegía a un cauce que ya no es sino una sombra de lo que fue en el pasado, puesto que la explotación sin trabas por parte de las potencias europeas, desde finales del siglo XVI, lo ha llevado al borde de la muerte. De él, de la fauna que lo habita y de los seres humanos que viven en sus orillas.

Tendencia que podría haberse invertido en las últimas décadas, con el surgimiento de una conciencia ecológica militante en las sociedades occidentales, pero que me temo puede confluir en fracaso definitivo, a pesar de sus indudables logros. El fantasma del calentamiento global sigue sin ser conjurado y de él depende nuestro futuro, nos guste o no, lo queramos creer o lo neguemos.

No les entretengo más. Como siempre, les cuelgo aquí el corto. Obra maestra de un nombre esencial en la historia de la animación. De esos que merecen una edición recopilatoria restaurada y de lujo en Blue Ray. Pero ya saben como es el mundo ¿no?


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