¿Conoce el experimento de Collenger? Se le considera una tontería. Es cierto que no era un verdadero mirmecólogo, sólo un aficionado. Dividió un termitero de arriba abajo e insertó en medio una placa de acero, para que las hormigas no pudieran comunicarse de ninguna manera. El termitero era bastante nuevo, las hormigas no habían hecho más que empezar a construirlo. Después de seis semanas retiró la placa. Resultó que los nuevos túneles habían sido construidos de tal modo que sus bocas, a cada lado de la barrera, se correspondían exactamente; no se alejaban ni un milímetro, ni vertical ni horizontalmente. De la misma forma en que los hombres construyen un túnel, comenzando las obras simultáneamente en ambos lados de la montaña y encontrándose en el medio. ¿Cómo se comunicaban las termitas a través del acero? Y luego está el experimento de Gruss, que tampoco se ha verificado. Mantenía que si matabas a la termita reina, las obreras que estaban a varios cientos de metros del hormiguero se mostraban agitadas inmediatamente y regresaban al nido.
Stanislaw Lem, Fiasco
Ya les he contado mi (re)descubrimiento de Lem, gracias a esa obra única, digna de figurar entre lo mejor de la literatura universal, que es Vacío perfecto. Esa novela experimental pertenece a una serie que el propio Lem llamó Biblioteca del siglo XXI, a la que pertenecen Cantidad imaginaria, Golem XIV y Provocación, en las que el autor continúo perfeccionando su idea de una compilación de prólogos a obras literarias imaginarias. No obstante, aunque todas sean muy notables sólo Golem XIV llega a acercarse al remolino intelectual que era Vacío perfecto, quizás porque todas ellas, al ser continuaciones del modelo de esa primera novela, han perdido su aura de novedad y saben a cosa ya conocida, previsible.
La única, como digo, que llega a rozar las alturas de Vacío perfecto es Golem XIV, pero lo consigue de forma un tanto lateral. Esta obra sólo contiene un prólogo de extensión desmesurada, cuyo desarrollo lo acerca a una novela más tradicional - aunque su contenido siga siendo dinamita -, en este caso del género con que se suela asociar a Lem, la ciencia-ficcion.
Y antes de continuar, un inciso, más bien una advertencia. Parafraseando a un pensador español que hablaba de Ramón y Cajal: Lem no es una gloria de la ciencia ficción, sino más bien una vergüenza, ya que a su luz cegadora, la mayoría de los autores y obras de ese género se demuestran como lo que son, absolutas naderías. O dicho de otro modo, excusas para pasar el tiempo con relatos anticuados de aventuras que pretenden pasar por modernidad, incluso por profundas meditaciones filosóficas, lo que es aún mucho peor.
Dicho esto, vayamos con Fiasco, la última novela que he leído de Lem, buscando ya conocer al autor que se hizo un nombre en el género de la Ciencia-Ficción, antes de sorprender a todos como escritor experimental y posmoderno.
Stanislaw Lem, Fiasco
Ya les he contado mi (re)descubrimiento de Lem, gracias a esa obra única, digna de figurar entre lo mejor de la literatura universal, que es Vacío perfecto. Esa novela experimental pertenece a una serie que el propio Lem llamó Biblioteca del siglo XXI, a la que pertenecen Cantidad imaginaria, Golem XIV y Provocación, en las que el autor continúo perfeccionando su idea de una compilación de prólogos a obras literarias imaginarias. No obstante, aunque todas sean muy notables sólo Golem XIV llega a acercarse al remolino intelectual que era Vacío perfecto, quizás porque todas ellas, al ser continuaciones del modelo de esa primera novela, han perdido su aura de novedad y saben a cosa ya conocida, previsible.
La única, como digo, que llega a rozar las alturas de Vacío perfecto es Golem XIV, pero lo consigue de forma un tanto lateral. Esta obra sólo contiene un prólogo de extensión desmesurada, cuyo desarrollo lo acerca a una novela más tradicional - aunque su contenido siga siendo dinamita -, en este caso del género con que se suela asociar a Lem, la ciencia-ficcion.
Y antes de continuar, un inciso, más bien una advertencia. Parafraseando a un pensador español que hablaba de Ramón y Cajal: Lem no es una gloria de la ciencia ficción, sino más bien una vergüenza, ya que a su luz cegadora, la mayoría de los autores y obras de ese género se demuestran como lo que son, absolutas naderías. O dicho de otro modo, excusas para pasar el tiempo con relatos anticuados de aventuras que pretenden pasar por modernidad, incluso por profundas meditaciones filosóficas, lo que es aún mucho peor.
Dicho esto, vayamos con Fiasco, la última novela que he leído de Lem, buscando ya conocer al autor que se hizo un nombre en el género de la Ciencia-Ficción, antes de sorprender a todos como escritor experimental y posmoderno.