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domingo, 6 de diciembre de 2020

Segundas partes...

Como ya sabrán, RahXephon (2002, Yutaka Izubuchi) es una de mis series de anime favoritas. La he revisado un par de veces durante este año absurdo y sigue igual de sólida que hace tres lustros, aparte de el claro envejecimiento de sus aspectos técnicos. Entre sus virtudes, contar una historia donde cada respuesta lleva al espectador a nuevas preguntas, manteniendo al espectador en continua tensión. Sin embargo, esto no supone una huida hacia delante: cuando se revisa, asombra ver lo bien que está todo atado, de manera que pequeños detalles aislados al principio de la serie cobran importancia capital en el tramo final. Tampoco hay que olvidar la importancia que da a las relaciones entre personajes, llevadas a primer plano y ocupando episodios enteros, o el contar con un reparto multigeneracional dondecada secundario es caracterizado con precisión, con un lugar determinante en la trama.

La fama de la serie en su día fue tal -por desgracia, ahora ha caído en el limbo de lo no reeditado-,  que llevó a que se filmase una película, RahXephon; Pluralitas Concentio (2003, Tomoki Kyoda) para aprovecharse de su éxito. El riesgo, obviamente, es no quedar a la altura del producto original, lo que se intenta evitar con tres estrategias principales, cada una con sus desventajas: el recopilatorio, la continuación o la reescritura. En el caso del recopilatorio, los cortes necesarios para embutir 8 horas de metraje -duración media de una serie larga- en dos horas escasas pueden dejarla reducida a una escueta sinopsis, de la que se han eliminado personajes y escenas esenciales. Por su parte, la continuación corre el peligro de ampliar artificialmente lo que estaba ya concluido, hinchándolo hasta hacerlo irreconocible y desvirtuando -traicionando- el planteamiento original. Por último, la reescritura exige un talento especial para hacerse con el producto de otro, transmutarlo y darle una nueva validez.

RahXephon; Pluralitas Concentio pertenece a este tercer tipo. Por desgracia, queda muy por debajo de la serie original y, en ocasiones, llega a ser insufrible. Para ser justos, tiene una gran virtud, consistente en cambiar el punto de vista: si la serie estaba rodada desde el punto de su protagonista, Ayato Kamina, la película está rodada desde el de otro personaje principal: Haruka Shitow. Ese cambio no es baladí  y afecta a la estructura y la narración. En la serie, Ayato, como los espectadores, desconoce el mundo en el que ha sido arrojado, por lo que su camino de aprendizaje, con la consiguiente confusión que lo acompaña, refleja el de los espectadores. En el caso de Haruka, por el contrario, ella ya sabe la respuesta a la mayor parte de los  enigmas que pueblan la serie, por lo que su conflicto es decidir cuándo deberá revelarlos a Ayato.

Es premisa narrativa es lo bastante interesante como para que la película no hubiera desmerecido a la serie. Por desgracia, no fue así. Bajo la dirección de Kyoda, gran parte del metraje de Pluralitas Concentio se gasta en info dumps, ya desde el propio inicio de la serie. Se elimina así esa tensión, ese ansia por desvelar el misterio, que era característico de la serie, mientras que ahora se desciende a mero espectáculo de tortas en intrigas, en lo que tampoco convence. Es cierto que la acción, como en la serie, se intenta compensar añadiendo un mensaje místico/filosófico, pero éste es tan simple y primario, tan mal plasmado en imágenes, que suena a falso y forzado. Más aun cuando se compara con la sutileza de la serie original, que iba revelando sus secretos con parsimonia, además de acompañarlo con imágenes muy sugerentes, de ésas que quedan en la retina del espectador, sin despintarse.

Esa falta de imaginación de la película queda subrayada por la reutilización continua de escenas de la serie, trasladadas y adaptadas a un contexto distinto. El resultado, para el espectador acostumbrado a la serie, es de discordancia estridente, ya que el recuerdo de su significado original impide apreciar su nueva intencionalidad, además de revelar su torpeza. No ayuda tampoco que se haya aplicado el hacha a buena parte del reparto, se hayan eliminado tramas y relaciones secundarias, o que se hayan remozado otros personajes para cubrir los huecos que quedaron tras esas manipulaciones. Lo que queda es un batiburrillo, con acciones contradictorias, personajes cuyas motivaciones son incomprensibles y caracteres que han quedado reducidos a meros esbozos. No voy a entrar en detalles, pero, por ejemplo, un personaje central en la serie, que no se podía eliminar sin derrumbar todo el edificio, permanece en estado catatónico durante todo el metraje, hasta que, sin venir a cuento, se necesita que entre en escena, cual deus ex machina de antaño.

En conclusión, una película prescindible, a la que lo mejor que podría haberle pasado es que ciertas escenas se hubieran desgajado de ella para incluirlas en la serie.

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