La exposición del MNCARS sobre la figura de Delphine Seyrig no se limitaba a la proyección de Taisse toi et soit belle! (¡Cállate, bonita! 1976) sino que incorporaba muchos otros materiales videográficos, realizados en colaboración con Carole Roussopoules o el grupo más amplio de las insomouses (las insumusas). En mi edición de Taisse toi et soit belle! se incluían algunas de esos otros filmes, pero por desgracia no podré ofrecerles capturas, ya que los subtítulos -si los había- están en francés. Sí que les comentaré lo más llamativo de algunos de ellos.
Maso e Miso vont en Bateau (Masoquista y Misógino van en bote), de 1976, es un comentario de una emisión realizada en 1975 por Antenne 2, realizado sobre las imágenes de ese mismo programa. En el material original, el presentador Bernard Pivot entrevistaba a la secretaría de estado sobre la condición femenina -nombre rimbombante donde los haya-, Françoise Giraud, sobre el año de la mujer declarado por la ONU. Esa ocasión de celebración se transformaba pronto en una encerrona, durante la que el presentador, apoyado por un grupo de satisfechos misóginos, competían en demostrar la inutilidad de esa celebración y la inferioridad de la mujer, sin que la susodicha secretaria acertase a defenderse ni a ponerles en su sitio. Más bien lo contrario, puesto que parecía más que satisfecha en darles la razón y reírles las bromas, como suele suceder con demasiadas feministas procedentes de los ambientes de la derecha.
Rodado con ironía y desenfado, en especial hacia la actitud medrosa y apaciguadora de la secretaria, la película deja, no obstante, un regusto amargo. A pesar de tener ya medio siglo a sus espaldas, no se ha convertido en una pieza de museo. Las actitudes y argumentos machistas que se exponen, con total impunidad, en la emisión de origen, siguen formando parte del debate. Muchos aún las considerarían como respuestas validas ante una supuesta agresión feminista, con pretensiones de subyugar y esclavizar a los hombres. Así, ese desfile de hombres, empecinados en educar a una inocente mujer, no para de decir que el problema de la desigualdad entre sexos ya no existe en occidente, sino que es una cuestión de sociedades extraeuropeas, atrasadas e incultas. En Europa ya existen bastantes leyes, por lo que no queda nada más que hacer. Todo ello al tiempo que esos mismos hombres, pagados de sí mismos, rivalizan por convencernos de que una misma actividad, como es el caso de la cocina, sólo es noble y digna de admiración si la desempeña un hombre. Dejando claro que, a pesar de las leyes, el machismo y su opresión siguen bien vivos.
No obstante, Maso e Miso vont en Bateau ha perdido parte de su mordiente, puesto que esa cultura del machismo -o del patriarcado- no se pavonea ya de manera tan ostentosa como entonces, prefiriendo estrategias más sutiles, menos estridentes. Por el contrario, S.C.U.M manifesto (1976) sigue conservando todo su impacto, debido a la imposibilidad de reducir el material de partida a algo palatable por nuestra sociedad del compromiso. El Mafiesto SCUM, siglas de Society for Cutting up Men (La sociedad en pro de rajar a los hombres), escrito por Valery Solanas, es de la misma radicalidad sin compromisos que anuncia su título. De hecho, su autora tuvo una vida marcada por problemas psiquiatricos y tendencias homicidas -su acción más sonada fue un confuso intento de asesinato de Andy Warhol- que la llevaron de un hospital a otro hasta su muerte con apenas cincuenta años.
En la versión de Seyrig y Roussopoules, la biografía de Solanas se deja a un lado, prefiriendo centrarse en su texto y en sus ideas. De factura muy simple, el cortometraje consiste en un plano fijo de Seyrig leyendo el manifiesto mientras Roussopoulos lo pasa a máquina. Entre ellas, sobre la mesa que las separa, un televisor muestra imágenes de un noticiario, en su mayoría de guerras, manifestaciones y actos violentas, de los que de vez en cuando se nos permite escuchar las palabras del presentador. Ese fondo visual sirve de apoyo y contrapunto al texto de Solanas, que, fuera de su tesis de la eliminación física del hombre, señala claramente el gran problema de nuestras sociedades contemporáneas: su fundación sobre una cultura de la violencia de claro origen masculino.
O dicho de otra manera. El único camino, revolucionario y radical, para la transformación definitiva de nuestro mundo, pasa por la eliminación definitiva de esa cultura.
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