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sábado, 26 de enero de 2019

Historia(s) de España (I):

Aparte de las defensas y de las viviendas, sólo se conoce un tipo de monumento que debe suponerse con destinación religiosa o funeraria. El prototipo fue hallado en la citanía de Briteiros en 1930, y fue rápidamente famoso porque, entre otras cosas, permitió aclarar el destino de la llamada Piedra Formosa, sobre el que se habían hecho diversas hipótesis. El monumento consiste en tres cámaras rectangulares rematadas por otra de planta de herradura. La primera, llamada atrio, tiene acceso por una escalera lateral y comunica con la segunda cámara, en cuyo fondo, a modo de puerta para comunicar con la galería siguiente, se halló una gran losa con la parte superior en triángulo (para sostener una cubierta a doble vertiente) decorada con relieves geométricos, comparable, tanto por su forma como por su decoración, con la Pedra Formosa. Dicha galería cubierta accede al fondo del monumento, constituido por la citada cámara, de planta ultracircular o de herradura, cubierta por falsa bóveda. 
La citada Pedra Formoso muestra que en la citania de Briteiros existió por lo menos otro monumento de tipo similar, pero existen paralelos - más o menos exactos en los detalles, pero idénticos en cuanto a la disposición general - en otros poblados del área castreña: Pendia, Coanha, Santa Maria das aguas Santas - en este caso convertida en cripta de un templo cristiano.

Historia de España de Tuñón de Lara. Tomo 1, Introducción, Primeras Culturas e Hispania Romana. Manuel Tuñón de Lara, Miquel Taradell, Julio Mangas

Hace ya tiempo, me embarqué en la lectura en paralelo de dos historias de España multivolumen: la dirigida por el hispanista inglés John Lynch, de la década de 1990, enfrentada a la dirigida por los historiadores españoles Fontana y Villares, en la primera década de este siglo. Ninguna llegaba a ser una obra del todo redonda, puesto que el interés de cada tomo dependía mucho de la capacidad de su autor. Los había incluso que quedaro desfasados al poco, como el tomo de la Fontana/Villares dedicado a la evolución económica de España en el siglo XX, culpable de un triunfalismo que la Gran Recesión pronto demostró huero.

Estos han sidos los intentos más recientes por escribir una historia completa de España que no fuera un mero resumen esquemático, pero debido a mi edad recuerdo haber conocido y consultado dos anteriores. Uno fue la historia dirigida por Menéndez Pidal, sin acabar a su muerte, y a la que la pierde su inmensa magnitud y el largo periodo temporal de su composición. Hay tomos enteros que no tienen otro valor que el de reflejar el estado del conocimiento en el momento de su redacción, tanto por los avances posteriores de la investigación como por el hecho de haber sido escritos bajo el franquismo, régimen para el que la historia debía ser una justificación épica de su existencia. Precisamente, para ofrecer una visión de la historia limpia de manipulaciones nacionalistas, fascistas y nacionalcatolicas, en 1980 se empezó se comenzó a publicar otra Historia de España, la de Tuñón de Lara, quien pretendía recuperar la tradición científica de la república, quebrada por la guerra civil y la dictadura

Les confieso que tenía ganas de volver a leer esa Historia de España de Tuñón de Lara, así que me he ido  haciendo con todos los tomos. Sin embargo, les debo decir que me ha desilusionado bastante y además, eso es lo peor, por las mismas razones que lo provocaron en los años ochenta, cuando leí algunos de esos tomos gracias a la biblioteca de mi colegio y a la de la oficina de mi padre. Lo que no quita que haya otros tomos, como el dedicado a la España Musulmana o a la América Hispana que sean excepcionales. Aun así, la tónica es de mediocridad.

Pero vayamos por partes. Empecemos por el primer tomo.


El principal problema no es que este primer tomo se halla quedado anticuada, cosa normal e inevitable. La investigación ha avanzado a pasos agigantados y hace cuarenta años no se había excavado el yacimiento de Atapuerca ni los templos-palacios tartésicos de Cancho Ruano o el Turuñuelo. Aun así, a pesar de estar desfasado, este tomo podría ser más que interesante, al constituir una mina de datos que luego interpretar a la luz de los nuevos conocimientos. Sin embargo, la impresión que se saca al terminar la lectura es de confusión, de no haberse enterado de nada y de haber aprendido aun menos. Esto se debe a que los escritores parecen no haber tenido claro cual era su  público, si el especializado o el general, de forma que en demasiadas veces parecen estar hablando en exclusiva para personas enteradas. Los conocedores de un contexto que el aficionado medio podría desconocer y que incluso ahora se pueda perder para los expertos, para quienes los debates de antaño ya han sido resueltos o han sido substituidos por otro.

El caso más claro es la mención en el libro al problema del Vaso Campaniforme. Se menciona, sí, pero no se explica, con lo que es imposible comprender por qué es tan importante, o al menos lo era para la arqueología cultural. La cuestión es que ese paradigma arqueológico, hegemónico hasta la década de los sesenta, y en países como España, hasta los 80, identificaba hallazgos tipo que adscribía a culturas diferenciadas, "estancas" e "incomunicables". No podía haber culturas "mixtas" ni mucho menos dos objetos tipo coincidentes en el tiempo. Pues bien, eso es lo que pasaba con el vaso campaniforme, pieza de ajuar funerario característica de una supuesta cultura de ese nombre, que siempre aparecía en yustaposición con utillajes y ajuares de otras culturas muy distintas. Como si en medio de esas culturas hubiesen existido "colonias", "enclaves" y "embajadas" de otros pueblos.

Hoy se interpreta el vaso campaniforme como un objeto de prestigio de las elites, que se difundió entre culturas muy dispares, sin implicar colonizaciones, conquistas, ni trasvases de población. Sin embargo, el problema no es esa ignorancia comprensible, sino la falta de explicaciones y el supuesto de que el planteamiento del problema era archiconocido para los lectores. De hecho, si no se quería incluir explicaciones en regla dentro el texto principal, hubiera bastado llevarlas a las notas, o incluir una referencia de consulta. Pero no se hace ni lo uno ni otro, y no sólo en este caso, sino de manera sistemática.

Por poner otro ejemplo. Lean el texto que abre esta entrada. En ella se hace una referencia a la Pedra Formosa y como un yacimiento en Briteiros ha ayudado a comprender su sentido y finalidad. Sin embargo ¿qué es la tal Piedra Formosa? No aparece explicado en ninguna parte. De hecho, si se va a los índices onomásticos y de topónimos, tampoco aparece allí, por lo que es imposible reunir otras posibles referencias dispersas por el libro. Ahora, en la era de la internet y de Wikipedia, esto no tiene importancia. En pocos segundos he encontrado fotos de la Pedra Formosa original, averiguado que es un fenómeno del norte de Portugal y constatado que existen múltiples Pedras Formosas. Es decir, que es una categoría de monumentos religiosos típica de la cultura de los consta. Sin embargo, en la época preinternet y pregoogle, reunir esta información hubiera supuesto muchas horas de consulta en la Biblioteca y, sobre todo, muchísima suerte para dar con el libro apropiado. Pueden comprender, por tanto, que me tirase de los pelos. Entonces y ahora.

Esto en lo referente a la prehistoria y protohistoria de la península, pero la situación no mejora cuando nos trasladamos a la segunda parte, la de la Hispania Romana. Allí surgen dos problemas insolayables, la variedad y riqueza de las fuentes en los siglos II y I a.C, y el silencio casi absoluto en los siglos I al IIO d.C. Riqueza, la primera, que en realidad no es tal, puesto que los historiadores romanos sólo nos cuentan campañas y conquistas. Los pueblos prerromanos sólo son traídos así a la luz para constatar su derrota, de manera que desconocemos cómo eran antes de la llegada de Roma, cómo los transformó el contacto con la potencia itálica y cómo fueron romanizados. Fenómeno crucial en la historia de la península, el de la romanización, pero que queda oculto por ese silencio impenetrable de las fuentes del Imperio, desinteresadas en narrar los sucesos en las provincias en paz o alejadas de las fronteras. Así, la historia de la Hispania Romama se queda en lista de emperadores, referencias de geógrafos y enciclopedistas, como Estrabón y Plinio, o los datos nebulosos que se puedan extraer de la arqueología.

Problemas y carencias que no son particulares a este libro, sino que afectan a todos los demás intentos de interpretar la Hispania Romana que leído, incluso los muy recientes.

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