martes, 10 de noviembre de 2009

Imperfect Future




Resulta triste constatar que lo mejor de las películas de Futurama (las que serían la quinta temporada de la serie) sean los intros de la segunda y la tercera, cuando la nave, en vez de estrellarse contra la inmensa pantalla donde se proyectan cortos de animación antiguos, se ve absorbida por ella y adopta el estilo del corto en el que ha caído, respectivamente el de las producciones Fleischer/Disney y la archifamosa e inencontrable Yellow Submarine.

Y digo triste, porque precisamente lo que caracterizaba a Futurama era la apropiación y la reescritura de las producciones del pasado, en su caso de la Ci-Fi de serie B de los años cincuenta, una apropiación irónica donde se señalaban los diferentes estereotipos de esas producciones (tecnología ultramoderna inexplicable, monstruos repulsivos, mundos reflejo de la tierra, personajes-tipo de una sola dimensión, conflictos reducidos a blanco y negro) y se pasaban por una turmix alocada, para, maravilla de la maravilla, dar lugar a unos personajes nuevos y atractivos, en unas aventuras perfectamente engrasadas y sin apenas respiro en la acumulación de gags, normalmente relevantes y bien colocados, al contrario de producciones como Family Guy.

Con esos elementos, Futurama podría haberse convertido en una de las series imprescindibles, pero, pasada la tercera temporada, empezó a mostrar claros signos de cansancio. En primer lugar los personajes empezaron a comportarse off character, como dicen los ingleses, actuando de forma distinta a como habían sido presentados y a como funcionaban, como fue el caso de la humanización de Bender o el claro ablandamiento de Leela, e incluso llegaron a convertirse en personajes decorativos, dentro de su propia serie como ocurría con el docto Zoyberg, una deriva que hizo que los guiones de la serie se resintieran, comenzándose a hacerse genéricos, y que culminó en la ristra de episodios que trataban de la relación sentimental entre Fry y Leela, impensables en una producción que hasta ese instante se reía de forma bastante saludable de ese sentimiento.

El relanzamiento de la serie, en forma de película, tras la suspensión de la misma, hacía concebir ciertas esperanzas de que la situación se enderezase, bastaba con eliminar ese sentimentalismo innecesario y reactivar la parodia inteligente de los primeros episodios. Sin embargo, no ha sido así, ya en la primera, los personajes, incluso algunos tan memorables como Zap Brannigan o la cabeza de Nixon , se introducen sin necesidad alguna, simplemente porque si esto es Futurama, deben aparecer por necesidad, a lo que se une que la película no pasa de ser un conjunto de episodios mal recosidos. Más unitarias y centradas son la segunda y la tercera, pero lo narrado es bastante insulso, y la forma en que se hace parece traicionar cierta desgana, comprensible, por otra parte.

Curiosamente, la única que brilla a la altura de las dos primeras temporadas es la cuarta, quizás por contar una historia de principio a fin, y porque los personajes aparecen cuando realmente son necesarios, pero ya es demasiado tarde para arreglar la situación, con lo que lo que habría sido un cierre perfecto para la quinta temporada, sólo sirve para dejar un regusto amargo.

Un

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