lunes, 17 de octubre de 2005

Realismos...

Como comienzo de la temporada de exposiciones en Madrid, el Museo Thysen, junto con la Fundación Caja Madrid, presenta lo que se pretende un compendio/ejemplo del realismo en el arte occidental entre 1920 y 1945

La muestra intenta, en cierta medida, demostrar que frente a la espectacularidad de las vanguardias históricas, existió un algo más, otra corriente subterránea, heredera en cierta manera de la tradición renacentista y que surgiría de nuevo al llegar el reflujo de las vangüardias.

Objetivo en el que fracasa completamente... no porque el realismo no sea otra corriente más dentro de las vangüardias históricas, tan importante como las más rebeldes, si no porque se enreda en sus propios planteamientos.

En efecto, la fecha con la que se abre el recorrido, 1920, es sintomática. No es necesario ser un experto en la historia del arte para relacionarla enseguida con lo que se conoció entonces como L'appel al ordre. Tras la catástrofe de la segunda guerra mundial, los artistas que habían asaltado los fundamentes del arte en los inicios del siglo XX parecieron renunciar a esa agresividad y espíritu levantisco. Se tranquilizaron y dejaron la agitación a otros.

En ese sentido, la inclusión de Derain como apertura no puede ser por menos que ser acertada. Uno de los miembros más vocales de los Fauves, un pintor a la altura de un Matisse en aquellos primeros años, alguien que había rozado la abstracción pura y había estado a punto de embarcarse en ella, de repente se puso a pintar casi al estilo un Chardin... algo que no se comprendíó en su época y aún hoy resulta casi imcomprensible.

Es precisamente esta inclusión la que demuestra las limitaciones y errores de la propuesta. La appel al ordre fue general entre los pintores consagrados de entreguerras, los cubistas, Picasso, Braque, Léger, Gris sufrieron un ataque de clasicismo y empezaron a pintar como si hubieran abjurado de sus propias conquistas. ¿Por qué entonces incluir a Derain y no a los otros? Quizás porque Derain continúo en esa vía, mientras que para el resto fue sólo algo pasajero.

Derain se transformo en una individualidad aislada, lejos de corrientes y demás, en un francotirador que pintaba como quería, sin rendir cuentas a nadie. Así ocurre con cada uno de los pintores que formar la muestra, cada uno de ellos es una personalidad aislada, y esto es más notable aún en la parte de las exposición que está en la casa de las alhajas. Balthus, Heartfield, Pirandello, Hopper, son artistas independientes y originales, demasiado distintivos e importantes para ser incluidos en ningún "ismo", aunque éste se llame "realismo". No crearon ni siguieron escuela puesto que no cabían en ninguna, y sus "realidades" son tas dispares y tan incompatibles como las de las mismas vanguardias.

Una ausencia mayor sirve para destruir este concepto de "realismo" como el ismo olvidado del siglo XX. Los años que nos ocupan vieron la ascención de la pintura/proganda del régimen, en fascismos, nazismo y estalinismos. Este estilo oficial como es bien sabido, era en todos el mismo, y respondía al nombre del nazismo. Extraña exposición esta que, centrada el el periodo de entreguerras, no recoje esta pintura.

Llamativa ausencia, que explica también el olvido de estos pintores independientes, de manera involuntaria, su libertad e independencia, quedó contaminada y envenada por la distorsión del arte a manos de los totalitarísmo. Todo aquel que no quisiese ser tachado de nazi o fascista, tenía que tomar el camino de la vanguardia, no el del realismo.

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