Como todos los domingos, - perdonen la interrupción de la semana pasada - continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Sleeping Betty (La Betty durmiente) corto dirigido en 2007 para la NFB por el animador canadiense Claude Cloutier .
La NFB. ¿Qué les puedo contar a estas alturas? Una institución tan longeva se tiene bien ganado el título de baluarte de la animación. Sin ella, la obra de creadores cruciales en la historia de esta forma jamás habría tenido lugar, aunque hay que señalar también que, en los últimos tiempos, los sucesivos recortes presupuestarios y el avance del neoliberalismo han comenzado a erosionar su fortaleza. Por ejemplo, su modelo no es ya el de artistas en nómina, que podían desarrollar su carrera entera bajo la protección de la NFB, sino que se ha desplazado hacia el de encargos y subvenciones independientes, sin continuidad entre ellas. Perpetuando así esa maldición de la obra única que aqueja desde sus inicios a la animación, siempre en trance de florecer y fructificar, pero nunca consiguiéndolo.
Volviendo a Sleeping Betty. Este corto es buen ejemplo, como muchos otros similares, de la altura y libertad a las que la animación puede llegar cuando se le ofrece esta protección. Se trata de una reinterpretación irónica de un cuento de hadas, el de la bella durmiente, donde gran parte del humor surge de la incongruencia de trasladar esas historias al mundo moderno. Mejor dicho, de añadir al relato unos cuantos detalles anacrónicos que vienen a demostrar lo mucho de estereotipo y de guardarropía, de desconexión con nuestra contemporaneidad, que tienen esas narraciones o tradicionales... o más bien las versiones aguadas y descafeinadas que todos conocemos y que han suplantado a los originales.
Sin embargo, no hay que esperar en Sleeping Betty un remontaje completo al estilo del que realizaba Kihachiro Kawamoto en Ibara-Hime matawa Nemuri-Hime (La rosa en el zarzal, 1990. En aquella ocasión, el animador daba la vuelta a la premisa argumental para crear una historia de amores frustrados, mucho más agria y pesimista. Mucho más realista, creíble y cercana, en definitiva. En este caso, por el contrario, las modificaciones y traiciones a la historia original se realizan por meras razones humorísticas. Para provocar la risa ante el absurdo de ver esos tópicos del cuento de hadas enfrentados a la racionalidad y sobriedad del mundo moderno.
Lo que no quiere decir que el corto sea malo, ni mucho menos, sino que sus pretensiones son ligeras y desenfadas, sin ir más allá de encadenar chistes, tarea en la que poco hay que reprocharle. De hecho, si hay que buscar un fallo a Sleeping Betty, se hallaría en su plasmación visual. Si bien brilla en usar con ironía las ilustraciones de los cuentos de hadas que han pasado a formar parte del acervo colectivo, en su animación se nota demasiado la influencia de un animador contemporáneo. Me refiero a Bill Plympton, artista cuya influencia es omnipresente en la animación contemporánea, y cuyos tics y resabios son más que evidentes en el modo elegido por Cloutier para construir su corto. Por ejemplo, en el contraste cómico que resulta de animar de formas descontrolada uno de los personajes, mientras que el otro permanece tieso e impasible.
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