viernes, 25 de noviembre de 2005

Citadelle

Cependant pour que le désir se change en acte, pour que la force de l'arbre se fasse branche, pour que la femme devienne mère, il faut un choix. C'est de l'injustice du choix qui naît la vie. Car celle-là aussi, qui était belle, mille l'amaient. Et, pour être, elle les a réduits a désespoir. Est toujours injuste ce qui est.
Je comprenais que toute création d'abord est cruelle.


Sin embargo, para que el deseo se convierta en acto, para que la fuerza del árbol se haga rama, para que la mujer llegue a ser madre, hace falta elegir. De la injusticia de elegir es de donde nace la mida. Por a aquella de alli, que era bella, miles la amaban, y, para ser, ella les ha reducido a a la desesperación. Aquel que es siempre es injusto.
Comprendí que toda creación, ante todo, es cruel.

Derechas, Izquierdas.

Si se leyera, ahora, a finales del 2005, Citadelle de Saint-Exupèry, muchas de los conceptos ahí expresados harían arrugar la nariz a los lectores. La idea del jefe que guía, la sumisión a un fin externo, la creación del hombre a través de la disciplina, la exaltación de la guerra, la mujer en su papel tradicional. Derecha, y de la más rancia, nada que ver con el liberalismo, global, flexible dinámico y multicultural tan de ahora mismo... y con el que la mayor parte de las izquierdas se han enamorado.

Sin embargo, este hombre de derechas tradicional, combatió, como piloto de caza del ejército francés, contra los nazis, aun cuando en mayo de 1940, aquello era una lucha sin esperanzas.

Llegó la derrota, absoluta, inconcebible, irremediable. Llegó la ocupación, dura y humillante. La gran mayoría de la derecha francesa se quitó la careta republicana y jacobina, tan cara a la imagen francesa, y se convertió en lacayos de Hitler, criados dispuestos a cumplir las órdenes de la raza superior sin dilación, no con miedo ni por temor, sino con orgullo y resolución, con la alegría de aquellos que ve, al fin, encarnados en los que gobiernan sus ideales de siempre, aquellos por los que llevan años luchando.

No así Saint-Exupery. El no acepto la derrota, no a manos de los nazis y abandonó Francia, para unirse a los aliados, para seguir, como piloto, luchando contra los que habían derrotado a su país, hasta encontrar la muerte en 1944, en un vuelo sobre su Costa Azul natal.

¿Por qué esta incongruencia?¿Por qué un hombre de derechas, un conservador, un tradicionalista, alguien de espírity antiliberal, no se une a los que habían venido, supuestamente, a construir el nuevo orden, a levantar la nueva Europa?. ¿Por qué combatir a aquellos que venían a limpiarla de todas las impurezas que se le habían adherido, socialismo, comunismo, librepensamiento?

Las propias páginas de Citadelle podrían darnos la pista. Porque para Saint-Exupéry no hay nada estable, hecho, acabado. Todo absolutamente todo es transitorio, pasajero, por hacer. Aún más, no hay una verdad única, si no muchas... y ninguna. Porque todos los razonamientos son ciertos y falsos al mismo tiempo, válidos e invalidos.

Con esta certeza, los fantasmas ideológicos, cualquier fantasma ideológico, se desvanece, como los vampiros al ser tocados por la luz. Especialmente, aquellos engendros, como el movimiento nazi, basados sobre una idea repetida una y otra vez, hasta que no queda otra en la mente.

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