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viernes, 30 de diciembre de 2016

Todo es uno y lo mismo

Unas pequeñas consideraciones antes de compartir mis impresiónes sobre The Century of Self (El siglo del yo, 2002) del documentalista británico Adam Curtis.

Primero, pedirles disculpas por la larga ausencia - estas últimas dos semanas han sido extrañas -. Segundo, indicarles que a pesar del impacto que me produjo el libro de Zinn sobre la otra historia de EEUU que les comenté hace unos días, eso no quiere decir que subscriba su contenido de forma ciega. Como muchas izquierdas pasadas y futuras, parece demasiado dispuesto a condenar cualquier avance y reforma que no llevé de manera directa a la revolución soñada, con el resultado que ni se consigue el estado ideal al que se aspira, ni se alivia la situación de los oprimidos. Tercero, que resulta una coincidencia afortunada que en estos tiempos de involución derechista, me haya puesto precisamente a leer y a ver dos obras que abogan por una izquierda como la era hasta hace no tanto. Ésa que hable y luche sin miedo, sin componendas y tapujos, contra las muchas estructuras de poder que nos oprimen, del estado a las religiones, de las grandes corporaciones a los muchos políticos y medios de comunicación que sólo están a su servicio. Y por último, disculpas por incluir capturas de los documentales de Curtis que voy a comentar en las próximas semanas. La edición que he conseguido es tan mala que carece de subtítulos e incluso parece haber sido descargada del youtube, aunque eso no afecte a la contundencia de su contenido.

De Curtis había oído hablar ya desde hacía tiempo, gracias a los foros de cine que seguía en la década pasada y los múltiples fugados de estos ambientes con los que aún estoy conectado en twitter y facebook. No me había atrevido a hincarle el diente hasta ahora, porque tenía miedo que su enfoque fuera similar al de Zeitgeist (2007) de Peter Joseph; es decir, un acúmulo de medias verdades y mentiras justificadas por su utilidad política, todo ello salpimentado con mucha pseudociencia, pensamiento new age y conspiraciones mundiales varias. Afortunadamente, The Century of Self es todo lo contrario. Independientemente de lo correcta que sea su tesis o lo próxima que se encuentre del posicionamiento ideológico del espectador, Curtiss utiliza datos fácilmente contrastables y los engarza en argumentos que siguen una evolución lógica y plausible. Sin recurrir a saltos de fe, peticiones de principio o deus ex machina.

martes, 27 de diciembre de 2016

Involuciones

It was a time, as election times have often been in the United States, to consolidate the system after years of protest and rebellion. The black was being kept under control in the South. The Indian was being driven off the western plains for good. On a cold winter day in 1890, U.S Army soldiers attacked Indians camped at Wounded Knee, South Dakota, and killed three hundred men, women and children. It was the climax to five hundred years of violence that began with Columbus, establishing hat this continent belonged to white men. But only to certain white men, because it was clear by 1896 that the state stood ready to crush labor strikes, by the law if possible, by force if necessary. And where a threatening mass movement developed, the two party system stood ready to send one of its columns to surround that movement and drawn it of vitality

Howard Zinn, A People's History of the United States (Una historia del pueblo de los Estados Unidos)

Era un tiempo, como suelen serlo las elecciones en los Estados Unidos, para consolidar el sistema tras años de protesta y rebelión. Los negros estaban bajo control en el sur. Los indios estaban siendo expulsados de las Grandes Praderas de una vez por todas. En un frío día de 1890, los soldados del ejército de los EEUU atacaron a unos indios acampados en Wounded Knee, en South Dakota, y  mataron a trescientos hombres, mujeres y niños. Era la culmen de quinientos años de violencia que comenzaron con Colón, dejando claro que este continente pertenecía a los blancos. Pero sólo a ciertos blancos, porque hacia 1896 quedó claro que el estado estaba dispuesto a aplastar las huelgas de los trabajadores, por la ley si era posible, por la fuerza en caso de necesidad. Y allí donde un movimiento de masas amenazador surgía, el sistema bipartidista estaba preparado a enviar una de sus columnas para rodearlo y privarlo de su vitalidad.

Lo único positivo de la victoria electoral en EEUU de un fantoche como Donald Trump es que me ha servido para descubrir este libro de Howard Zinn. Se trata de una obra de 1980, aparecida justo cuando Ronald Reagan estaba a punto de convertirse en presidente de los Estados Unidos, desencadenando así, junto con Margaret Thatcher en el Reino Unido, la contrarrevolución conservardora cuyas (pen)últimas consecuencias vivimos ahora mismo. De aquellos polvos vienen estos lodos, se podría decir

La originalidad de Zinn en esta obra consiste en narrar una historia paralela de los EEUU. No la de los sucesivos presidentes y gobiernos, ni la de la lucha entre los partidos en el parlamento. Mucho menos la crónica de los mitos patrióticos, las padres fundadores, la revolución libertaria contra el rey inglés , guerra civil por la liberación del oeste, la conquista, colonización y civilización del oeste,  la de grandes generaciones que lucharon la última guerra mundial contra el totalitarismo nazi, no la lucha contra el comunismo opresor soviético,

No, su historia es la de todos los olvidados y oprimidos en la tierra de la libertad. La de los indios americanos desposeídos de sus tierras, deportados a  reservas, exterminados por activa y por pasiva para permitir el asentamiento de nuevos inmigrantes europeos en las tierras que habían quedado vacías. La de los esclavos negros cuyo trabajo forzado permitió el temprano despegue económico de la joven república y cuya libertad legal en la década de 1860 no fue acompañada de los necesarios derechos civiles y económicos que la hicieran realidad, sólo conseguidos un siglo más tarde tras ardua lucha. La de los los muchos trabajadores industriales, por último, que durante las décadas a caballo de 1900 fueron explotados por un sistema capitalista inmisericorde que permitió a unos pocos amasar riquezas escandalosas, cuya misma existencia contradecía las pretensiones de libertad y democracia de las que se ufanaba y ufana ese país.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

A tientas

corredores sin fin de la memoria,
puertas abiertas a un salón vacío
donde se pudren todos los veranos,
las joyas de la sed arden al fondo,
rostro desvanecido al recordarlo,
mano que se deshace si la toco,
cabelleras de arañas en tumulto
sobre sonrisas de hace muchos años,


a la salida de mi frente busco,
busco sin encontrar, busco un instante,
un rostro de relámpago y tormenta
corriendo entre los árboles nocturnos,
rostro de lluvia en un jardín a obscuras,
agua tenaz que fluye a mi costado,


busco sin encontrar, escribo a solas,
no hay nadie, cae el día, cae el año,
caigo en el instante, caigo al fondo,
invisible camino sobre espejos
que repiten mi imagen destrozada,
piso días, instantes caminados,
piso los pensamientos de mi sombra,
piso mi sombra en busca de un instante
,

Octavio Paz, Piedra de Sol, Libertad bajo Palabra

En alguna entrada ya muy anterior, les contaba que Octavio Paz ocupaba un lugar muy especial en mis jerarquías literarias: ser el escritor que no había leído al que más admiraba. Desde entonces he intentado ir supliendo esa carencia, en gran parte para descubrir si mi ignorancia tenía razón o no. El Laberinto de la soledad, ese largo ensayo sobre el ser mexicano, fue mi primer Paz y afortunadamente vino a confirmar la idea que tenía de este escritor: una de las grandes glorias modernas de la lengua castellana. Animado por esa buena impresión, me atreví con un volumen de su poesía, Libertad bajo palabra, que recoge su obra temprana... y aquí mis sentimientos fueron encontrados.

Algo característico del modo en que la poesía de Paz puede leerse ahora mismo, es que este escritor se preocupó desde fecha muy temprana por reunir sus poemas en volúmenes recopilatorios. Este esfuerzo no se debía sólo a intentar recopilar lo que andaba dispersos en ediciones agotadas de libros y revistas, sino que obedecía también a una preocupación por eliminar errores y patinazos en la publicación, además de intentar corregir los poemas en lo que pudieran tener de fallidos y reconstruir el modo en que son apreciados por lector. Un último punto que podemos considerar de mezcla impresionista, porque el orden y la cercanía en que se leen los poemas puede crear nuevas asociaciones inesperadas, construir por mera acumulación nuevos significados y perspectivas. Ofrecer así una visión sobre una vida y una obra que no es la auténtica vivida y escrita, sino otra recreada e imaginada.

Debido a ello, el corpus final de la poesía de Paz siempre estuvo en construcción, independientemente de cuando hubiera quedado escrito cada poema. Las diferentes compilaciones siempre estaban abiertas y se modificaban periódicamente, no sólo en su contenido retrospectivo, sino en sus sucesivas ampliaciones hacia el futuro, a medida que Paz iba añadiendo más y más poemas a su producción. De esa manera, en el caso de Libertad bajo palabra, no hay una edición final y definitiva, sino muchas variadas, a medida que poemas antiguos iban entrando y saliendo, se reescribían y mutaban, mientras que el libro pasaba de ser un arcón de todo lo escrito por el poeta hasta la última revisión a referirse exclusivamente a su poesía temprana, la de 1935-1957

lunes, 19 de diciembre de 2016

Abismos infranqueables

- No, espere - exclamó Noonan, sintiéndose defraudado por algún motivo -. Si no saben cosas tan simples como ésa... Bueno, al diablo con la razón. Por lo visto es un verdadero pantano. Okey, pero ¿qué pasa con la Visitación? ¿Qué piensa usted de la Visitación?
- Será un placer. Imagine un picnic.
Noonan se estremeció.
- ¿Qué dijo?
- Un picnic. Imagine un bosque, una pradera. Un coche sale de la ruta y se de él baja un grupo de gente joven, con botellas, cestos de comida, radios a transistores y máquinas fotográficas. Encienden fuego, arman carpas, ponen música. Por la mañana se marchan. Los animales, los pájaros y los insectos que los han estado observando horrorizados durante la larga noche vuelven a salir de sus escondrijos. ¿Y con qué se encuentran? Nafta y aceite derramados en el pasto. Válvulas y filtros usados, estropajos, bombitas quemadas y alguna llave inglesa que alguien olvidó. Manchas de aceite en el estanque. Y también, por supuesto, las basuras de costumbre: corazones de manzana, envolturas de caramelos, restos chamuscados de la hoguera, latas, botellas, un pañuelo, una navaja, periódicos destrozados, monedas, flores marchitas recogidas en otra pradera. 
Arkadi y Boris Strugatski, Picnic Extraterrestre

Si vienen leyéndome, sabrán de mi fascinación por el director Andréi Tarkovski y en especial por su película Stalker.  Tras mi reciente revisión de esta obra , me decidí a leer la novela original en que se basaba, al igual que mucho tiempo antes, ver el Solaris de Tarkovski me condujo al Solaris de Lem, escritor que pronto se convirtió en uno de mis favoritos. En el caso de Stalker, sin embargo, mis investigaciones literarias me han llevado al desconcierto, de manera que no sé muy bien a qué carta quedarme. Básicamente, porque entre los dos Stalker media un abismo infranqueable. Los dos Solaris, más mal que bien pertenecían al mismo mundo temático y era posible imaginar maneras y modos de conseguir que sus caminos confluyeran. Los dos Stalker, por el contrario, pertenecen a universos irreconciliables.

Stalker se basa en una novela corta, no llega a doscientas páginas, de los hermanos Arkadi y Boris Strugatski, quienes se hicieron un nombre en la ciencia ficción de las últimas de décadas de existencia de la URSS. En este relato, de nombre Picnic extraterrestre, los Strugatski fabulan uno de los temas clásicos del género, el del contacto con inteligencias extraterrestres. Sólo que con una diferencia con respecto a lo habitual, siguiendo en ello a mi muy admirado Lem, ya que este contacto se revela imposible. Los extraterrestres, o lo que fuera que fueran, pasaron por nuestro planeta fugazmente sin reparar en nosotros, ni mucho menos reconocernos como especie inteligente. El abismo técnico e intelectual era demasiado grande, similar al que nos separa a nosotros con los insectos, seres vivos cuya existencia sólo se nos hace visible cuando nos molestan y con quienes no buscamos comunicarnos, ni hacerles partícipes de nuestra tecnología.

Esa misma tecnología superior, precisamente, que ha tornado las zonas donde se posaron en páramos inhóspitos, hostiles a la presencia humana, sembrándolas de objetos abandonados de los que sólo de vez en cuando se ha podido sacar algún provecho. Sin que en ningún momento se sepa si estamos adorando basura abandonada o si realmente estamos utilizando algo de lo encontrado de la manera correcta. Enfrentados a los restos de ese picnic extraterrestre, no somos muy distintos de la nutria que se enreda y muere, atrapada por los aros de un paquete de seis latas de Coca-Cola, o del cangrejo ermitaño que utiliza la vaina de un cartucho usado como caparazón protector,

sábado, 17 de diciembre de 2016

El gozne (IX)

So entstand im letzten Drittel des 19. Jahrhunderts eine paradoxe Situation: die Eliten des außerokzidentalen Welt strebten energisch danach, sich die fortgeschrittene Wissenschaft und Technologie des Westens anzueignen, die sie vielfach als universale Erregungsschaft des modernen Zeitalters ansehen. Zugleich wollten sie auf diese Weise einen schmerzlichen empfundenen zivilisatorischen Rückstand aufholen und ihre Länder gegen die Übermacht der westlichen Großmächte wappnen. Dazu gehörte auch, dass eine westlich geprägte Bildungsschicht in Ländern wie India und (einige Jahrzehnte später) China Irrationalismus und "Aberglauen" in der eigenen Traditionen schärfer Kritik unterzog. Umgekehrt instrumentalisierten zur gleichen Zeit Minderheiten unter den Intellektuellen Europas und Nordamerikas "östliche Weisheit" in ihrem Kampf gegen die Vernunftgläubigkeit  der okzidentalen Wissenschaftskultur. Der ironische Kontrapunkt, den Max Weber in seinen späten Studien über die Wirtschaftsethik der Weltreligionen setzte, blieb in dieser Hinsicht öffentlich unbemerkt. Weber sah nämlich in der Spannung zwischen innerweltlicher und außerweltlicher  Orientirung eine Triebkraft ökonomischer Dynamik im Abendland. Indien war in seiner Sicht zu stark, das vormoderne China zu wenig auf spirituelle Erlösungshoffnungen hin orientiert gewesen. Asien wurde so im die Jahrhundertwende in gewissen Feldern westlichen Denken wichtiger denn je. Zugleich wurde es aber zu Projektionsfläche des europäischen Irrationalismus, eine historische Rolle, die ihn keine Entwicklungschancen zu lassen schien. Das verehrte, aber offenbar in weltferner "Spiritualität" erstarrte Asien hatte in dieser Sicht weder Gegenwart noch Zukunft.

Jünger Osterhammel, La transformación del mundo

Así se formo una situación paradójica en el último tercio del siglo XIX: las elites del mundo extraeuropeo aspiraban enérgicamente a unirse a ciencia y tecnología progresista de Occidente, que veían como un logro universal del tiempo moderno. Al mismo tiempo, querían de ese modo separarse de un retraso cultural percibido dolorosamente y armar sus países contra la superioridad de las grandes potencias occidentales. A esto pertenecía, que una élite educada al modo occidental procedió a una profunda crítica de lo irracional y la "superstición" en sus propias tradiciones en países como India y (unos decenios más tarde) China. Por el contrario, al mismo tiempo, algunas minorías de la intelectualidad de Europa y América instrumentalizaron "la sabiduría oriental" en su lucha contra la creencia en la razón de la cultura científica occidental. El contrapunto irónico, que Max Weber estableció en sus estudios tardíos sobre la ética comercial de las religiones mundiales, permaneció en retrospectiva claramente sin percibir. Weber vio en la tensión entre orientación externa e interna,  principalmente, un impulsor de la dinámica económica de Occidente. En su opinión ésta era demasiado fuerte en la India, en China demasiado débil para conducir a una recuperación espiritual. En el cambio de siglo, Asía devino por tanto más importante que hasta entonces en ciertos campos del pensamiento occidental. Al mismo tiempo se tornó un espacio de proyección del irracionalismo europeo, un papel histórico que parecía no dejarle oportunidad de desarrollo. La  transcendente "espiritualidad" adorada de Asia, pero al mismo tiempo petrificada, no tenía, desde ese punto de vista, ni presente ni futuro.

Esta será la última anotación que dedicaré al libro de Osterhammel. No por que no haya más material que comentar, sino porque el carácter universal de esa obra, tanto en temas como en extensión, obliga a tener que cortar en alguna parte, sino quiere uno eternizarse. No querría sin embargo, terminar estas notas sin hacer alguna reflexión cultural, especialmente en estos tiempos postmodernos, donde todas las seguridades ideológicas - excepto las de las derechas económicas, sociales y religiosas de todas las regiones del mundo - se han derrumbado y transformado en polvo.

En las narraciones clásicas de las transferencias culturales durante el siglo XIX era habitual pensar en una imposición de la cultura occidental sobre las tierras colonizadas. En general sobre cualquier país extraeuropeo  al que las flotas y los ejércitos europeos se asomasen. Esta supremacía ideológica pasada, impuesta por las armas, por la cual todo el mundo debía tornarse en copias exactas del modelo americano y europeo, ha dado paso recientemente a fenómenos de resistencia que, curiosamente, contemplan cualquier factor no occidental presente en la cultura occidental como robo y apropiación. Ya que no se pudo evitar en su momento que los modos intelectuales europeos se filtraran en los sistemas de pensamiento nativos y los distorsionaran, hay que despojar a occidente de todo lo que pueda considerarse como no suyo propio, negándole su uso y disfrute. Es, en mi opinión, una perversión del pensamiento semejante a la de ciertos movimientos de defensa de las gentes de color, que aplican, dándoles la vuelta, los mismos  absurdos estrictos criterios de limpieza de sangre creados en el siglo XIX por los suprematistas blancos en el contexto de la esclavitud,

Sin embargo, tanto culturas como razas son esencialmente impuras, y en el caso de las razas, conceptos completamente falsos. A pesar de los defensores de purezas originarias inamovibles, las ideas y los pueblos se mezclan inevitablemente, dando lugar a nuevas ideas, a nuevas poblaciones donde las diferencias de color se diluyen y desaparecen. Enriqueciéndose y enriqueciéndonos.  De hecho, la imposición de la cultura occidental a los países colonizados no fue un objetivo de las potencias imperiales del siglo XIX - si lo había sido para el Imperio español del siglo XIX -, que hicieron más bien poco por modificar los modos de vida de las poblaciones sometidas, especialmente en esos lugares, como la India, donde eran una ínfima minoría. De hecho, la exportación de la cultura occidental a las colonias fue casi un efecto secundario e inesperado, producto de la necesidad de contar con clases nativas cultas y preparadas que sirvieran de intermediarios entre las autoridades coloniales y el resto de la población.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Rebeliones

Dejaré las líneas
y dejaré también de contar los números
De entre las limitadas formas geométricas
me refugiaré en las grandes extensiones
del sentimiento.
Estoy desnuda, desnuda, desnuda
como los silencios entre las palabras de amor estoy desnuda
y todas mis heridas son de amor
de amor, amor, amor, amor
He hecho que atravesara
esta isla perdida
la revolución del océano
y la explosión de la montaña
y que la despedazara, fue el secreto de aquel ser unido
de cuyos pedazos más nimios nació el sol.

Forugh Farrojzad, Tengamos fe en el comienzo de la estación del frío

La tercera poetisa cuya obra he estado leyendo estas últimas semanas es la iraní Forugh Farrojzad, en concreto su último libro, Nuevo Nacimiento. Ha constituido un auténtico descubrimiento al que llegué por auténtica casualidad, gracias a las notas de la edición de Hiperión de los poemas de Yosano Akiko, donde se la nombraba como una de las grandes poetisas de este siglo, ambas hermanadas en inspiración, aliento poético e ideales estéticos y políticos. Tengo, por tanto, que leer más de su obra, sus libros primeros, además de ver el documental que rodó, La casa es negra, sobre un hospital de leprosos en Tabriz.

Gran parte de mi interés se debe a que Farrojzad, al contrario que Yosano y Lasker-Schuler, sigue siendo siendo una voz actual y polémica. Una persona y una obra por quien aún la gente puede llegar a las manos, no como Lasker-Schuler, que pertenece a la amplia categoría de los egregios olvidados - aquellos de los que se habla, pero no se les lee - o como Yosano, apresada en su categoría de símbolo de la literatura japonesa, cumbre indiscutible, elefante sagrado intocable. Algo similar ocurre en parte también con la figura de Farrojzad, ya que es calificada regularmente como la poetisa moderna por antonomasia en lengua iraní, renovadora del lenguaje poético de ese país, así como influencia y modelo insoslayable de todo poeta posterior. Sólo que en su caso es odiada y despreciada en su país en la misma medida que se le admira.

jueves, 8 de diciembre de 2016

El gozne (VIII)

Die Ausnahme davon ist die Revolution in Mexico, die das Jahrzehnt zwischen 1910 und 1920 ausfüllte, es bedürfte aber noch der ganze zwanziger Jahre, um ihre Folgen einigermaßen einzudämmen. Die mexikanische Revolution wurde schnell zu einem Bürgerkrieg, der mehrere unterschiedliche Phasen durchlief und dem jeder achte Mexikaner zum Opfer fiel: ein fürchterlicher Tiefpunkt in der Geschichte der Revolutionen, nur noch dem Taiping Aufstand in Ostchina vergleichbar. Die mexikanische Revolution war eine "große" Revolution nach französischen Modell. Sie besaß eine breite soziale Basis, war im Kern ein Bauernaufstand, aber doch viel mehr als das. Sie beseitige ein Ancien Regime, hier nicht eine absolute Monarchie, sondern eine mit der Zeit versteinerte Oligarchenherrschaft, und ersetzte sie durch ein "modernes" Einparteienystem, das bis vor wenigen Jahren bestand.

Jürgen Osterhammel, Die Verwandlung der Welt

La excepción es la Revolución Mexicana, que llena el decenio de 1910 a 1920 y necesito aún la década completa de los veinte, para contener de algún modo sus consecuencias. La Revolución Mexicana devino pronto una guerra civil, que atravesó diferentes fases y que costó la vida a uno de cada ocho mejicanos: un aterrador abismo en la historia de las revoluciones que sólo es comparable al levantamiento Taiping en la China oriental. La Revolución Mexicana fue una "gran" revolución al estilo francés. Consiguió una amplia base social, fue en su centro un levantamiento campesino, pero no obstante, mucho más que eso. Se deshizo de un "Antiguo Régimen", en este caso no una Monarquía Absoluta, sino un sistema oligárquico petrificado con el tiempo, y lo reemplazo con un Sistema de Partido Único "moderno", que se mantuvo hasta hace pocos años

La "excepción mexicana" de la que habla Osterhammel se refiere a que esta revolución americana coincide temporalmente con otras cuatro euroasiáticas: la Rusa de 1905, la Iraní de 1905, la Turca de 1908  y la China de 1911. Normalmente estas cuatro revoluciones (y la quinta mejicana) no se suelen unir ni estudiar en un sólo bloque, como sí ocurre con los movimientos de 1820, 1830 y 1848. Peor aún, normalmente su estudio suele dejarse a un lado, como sucesos periféricos, en una narración obsesionada con el estallido de la Primera Guerra Mundial en Europa. Sin embargo, aunque desconectadas entre sí y normalmente fracasadas en sus objetivos, incluso cuando triunfaron, para Osterhammel vienen a demostrar uno de los muchos cambios que experimento el siglo XIX: en este caso una translación temprana de los centros de cambio político, de Europa al "tercer mundo", como luego ocurriría de forma general en el mundo de la Guerra Fría.

En este olvido hay bastante de eurocentrismo, presente y pasado. Normalmente se suele considerar el siglo XIX, de 1815 a 1914, como un siglo pacifico en la historia, sin guerras generales, punteado y sobresaltado por pasajeros intervalos revolucionarios, los citados movimientos de 1820, 30 y 48, o pequeñas guerras de "ajuste", la de Crimea del 50 o las nacionalistas de la década de los sesenta que culminan en la Francoprusiana. Sin embargo, esta concepción de un siglo tranquilo y estable es falsa incluso referida a Europa. Baste recordar los 75 años de inestabilidad y guerras civiles que afectaron a España de 1808 a 1875, o el infame polvorín de los Balcanes, donde las guerras de disolución del Imperio Otomano, se mezclaron con limpiezas étnicas y ajustes de cuentas entre los nuevos estados nacionales... que sólo se cerrarían con las guerras sin cuartel de 1991 a 1999, en Bosnia, Croacia y Kosovo.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

¿Raíces?

Estuche para espejo

Aunque muy interesante, la exposición Los pilares de Europa, La Edad Media en el British Museum, que se puede visitar en el CaixaForum madrileño, adolece de un grave error metodológico.  En pocas palabras ¿Qué Edad Media? La Edad Media europea es un larguísimo periodo que abarca del siglo V al XV, cuyas fronteras temporales no estaban bien delimitadas y aún se discuten, y en donde se producen cambios culturales, sociales y tecnológicas de tal magnitud que hacen imposible extraer elementos comunes a todo ese intervalo. Por ponerles un ejemplo. imaginen una exposición de nombre: El ascenso de Europa, que abarcase del año 1000 al 2000 e intentase poner al mismo nivel el siglo XI y el XX, como portadores de las mismas inquietudes culturales. Se me mondarían de la risa ¿no? Pues eso es lo que intenta esta exposición.

Por otra parte, dado que el origen de los objetos expuestos está en el museo británico, a la idea de la Edad Media se superpone un concepto británico que no es corriente nuestro ámbito cultural ni completamente traducible. Se trata el de las Dark Ages o edades obscuras. Para nosotros, ese termino alude a un tiempo de retraso e ignorancia que suponemos inherente a la Edad Media, para resolverse con el Renacimiento. Sin embargo, en el mundo anglosajón tiene un significado mucho más concreto y restringido. Se trata de periodos sobre los que no hay documentación histórica  o ésta es muy pobre. En particular, y referido a la historia de las Islas Británicas, el siglo y medio entre el año 400 y el 550, aproxidamente. Desde que desaparece de las fuentes escritas la provincia de Britania, tras que el pretendiente al título de emperador romano, Constantino IV, llevase las legiones allí destacadas a luchar en la Galia; hasta que los historiadores del reino franco en el siglo VI vuelven a incluir esa región en su ámbito de interés, esta vez como un revoltijo de pequeños reinos anglosajones, celtas y británicos en continua guerra entre sí y sin vestigios de romanidad alguna. El Latín, por ejemplo había desaparecido por completo, substituido por el Gaelico y un primitivo Inglés, mientras que las ciudades de época romana no eran otra cosa que inmensos campos de ruinas abandonados.

martes, 6 de diciembre de 2016

Fuego

Sosteniendo mis pechos
entre las manos, silenciosamente
descorro el velo del misterio
¡Aquí hay flores 
de un intenso color escarlata!
  
Yosano Akiko, Midaregami (Pelo enredado)

La siguiente poetisa que he leído estos meses de otoño ha sido la japonesa  Yosano Akiko. No ha sido un descubrimiento reciente, ya sabía de ella y de su obra desde hace una década, aunque no recuerde como fue que llegué a enterarme de su existencia. Lo que sí he aprendido esta vez, y que la hace más excepcional, son sus circunstancias biográficas. Nacida en el Japón de finales del siglo XIX, en una cultura que caminaba hacia la occidentalización, debiendo decidir por tanto qué conservaba de sus estructuras tradicionales y qué no, Yosano rompió los moldes estrictos según los que debía regirse una mujer japonesa de aquel entonces... y de la inmensa mayoría del mundo.

No es ya que decidiera ser escritora - y de poesía prohibida,, como ya veremos -, es que su vocación fue acompañada de un deseo de independencia, que la llevó a romper con su familia y seguir su propia camino sin tener que responder a nadie. Eso en 1900, ni más ni menos. Añádase que esos primeros pasos como escritora independiente, sin haber llegado a cumplir los veinte, se entretejen con la relación adúltera con un escritor ya consagrado como Yosano Tekkan, que pronto derivó en un casi  menage a trois con la también poetisa Yamakawa Tomiko. Un trío que se resolverá con la boda concertada de Yamakawa y el matrimonio de Akiko y Tekkan,  tras un último viaje de los tres juntos antes de la despedida definitiva. 

Por supuesto, lo importante en Yosano no son estas complicaciones románticas, aunque de ellas se nutra toda su poesía posterior. Lo distintivo en su figura es haber sido una de las pioneras del feminismo en Japón, una mujer que defendió la igualdad de su sexo a capa y espada, junto con el derecho a vivir la vida de la manera que se le antojase, sin tener que responder ante nadie. Pero sobre todo y ante todo, la libertad de poder expresarse sin ataduras, para mostrar así sus sentimientos íntimos, sus deseos y apetencias personales sin miedo ni vergüenza. Hablar sin miedo y sin tapujos de como veía ella el mundo y lo experimentaba, rompiendo así con los moldes impuestos por morales arcaicas o imperativos sociales.

lunes, 5 de diciembre de 2016

De la pintura

Orazio Borgianni, Autorretrato
Si bien es loable que el Museo del Prado encuentre nuevas maneras de mostrarnos sus amplios fondos invisibles, no dejo de tener reservas frente a la reciente exposición construida con ellos y de nombre, Meta-pintura, empezando por esa misma apelación. Al oírla, quizás confundido por el cuadro elegido para el anuncio de la muestra, me imaginaba que estaba centrada en los juegos visuales, los trampantojos, esas pinturas que intentan engañar al espectador haciéndo aparecer lo pintado como real, para luego descubrir el truco y hacernos reparar en que sólo son una ficción. Juego culto y refinado con raíces en la Antigüedad clásica, puesto que se refiere al famoso certamen entre los pintores Zeuxis y Parrasio, donde éste último engañó al primero haciéndole crear que una cortina pintada era real, con lo que ganó la competición.

Sin embargo, aunque algún trampantojo hay entre los cuadros expuestos, la muestras es más bien un análisis de como los pintores se han representado a sí mismos y a su oficio. Se intenta, por tanto, rastrear a lo largo de la historia de la pintura, en busca de obras donde este arte figure de manera señalada en el propio tema del cuadro. El principal reproche, por tanto, es claro: su dispersión en muchas secciones temáticas, no siempre de igual interés. Alguna incluso hubiera merecido una exposición propia, como la del trampantojo antes señalado, o las muy interesantes salas dedicadas a la visión que los artistas tenían de sí mismos, de su trabajo y de su papel en la sociedad.

sábado, 3 de diciembre de 2016

El gozne (VII)

1798 war die Meldung über Bonapartes Invasion des Ägyptens 62 Tage lang nach London unterwegs gewesen. 1815 hatte es zweieinhalb Tage gedauert, bis das Kabinett in London von Napoleons Niederlage erfuhr; Nathan Mayer Rotschild hatte die Nachricht über seine Privatkuriere bereits nach 24 Stunde erhalten. Am 8. Januar 1815 fanden in der Schlacht von New Orleans tausend Britische und Amerikanische Soldaten den Tod, weil ihre Kommandeure nicht wussten, dass die Gegner bereits am 24. November in Gent Frieden schlossen hatten. Noch am Vorabend der Telegraphenverkehrs waren Briefe aus New York 14, aus Kapstadt 30, aus Kalkutta 35, aus Shanghai 56 und aus Sydney 60 nach London unterwegs gewesen. Von der Ermordung Lincolns in Washington D.C. am 15. April 1865, ein Jahr bevor der Eröffnung der Tranatlantikkabels, erfuhr man im London 13 Tage nach der Ereignis, vom Attentat auf Zar Alexander II. am 13. März 1881 in St. Petersburg nach 12 Stunden.

Jürgen Osterhammel, La transformación del mundo

En 1798, el comunicado de la invasión de Egipto por Bonaparte tardó 62 días en llegar a Londres. En 1815 llevó dos días y medio hasta que el gobierno Británico supo de la derrota de Napoléon; Nathan Mayer Rostschild había conocido la noticia por correo privado precisamente a las 24 horas. El 8 de enero de 1851 encontraron la muerte miles de soldados británicos y americanos en la batalla de Nueva Orleans, porque sus comandantes no sabían que los oponentes habían firmado la paz en Gante el 24 de noviembre. Incluso en vísperas del telegrafo, las cartas a Londres tardaban 14 días desde Nueva York, 30 desde Ciudad del Cabo, 35 desde Calcuta, 56 desde Shangai y 60 desde Sidney. Un año antes de que se tendiese el primer cable transatalántico, el asesinato de Lincoln en Washington el 15 de abril de 1865, no supo en Londres hasta 13 días despues, mientras que el atentado contra el zar Alejandro II, el 13 de marzo de 1881 en San Petersburgo, se conoció en doce horas

Si hay una palabra que define - o se quiere defina nuestra época - es la de globalización. Sin embargo, no hay un acuerdo sobre qué significa ese término, más allá de la vaga idea de una economía global, completamente interrelacionada, ni de cuándo empezó. Para algunos la globalización arrancaría con el capitalismo universal del XIX, construido sobre la expansión colonial y los imperialismos europeos de ese mismo siglo; pero de la misma manera podría retrotraerse al siglo XVI, cuando la civilización europea conectó todas las culturas mundiales - eliminando en ese proceso las americanas - y sirvió de cadena de transmisión de una serie de intercambios que consiguieron, por ejemplo, que moneda española acuñada con plata boliviana sirviese para equilibrar la balanza presupuestaria del Imperio Chino. De la misma manera, en periodos anteriores se podría hablar de globalizaciones locales a Eurasia, como la propiciada por el Imperio Mongol en el siglo XIII o la del Califato Omeya en el siglo VIII. 

sábado, 26 de noviembre de 2016

Rutas Secundarias

Bodegón de Clara Peeters

En el museo del Prado se pueden visitar ahora tres exposiciones notables. Cada una de ellas justificaría la visita a nuestra principal pinacoteca, así que se pueden imaginar el privilegio cuando tenemos tres compartiendo tiempo y espacio. No les voy a hablar ahora de la titulada Metapintura, pues creo que sus luces y sombras, sus aciertos y errores, su conexiones y contradicciones necesitan de un espacio mayor, así que me centraré en las otras dos: la dedicada a la holandesa Clara Peeters y la que recorre la producción dibujistica de Ribera.

Sobre Peeters, se ha hecho mucho ruido mediático sobre que es la primera vez que el museo acoge una exposición monográfica dedicada a una pintora. Más que un motivo de alegría, debería considerarse una llamada de alerta - y un ejemplo de la ignorancia e hipocresia de nuestros medios informativos -, puesto que perdidos entre las salas del museo figuran cuadros de al menos dos otras artistas de talento, que yo recuerde: La italiana Sofonisba Anguissola y la alemana Angelica Kaufmann. Quizás, en sus periódicas catas de la colección, el Prado podría considerar rebuscar en sus fondos y obsequiarnos con una exposición colectiva dedicada a sus inquilinas. Alguna gran sorpresa seguro que habría.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Torbellino

Wir trennten uns im Vorspiel der Liebe,
An meinem Herzen glitzerte noch hell dein Wort -
Und still verklangen wir im Stadtgetriebe,
Im Abendschleier der Septembertrübe
In einem schluchzenden Akkord.

Doch in der kurzen Liebesouvertüre,
Entschwanden wir von dieser Erde fort,
Durch Paradiese bis zur Himmelstüre,
Und es bedurfte nicht der ewigen Liebesschwüre,
Und nicht der Küsse blauer Zaubermord.

Und meiden doch seitdem uns wie zwei Diebe -
Und nur geheim betreten wir den Ort,
Wo uns vergoldete - die Liebe.
Bewahren wir sie, daß sie nicht erfriere,
Oder im Alltag blinder Lust verdorrt.
Ich weinte bitterlich - wenn ich es einst erführe.


Obertura, Else Lasker-Schüler

Nos separamos en el preludio del amor
En mi corazón aún brillaba luminosa tu palabra -
Y callados resonamos en los engranajes de la ciudad
en el velo de la tarde del neblinoso septiembre
en un acorde lastimero

Pero durante la corta obertura del amor
nos arrebatamos a esta tierra
a través del paraíso hasta las puertas del cielo
Y no fue preciso un juramento eterno de amor
Ni el beso del amoratado hechizo asesino

Y nos evitamos desde aquel día como dos ladrones
Y sólo secretamente visitamos el lugar
Donde nos hizo de oro - el amor.
Cuidamos que no se congele
o que en el día a día se agote su ciego placer
Lloré amargamente - la primera vez que lo experimenté.


Durante esta tres semanas he estado leyendo unas breves antologías de tres grandes poetisas del siglo XX: la alemana Else Lasker Schüler, la japonesa Yosano Akiko y la iraní Forug Farrojzad. Aunque pertenecen a ámbitos culturales muy distintos y, en el caso de Farrojazad, a una época muy posterior, las tres comparten un mismo substrato ideológico. Se trata de mujeres independientes, que deciden vivir a su manera, lo que les lleva a chocar con sociedades tradicionales y ciertamente discriminatorias hacia los derechos de la mujer, incluso hoy en día. Este deseo de libertad no se limitó a sus actos - no habrían pasado en ese caso de ser consideradas unas excéntricas, o mucho peor, unas locas - sino que se extendió a una obra literaria, e incluso cinematográfica en el caso de Farrodjzad, en donde se atrevían a expresar sin tapujos ni reparos el modo en que ellas sentían y experimentaban el amor y el sexo.

Se embarcaron así en la destrucción voluntaria de un modelo de mujer impuesto por sus respectivas sociedades, aquella despojada de su sexualidad, que obviamente les llevó a entrar en conflicto con los defensores de la decencia y las autoridades religiosas.  Precisamente ésas que de nuevo quieren volver a dictarnos como vivir y sentir, primero en el oriente musulmán desde 1979, más recientemente en el occidente que se creía  postcristiano, con el auge del integrismo protestante.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Espirales descendentes

Después del Almuerzo, Renoir
Visitaba esta mañana la exposición Renoir: Intimidad, abierta en la Thyssen y no me podía quitar el recuerdo de Derain de la cabeza. Supongo que sabrán la historia, tras ser uno de los mejores pintores fauves y estar a punto de inventar la abstración antes de tiempo, Derain se perdió en su propio laberinto hasta quedar reducido a la consideración de artista de segunda fila. Algo parecido ocurre con Renoir, aunque en su caso, nunca haya perdido su puesto como figura esencial de la pintura. Sin embargo, si que es perceptible que tras el callejón sin salida estético al que llegó en la década de 1880 y sus intentos por reinventarse, a sí mismo y a su pintura, en esos mismos años, a partir de 1890 su pintura comienza a ser cada vez menos interesante, cada vez más rutinaria y ñoña, sin ese instinto por el color que caracteriza sus mejores obras.

Esta cisura irreparable en la obra de Renoir lastra de manera irremediable la muestra de la Thyssen, ya que la mayor parte de los cuadros expuestos pertenecen precisamente a la etapa final de Renoir. Es difícil no cansarse de tantas jóvenes en actitudes cursis o de esa reducción se su paleta a la gama cálida, restringida incluso a los amarillos y anaranjados. Un modo de pintar muy distinto al de unas décadas antes, e indigno de un gran maestro, como demuestra la comparación de cualquiera de esos cuadros tardíos con la obra maestra de la exposición, el Después del Almuerzo que abre esta entrada. Una pintura que aunque pertenece a esa década de crisis del 1880, deja bien claro la maestría como colorista de un Renoir aún en su mejor momento, alguien capaz de crear infinitos tonos de turquesas y aquamarinas, velados delicadamente con un blanco traslúcido, como se puede apreciar en el magnífico vestido de la mujer sentada en primer plano del cuadro.

Un pintor que, además, se siente con la fuerza y la pericia suficiente como para armonizar colores casi contrarios, como los blancos del mantel y el negro de los trajes, añadir toques como los lilas, violetas y magenta de los adornos florales, incluir un espléndido bodegón en la parte inferior y disponer todo sobre un fondo vegetal que casi es un tapiz bordado. Una obra que sólo puede surgir de los pinceles de un maestro y que una vez concluida le confiere merecedamente este título... y como éstas Renoir pintaba varias al año en aquel entonces.

martes, 15 de noviembre de 2016

El gozne (VI)

Die Kriege in Südafrika und Kuba zeigen manche Parallelen. Durch die Grausamkeit, mir der gegen die - überwiegen weißen - Gegner vorgegangen wurde, erwiesen sie als Kriege kolonialen Charakters. Die Spanier unter der berüchtigten Generalkapitän Kubas, Valeriano Weiler y Nicolau, einer Bewunderer von General Shermans Verwüstungszug durch Georgia 1864 und Pionier der Guerillabekämpfung auf der Philippinen, "Konzentrierten" 1896/1897 der widerspenstige kubanische Bevölkerung (aller Rassen) unversorgt in umzäunten Lagern (campos de concentración), in denen mehr als 100.000 Menschen an Unternährung un Vernachlässigung starben. Mit ähnlichen "concentration camps", in denen 116.000 angehörigen der burischen Nation und manche ihren schwarzen Helfer interniert wurden, ebenso mir Erschießungen von Gefangenen und Geiseln, versuchten die Briten unter Horatio Kitchener und Alfred Milner die Kampfmoral ihrer Südafrikaner Kontrahenten zu brechen. Ein jünger Journalist namens Winston Spencer Churchill, soeben von einer Südafrikareise zurückgekehrt, empfahl der Amerikanern, ähnliche Methode auf die Philippinen anzuwenden, was denn auch (nicht nur wegen Churchills Rat)   bald geschah. In Herero-Nama Krieg richteten die Deutschen nach 1904 ebenfalls Lager ein. Neu war die Lageridee, nicht die grundsätzliche Brutalität des Vorgehens. Ein Beispiel dafür ist der Zulukrieg von 1879. Die Initiative ging hier nicht von London, sondern von einen "Man in the spot", sir Batle Frere, dem britische Hochkommissar für Südafrika. Sein Ziel war es, Zululand von dem "Tyrannen" Ketchwatyo zu brefeien, die Zulu zu entmilitarisieren und sie einer indirekter Herrschaft durch gefügige Häuptlinge zu unterstellen - also ein indischen Modell. Im Anglo-Zulu Krieg von 1879 waren die militärischen Chancen ziemlich gleich verteilt. Dennoch war er kein edler Wettstreit zwischen Kriegerkasten. Als die Briten eine Niederlage fürchten mussten, reagierten sie auf Grausamkeiten des Zulu-Gegners mit der Tötung von Gefangenen, dem Niederbrennen von Kraals und der Konfiskation von Vieh, der Existenzgrundlage der Zulu.

La Transformación del Mundo, Jürgen Osterhammel

Las guerras en Sudáfrica y Cuba muestran algunos paralelos. Debido a las atrocidades cometidas contra los oponentes - en su mayoría blancos - se revelan como guerras de carácter colonial. Los españoles bajo el infame capitán general de Cuba, Valeriano Weiler y Nicolau, admirador de la política de tierra quemada del general Sherman en Georgia en 1864 y pionero de la lucha contraguerrillera en las Filipinas, concentraron sin consideraciones a la población cubana rebelde de todas las razas en campos de concentración con alambradas, en donde más de 100.000 seres humanos murieron de malnutrición y abandono. Con "concentration camps" similares, en donde 116.000 boers y algunos de sus sirvientes negros fueron internados, incluso con la ejecución de prisioneros y rehenes, los británicos, con Horacio Kitchener y Alfred Milner, intentaron quebrar la moral de sus oponentes sudafricanos. Un joven periodista de nombre Winston Spencer Churchill, apenas vuelto de un viaje a Sudáfrica, recomendó a los americanos que utilizase métodos similares en las Filipinas, lo que sucedió pronto, aunque no solo debido al consejo de Churchil. En la guerra Herero-Nama de 1905 los alemanes crearon enseguida campos. Lo nuevo era la idea de los campos, no la brutalidad de base de los procedimientos. Un ejemplo es la guerra Zulu de 1879. La iniciativa no vino aquí de Londres, sino del "Man in the Spot", sir Batle Frere, el alto comisario británico para Sudáfrica. Su objetivo era liberar la Zululandia del "Tirano" Ketchwatyo, desmilitarizar a los zulúes y establecer un dominio indirecto mediante dóciles cabecillas - el modelo de la India-.  En la guerra zulú las oportunidades militares estaban igualmente repartidas. No obstante, no fue un noble combate entre castas guerreras. Cuando los británicos temieron una derrota, reaccionaron a las atrocidades de sus contrarios zulues con la ejecución de prisioneros, la quema de los Kraals y la confiscación de ganado, la razón de existir de los zulúes.


En las entradas anteriores, los "goznes" que les había descrito eran en su mayoría positivos. La desaparición del hambre y las enfermedades, o la constitución de la historia en términos de progreso, con sus antes y después culturales y tecnológicos, así lo indicaban. No era el caso del cierre de las fronteras, en su sentido americano de "frontier", puesto que en él se incluía implícitamente la deportación y el exterminio de esas poblaciones fronterizas, como ocurrió con los indios de los EEUU, los araucanos y patagones del Cono Sur, o los nómadas de Asia Central. Porque el siglo XIX, justo en su final, en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, es también el momento en que se ponen las bases para los dos crímenes característicos del siglo XX: el genocidio y los crímenes contra la humanidad.

No es porque la guerra en siglos anteriores estuviera desprovista de atrocidades. Los romanos eran famosos por el uso de las atrocidades como medio de acortar la guerra. Bastaba con arrasar un par de ciudades enemigas, exterminar a los guerreros y vender luego a la población como esclavos, para que el resto del país agachase la cabeza y se sometiese a los nuevos amos. Asímismo, en las guerras de religión, el uso de la crueldad institucional era casi normativo para provocar los cambios de fe y eliminar aquellos elementos más combativos dispuestos a morir por sus creencias. Incluso en épocas como el siglo XVIII, cuando la guerra estaba sometida a leyes estrictas y casi había devenido un pasatiempo inocuo de los reyes, existían casos en que las atrocidades estaban permitidas por ese mismo orden. Por ejemplo, si una plaza en la que se había abierto brecha en su fortificaciones no se rendía, estaba permitido pasar a cuchillo a la guarnición.

No obstante, en esas mismas guerras en las que no se hacían prisioneros, se saqueaban ciudades enteras y se ejecutaba a cualquier resistente, había unos límites implícitos que raramente se cruzaban. Salvo excepciones - ésas precisamente que terminaban por convertirse legendarias y que por eso mismo han llegado hasta nosotros - el conquistador no estaba interesado en exterminar a la población nativa. Le bastaba desplazar a las élites, que si tenían que temer ser deportadas o ejecutadas, mientras que la inmensa mayoría de la población, los trabajadores del campo, pasaban de un amo a otro sin apenas notarlo.

Lo característico del siglo XX, por el contrario, es que se persigue la erradicación de poblaciones enteras, bien por la deportación, bien por el exterminio. No hay posibilidad de salvación, ni pasándose al enemigo, ni aceptando el yugo de los conquistadores, ni siquiera siendo reducido esclavo. La persona está condenada de antemano por su pertenencia a un grupo étnico o religioso,  clasificación de la que es imposible escapar.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Buscando al otro


Si bien la exposición dedicada a los Fauves en la fundación Mapfre me parecía un poco más de lo mismo, no me ocurre lo mismo con la de dedicada al fotógrafo Bruce Davidson en su sede vecina. Por suerte, la Mapfre sigue con su vocación de trazar la historia entera del arte de la fotografía, lo que para los que apenas sabemos algo de ese arte constituye una auténtica bendición.

Aparentemente, Davidson pertenecería a esa región limítitrofe entre el fotoperiodismo declarado y la crónica social. Una zona estética que, como sabrán, suele concebirse como la tierra nativa de las esencia de ese arte - y de otros como el cinematográfico -, muy alejada y contrapuesta de los caminos de la abstracción y el preciosismo, ambas variantes de ese arte por el arte que tan buenas cosechas ha producido en otros ámbitos estéticos. Es cierto que las fotografías de Davidson tienen como tema central al ser humano, junto con los ambientes que habita, pero no es menos cierto que su estilo no acaba de concordar con lo que sería un arte testimonial y documental, mucho menos con aquel que propone denuncia y combate.

Un breve instante

Big Ben, André Derain
Para mí, la exposición Fauves, dedicada a ese movimiento artístico de la vanguardia, y abierta en la Fundación Mapfre madrileña tiene graves problemas. Tres, concretamente.

El primero proviene de la propia naturaleza de ese movimiento. Los Fauves - es mejor referirse a ellos así, en plural - desencadenaron en 1905 la larga lista de revoluciones pictóricas que ocuparía toda una década hasta 1914 y que constituyeron la primera ola de las vanguardias artísticas - luego vendría el tiempo del dada y el surrealismo, la abstracción, los muchos informalismos de los cincuenta, o el pop de los sesenta -. Todo ello a pesar de que nunca fueron un grupo cerrado ni desarrollaron una teoría artística. De hecho, su huella en la historia del arte casi puede restringirse a ese año de 1905 y a la explosión de color que motivó el propio apodo despreciativo de fauves.

Tras ello, cada uno de los muchos pintores que suele adscribirse al grupo - Matisse, Derain, Dufy, Vlaminck, Rouault, tantos otros - siguió un camino independiente que en algún caso les llevó a repudiar, o al menos contradecir, ese momento de gloria. Ocurre así que prácticamente sólo Matisse conservó la pasión por el color que se suele atribuir a los fauves,  mientras que un pintor de primera fila como Derain, quien estuvo a punto de descubrir y trazar la abstracción antes de tiempo, se perdió en el laberinto de los neoclasicisimos y las appel-à-l'ordre, desembocando en una inmerecida irrelevancia. Otros, como Rouault, siempre estuvieron al margen, más cercanos a un expresionismo descarnado de raíz germana, mientras que otra estrella como Dufy solo se descubrió a sí mismo en los años treinta, cuando comenzó a utilizar una paleta sin restricciones, casi como si hubiese vuelto a 1905.

La exposición fracasa, por tanto, en trazar ese movimiento centrífugo del grupo, en constatar el mucho trecho que recorrieron después y como algunos, como mi amado Derain, se extraviaron irremediablemente. Parte de la culpa se debe, obviamente, a la dificultad de conseguir el préstamo de obras clave y nos lleva al segundo problema: la prevalencia de fauvistas de segunda fila entre las obras expuestas.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Leyendo a Camus (y XI): Le premier Homme

Le mer était douce, tiède, le soleil léger maintenant sur les têtes mouillées, et la gloire de la lumière emplissait ces jeunes corps d'une joie qui les faisait crier sans arrêt. Ils régnaient, sur la vie et sur la mer, et ce que le monde peut donner de plus fastueux, ils le recevaient et en usaient sans mesure, comme de seigneurs assurés des leurs droits leur richesses irremplaçables.

Albert Camus, Le premier Homme

El mar era suave, cálido, el sol ligero sobre las cabezas mojadas y la gloria de la luz llenaban los jóvenes cuerpos de una alegría que les hacía gritar sin cese. Reinaban sobre la vida y el mar, y aceptaban y usaban sin mediad aquello que el mundo puede dar de más fastuoso, como si fueran señores seguros de sus derechos sobre riquezas irremplazables.

Resulta curioso que la obra de Camus se concluya con una novela cuyo tema suele ser elegido por los escritores noveles: la narración figurada de la infancia y juventud del propio escritor.

Aunque ese enfoque suele aconsejarse como la mejor vía para comenzar una carrera literaria - el famoso "escribe de lo que conozcas" -, no deja de ser difícil y peligroso. En la mayoría de los casos conduce a escritores de una sola obra, puesto que agotada la mina de los propios recuerdos, no saben ya encontrar otros yacimientos narrativos que explotar. Es cierto que hay excepciones, grandes excepciones, como el Mann de Die Buddenbrook (Los Buddenbrock) o el Musil de Die Verwirrungen des Jungen Torless (Las tribulaciones del joven Torless), pero en ambos casos no se trata de unas confesiones más o menos disimuladas, sino de la reconstrucción manipulada de un ambiente social y un tiempo histórico. La creación, en definitiva, de algo nuevo, a partir de materiales extraídos de la propia biografía del escritor, pero que para cuya identificación y separación correcta requieren una investigación en profundidad. La voz del protagonista del relato, por tanto, no coincide ya con la del escritor, sino que se ve desplazada - destilada y sublimado -  hacia otros ámbitos temáticos, precisamente los que permiten el salto hacia una obra posterior.

lunes, 31 de octubre de 2016

De derrotas transformadas en victorias

Falso anuncio de falsa venta por falsa quiebra del falso Museo de Arte Moderno creado por Marcel Broodthaers

Mientras que algunas instituciones, como la Thyssen o la fundación Mapfre, parecen competir en ver quién trae más impresionistas a sus salas, otras, afortunadamente, intentan ir un poco más allá, ofreciendo nuevas visiones y experiencias a quienes, como yo, no pasan de aficionados con interés. De una de estas exposiciones distintas, y por ello mismo imprescindibles, ya le hablé hace un par de semanas, con ocasión de la muestra de Arte Sonoro que se puede visitar en la Juan March.Otra no menos interesante y no menos esencial, es la que se ha abierto en el Reina Sofía, dedicada al artista belga Marcel Broodthaers.

Desde un punto de vista clásico, incluso para los admiradores de unas vanguardias históricas domesticadas ya hace mucho, Broodthaers puede parecer un artista plástico inclasificable e incómodo. Uno de tantos que se dedica a crear obras opacas. crípticas, cuyas claves sólo las conoce él, nadie más. En ese sentido, su primer rasgo discordante es que se trata de un creador que convirtió un fracaso inicial personal, completo y casi definitivo, en un triunfo deslumbrante. 

Su primera vocación fue la de escritor, en concreto, de poeta, de cuya  frustración habría de surgir un tipo de arte que se regodeaba y gozaba en las mismas derrotas que había sufrido. Esa caída inicial tiene fecha y es fácil de trazar, ya que cuando uno de los libros de poesía de Broodthaers no llegó a venderse, él artista procedió a una destrucción ritual de los ejemplares devueltos. Sin arredrarse, ni desanimarse, tachó las líneas de sus poemas, cubrió las páginas con láminas de madera, e incluso sumergió ejemplares enteros en cemento.

Lo que no se había querido leer, ahora sería ilegible para siempre. Con esa acción, esos versos fallidos eran dotados de significado, se transmutaban en una nueva categoría artística. Única y plena.

martes, 25 de octubre de 2016

El gozne (V)

Trotz aller Nuancierung sollte die fundamentale Tatsache nicht übersehen werden, dass sich Verlierer und Gewinner der kolonisierenden Landnahme leicht unterscheiden lassen. Mochten auch einige nichteuropäische Völker, etwa die Maori in Neuseeland, der Invasion erfolgreiche Widerstand entgegensetzte als andere: Die globale Offensive gegen tribale Lebensformen führte fast überall zur Niederlage von Urbevölkerung. Einheimische Gesellschaften verloren  ihre traditionellen Subsiztenzgrundlagen, ohne dass ihnen gleichzeitig Plätze in der neuen Ordnung ihres eigenen Landes angeboten wurden. Wer nicht rücksichtslos verfolgt wurde, den unterzog man Prozeduren der Zivilisierung, die auf der völlige Entwertung der traditionellen einheimischen Kultur beruhten. In diesem Sinne entstanden bereits im 19. Jahrhundert jene "trauriges Tropen", über die Claude Lévi-Strauss 1955 bewegend geschrieben hat. Die große Attacke gegen diejenigen, die Europäer und Amerikaner als "Primitive" bezeichneten, hinterließ tiefere Spuren als die dem ersten Anschein nach dramatischere Kolonisierung solcher Nichteuropäer, die als Untertanen immerhin einen wirtschaftlichen Nutzen versprachen

Jürgen Osterhammel, La transformación del Mundo

A pesar de todos los matices no se deben menospreciar el hecho de que en poco se diferencian vencedores y vencidos durante la apropiación colonizadora. Aunque algunos pueblos extraeuropeos, como los Maoríes de Nueva Zelanda, consiguieron resistirse con más éxito a la invasión, la ofensiva global contra las formas de vida tribales condujo a la derrota de las poblaciones originales. Las sociedades nativas perdieron sus medios de subsistencia tradicionales, sin que se les ofreciera de inmediato un puesto en el orden nuevo de su propia tierra. Quienes no fueron perseguidos sin cuartel, sufrieron procesos de civilización que produjeron la desvalorización de la cultura nativa tradicional. En ese sentido se construye precisamente en el siglo XIX esos "tristes trópicos" de los que  Claude Lévi-Strauss había escrito sentidamente en 1955. El gran ataque contra quienes Europeos y Ameriocanos consideraban como "primitivos" dejó tras de sí huellas más profundas que las que se pueden apreciar a primera vista en las colonización dramática de estos No-europeos, a los que se suponía una utilidad económica en tanto que subordinados.

Otro de los cambios irreversible que trajo el siglo XIX fue la desaparición de la frontera. No de las fronteras que conocemos ahora, lo que los anglosajones llaman border, sino de la frontera en singular, tal y como se concibe en el término frontier. Hay que recordar que hasta el siglo XIX ninguna frontera era estanca en el sentido moderno, donde es casi imposible que la población de un país pasase libremente al otro, excepto en situaciones de guerra, disolución del estado o, en los menos de los casos, previo a una unificación en entidades mayores, como la Unión Europea.

Antes del siglo XIX, las fronteras eran porosas, debido a la incapacidad de los estados para controlar las poblaciones a ambos lados de sus límites. De hecho, el establecimiento de una frontera al modo actual implicaba que esta fuera militar, al estilo de la muralla china, los limes imperiales romanos, o la frontera militar austriaca contra el Imperio Otomano. Esa fijación de fuerzas militares que actuaban como dique se convertía casi inevitablemente en una sangría financiera para el estado que las creaba, que acababa por dar la vuelta al sentido originario de su misma fundación. No se trataba ya de una medida para defender el imperio, sino que el Imperio acababa por vivir para mantener a esa frontera. Una relación simbiotica/parasitaria que llevaba a que el fracaso de uno de los dos factores acarrease el hundimiento del otro.

domingo, 23 de octubre de 2016

La lista de Beltesassar (CXLVIII): The Mask Man (1971) Jeff Hale

Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de The Mask Man (El Enmascarado),  realizado en 1969, aunque estrenado en 1971, por  el animador norteamericano Jeff Hale sobre audio del humorista Lenny Bruce.

Lo primero pedirles disculpas por no incluir capturas. Las versiones de este corto que he podido encontrar por los youtubes son de muy mala calidad, aparentemente obtenidas todas del mismo VHS; mientras que la animación, como tal, ni es memorable ni brillante. Pertenece a esa edad obscur de la animación americana en los 60 y 70, cuando las producciones televisivas rivalizaban en producir la animación más barata y de peor calidad, mientras que un coloso del pasado como Disney parecía haber perdido completamente el norte, conformándose con copiarse a sí mismo una y otra vez.  Otra cosa era el mundo de la animación experimental y vanguardista que en aquel tiempo, como en muchos otros ámbitos, creyó poder propiciar una revolución fundamental de la sociedad y cultura occidentales, pero se quedó en nada... o favoreció una transformación de signo completamente contrario.

The Mask Man es así una obra que tiene más interés histórico que artístico, y eso sólo para el público de los EEUU. La excusa del corto es ilustrar una grabación en directo de uno de los números cómicos del humorista Lenny Bruce, perteneciente a ese género que en América se llama stand-up comedy y que nosotros como loros de repetición, hemos descubierto y copiado hasta la saciedad en estas últimas décadas, cuando ya existía desde siempre - piénsese sólo en Gila o Tip y Coll - sólo que lo llamábamos humorista a secas. En ese género, Bruce se distinguió por comenzar otra tradición que se ha convertido también en característica de ese país: forzar los límites de lo que se podía decir en escena, para probar hasta que punto era sincero el compromiso de la sociedad con la libertad de expresión proclamada su democracia. Una postura que le tornaba en humorista político y que le llevó a frecuentes enfrentamientos con las autoridades y la derecha más rancia... y me temo que hoy le enemistaría con tantos puritanos de izquierdas como abundan.

El interés del corto se agota así en escuchar a un humorista mítico, al igual que hacemos nosotros con las grabaciones venerables de Gila o de Tip y Coll, sólo que esta vez en ilustración animada. Es precisamente en esta traducción a otro formato donde se encuentra el gran defecto de The Mask Man, incapaz de remedar la libertad y efervescencia verbal Lenny Bruce. Ocurre que aunque intenta adoptar las formas de la vanguardia, ese estilo anguloso y esquemático propio de la UFA y de la escuela de Zagreb, lo hace de forma torpe y rutinaria, sin imaginación ni audacia. Como si para ser moderno y transgresor bastase con adoptar la pose, sin necesitar dar un paso más allá, hacia lo desconocido. Lo que precisamente constituía la base del humor abrasivo de Bruce.

De esa manera, a pesar de todos los problemas que experimentó el corto y de las muchas censuras y prohibiciones a las que se vio sometido, ahora nos parece no una obra transgresora y contestataria, sino un ejemplo más, otra confirmación añadida, de ese pozo estético en el que se vio atrapada la animación americana, tras su edad de oro de 1930 a 1960.

No les entretengo más. Como siempre les dejo aquí el corto. Échenle un vistazo, si quieran, pero sólo como curiosidad, como recuerdo de un tiempo que, literalmente, parece pertenecer a otro siglo completamente distinto al nuestro.