The corporate mythology has it that Nike is a sports and fitness company because it was built by a bunch of jocks who loved sports and were fanatically devoted to the worship of superior athletes. In reality, Nike's project was a little more complicated and can be separated into three guiding principles. First, turn a select group of athletes into Hollywood-style superstars who are associated not with their teams or even, at times, with their sport, but instead with certain pure ideas about athleticism as transcendence and perseverance -embodiments of the Graeco-Roman kideal of the perfect male form. Second, pit Nike's "Pure Sports" and its team of athletic superstars against the rule obsessed established sporting world. Third, and most important, brand like mad.
Naomi Klein. No Logo
La mitología corporativa presenta a Nike como una compañía dedicada al deporte y bienestar físico porque fue fundada por un puñado de aficionados, amantes de los deportes y dedicados fanáticamente a la adoración de atletas superiores. En realidad, el proyecto de Nike es un poco más complicado y puede dividirse en tres principios fundamentales. Primero, convertir un grupo selecto de atletas en superestrellas al estilo de Hollywod, sin asociarlas con sus equipos o incluso, en ocasiones, con su deporte, sino con ciertas ideas puras del ejercicio atlético como transcendencia y perseverancia -encarnaciones del ideal Grecorromano del cuerpo masculino perfecto. Segundo, enfrentar el "Deporte Puro", promovido por Nike y su equipo de superestrellas atléticas, contra el edificio inamovible, obsesionado por las reglas, del mundo deportivo. Tercero, y aún más importante, pon tu marca en todos los lugares.
Si recuerdan, el ensayista italiano Alessandro Baricco, en su defensa del New Brave World que habitamos, se deshacía en elogios ante esas multinacionales que habían convertido su marca en objeto de deseo. Un símbolo que todos, casi sin excepción, deseamos poseer, sin importar qué objeto es el que se nos vende, ni mucho menos su calidad. Acertaba en diagnosticar uno de los rasgos característicos de nuestra mundo contemporáneo, pero no en sus causas ni en sus consecuencias. Todo su análisis resultaba superficial, cuando no interesado, una tautología en que sus aspiraciones de mejora imparable-vivimos en el mejor de los mundos posible, como pensaba el Pangloss del Cándido de Voltaire-, eran justificadas mediante fantasmagorías.
En realidad, esa rarefacción creciente del artículo y el fabricante, junto la marca que representa a ambos, es tanto un símbolo de la evolución socioeconómica de Occidente -y por ende, del mundo- en las últimas décadas, como causa y motor de las mismas. Su análisis, junto con sus repercusiones y ramificaciones, plenas en demasiados aspectos obscuros, llevan a Naomi Klein 500 páginas de letra apretada, en este No logo que comienzo a comentarles y que creo que me va a llevar varias entradas. Pero vayamos por partes.