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martes, 21 de febrero de 2017

La red y la expansión (II)

Aber Johann hat ein drittes Eisen im Feuer. Ebenfalls 1487 schickte er zwei Späher aus, die als Moslem verkleidet die Islamische Barriere überwinden sollten. Das Florentiner Bankhaus Marchioni war an der Finanzierung des Unternehmens beteiligt. Alfonso de Paiva hatte Briefe an der Priester Johannes dabei, den man inzwischen mit der Negus im Abessinien identifizierte. Pero da Covilha, ein sprachenkundiger Abenteurer, den man heute wohl als berufsmäßigen Geheimagenten bezeichnen wurde, sollte Indien erkunden. In Kairo trennten sich; de Paiva starb bald danach. Da Covilha fuhr auf den Seeweg nach Indien, erkundete die Malabarküste und das Gewürzgeschäft auf das genaueste und muss auf dem Rückweg den Persischen Golf und die afrikanische Ostküste besucht haben. Denn im seinen Bericht, den er 1490 von Kairo aus durch einen Juden, der im Auftrag des Königs auf ihn wartete, nach Lissabon schickte, betonte er, dass Sofala (im heutigen Mosambik), wohin er gelangt hat, von Guinea auf dem Seeweg rund um Afrika erreicht werden konnte. Dann ging Covilha nach Äthiopien, wo er zu hohen Ehre, einer Ehefrau und zahlreichen Kinder gelangte, aber bis zu seinem Ende festgehalten wurde.

Wolfang Reinhard, Die Unterwerfung der Welt (El sometimiento del mundo)

 Pero Juan (II de Portugal) tenía una tercera prioridad. En todo caso, en 1487 envío dos exploradores, disfrazados como Musulmanes, para que cruzasen la barrera islámica. La banca florentina Marchioni participó en la financiación de la empresa. Alfonso de Paive llevana cartas para el Preste Juan, quien se identificaba ahora con el Negus de Abisinia. Pero da Covilhn, un aventurero políglota, quien ahora sería similar a un experto agente secreto, debía explorar la India. En el Cairo se separaron y de Paiva murió al poco. Da Covilha siguió las rutas marítimas hasta la India, exploró con detalle la costa de Malabar y el comercio de las especias y debe haber visitado a la vuelta el Golfo Pérsico y la costa este de África, puesto que en su informe, enviado en 1490 del Cairo a Lisboa por mediación de un Judio que le esperaba allí por encargo del rey, señala que Sofala, en el actual Mozambique, ciudad que había visitado,. puede ser alcanzada desde Guinea navegando alrededor de África. Después de esto, Covilla marchó a Etiopia, donde con gran honor, consiguió esposa y muchos hijos, pero permaneció retenido hasta su muerte.

Cuando se comparan los Imperios marítimos de España y Portugal, fundados ambos a primeros del siglo XVI, llama la atención el carácter cataclísmico del primero. En apenas 50 años, de 1490 a 1540, el dominio español sobre gran parte del continente americano, en El Caribe, México, Panamá y Perú, estaba afianzado. En los cuarenta años siguientes, la propia inercia de la conquista llevaría a una segunda expansión hacia Chile, Argentina, Colombia, Venezuela, Centroamérica y Florida - y cruzando el Pacífico hacia las Filipinas - donde definitivamente se detendría hacía 1580. Por otra parte, al contrario que esa ley que nos dice que el tiempo de construir un imperio es proporcional a su longevidad, ese dominio perduraría durante más de dos siglos y medio, hasta 1810 y las guerras de Independencia. Incluso casi otro siglo más en Cuba, Puerto Rico y Filipinas. 

Ningún Imperio Europeo ha tenido esa longevidad, ni ha dejado una huella duradera en las tierras ocupados, a menos que estos estuvieran escasamente poblados, como EEUU, Canada, Australia o Nueva Zelanda. En el caso del imperio portugués contemporáneo en Asia - dejemos Brasil a un lado, por ahora -, llama la atención que tomó casi un siglo el lograr la circunnavegación del continente africano, desde los primeros intentos de Enrique el Navegante hacia 1400 hasta la arribada de Vasco de Gama a Calicut, en la India en 1498. Ese siglo de preparación se corresponde con un siglo de dominio indiscutido en solitario de Portugal sobre el océano Índico - y luego parcialmente en el Mar de la China Sudoriental y en las Molucas - hasta la irrupción de los comerciantes holandeses hacia 1600. Una supremacía que, no se olvide, era muy tenue y frágil, puesto que se limitaba al control de las vías de comunicación navales y la ocupación de algunos puertos estratégicos, como Goa, Ormuz o Malaca.

El balance, por tanto, estaría en contra del Imperio portugués y a favor del castellano, pero esta conclusión es equivocada, engañosa e injusto.

jueves, 16 de febrero de 2017

La red y la expansión (I)

Fest steht, dass im Zuge der Südexpansion des ptölemäischen Ägypten  gegen 100vChr,. Euxodos von Kyzikos zweimal direkt vom Roten Meer nach Indien fuhr und dass vermutlich um dieselbe Zeit ein gewisser Hippalos, der nach Vermutungen der Steuermann des Euxodus gewesen sein soll, das System der Monsune und damit der Möglichkeit der raschen Überquerung des Indischer Ozean für den Westen entdeckte. Die Ptölemaer begannen mit der Ausbau dieser Verbindung, scheinen sie aber wenig genutzt zu haben, auch wenn Kleopatra nach der Niederlage von Aktium die Flucht nach Indient erwog.
Die eigentliche Nutzung dieser neuen Möglichkeit begann erst unter römischer Herrschaft. Der Geographe Strabo berichtet, dass schon unter der ägyptischen Statthalterschaft des  Cornelius Gallus (30-27 v.Chr.) jährlich 120 Schiffe von Myos Hornos  (am südlichen Ende des Golfs von Suez) nach Indien fuhren, während es unter der Ptolemäern kaum zwanzig gewesen waren. Später wurde Myos Hornos von dem weiter südlichen gelegenen Berenice (auf die Breite von Medina bei Ras Benas) als Hauptindienthafen abgelöst. In beiden Fällen wurden die Güter über Land an den Nil und nach Alexandria transportiert. Man fuhr Mitte Juli von Ägypten ab und entlang der Küste nach Süden, um sich im Oktober vom Südwestmonsum nach Indien treiben zu lasse. Nach Eintritt des Nordostmonsum fuhr man dann noch im November oder Dezember von Indien an die Afrikanische Küste züruck und traf in Frühling den nächsten Jahres wieder in Ägypten ein.

Wolfang Reinhard, La conquista del Mundo (Die Unterwerfung der Welt): Historia Global de la expansión Europea de 1415 a 2015

Es seguro, que en la estela de la expansión del Egipto Ptolemaico hacia el sur, hacia el 100 a.C Euxodos de Kizikos viajó por dos veces directamente del Mar Rojo a la India y que probablemente, hacia la misma época, un tal Hippalos, que se supone debía ser el timonel de Euxodos, descubrió para Occidente el sistema de los vientos monzónicos y, por tanto, la posibilidad de una travesía rápida del Océano Índico. Los Ptolomeos comenzarón a trazar ese conexión, pero parecen haberla aprovechado poco, aunque Cleopatra sopesó huir a la India tras la derrota de Actio.
Un aprovechamiento claro de esta nueva posibilidad sólo comenzó durante el periodo romano. El geógrafo Estrabon nos informa, que ya durante el gobierno de Cornelio Gallo sobre Egipto (del 30 al 27 a.C.) partían hacia la India 120 barcos desde Mios Hornos (situado en el parte sur del Golfo de Suez) mientras que en tiempo de los Ptolomeos apenas lo hacían 20. Más tarde Myos Hornos fue substituido como puerto principal del comercio con la India por Berenice, situado aún más al sur (a la altura  de Medina en Ras Benas). En ambos casos, las mercancías eran transportada por tierra hasta el Nilo y luego a Alejandría. Se partía de Egipto a mediados de Julio y se navegaba a lo largo de la costa hacia el sur, para aprovechar en Octubre los vientos monzónicos del Sudoeste para cruzar a la India. Tras la llegada del monzón de noreste se navegaba de vuelta en noviembre o diciembre de la India a la costa de África y para llegar en la primavera del año siguiente a Egipto.

Si han ido siguiendo este blog, habrán podido ver que mis lecturas de este inicio de año giran alrededor de un problema histórico de primera magnitud: el dominio europeo sobre el mundo durante el siglo XIX y la primera mitad del XX. La pregunta que es preciso responder puede resumirse simplemente en por qué Europa y no, por ejemplo, China, la India o el Imperio Otomano, que eran potencias mundiales en el siglo XVII y XVIII. Las respuestas que se han dado han sido muy variadas, especialmente ahora que la repulsa al colonialismo y el eurocentrismo son requisitos esenciales para realizar ese análisis. De ahí se ha derivado que todo estudio histórico sobre la expansión Europea deba ser obligatoriamente global, no sólo teniendo en cuenta la visión de las otras culturas, aparte de la Europea, que estuvieron implicadas en estos procesos, sino buscando un equilibrio en el relato de los hechos y las transformaciones. Equilibrio que no debe consistir en una mera asignación de un mismo número de páginas, sino que debe huir de atribuir una superioridad esencial a Occidente o una inferioridad no menos originaria a Oriente.

jueves, 9 de febrero de 2017

El siglo de Europa (y III)

Otros historiadores adoptan el punto de vista opuesto al de la gran discontinuidad. destacando el hecho de que gran parte de los aspectos más característicos de nuestra época se originaron, en ocasiones de forma totalmente súbita, en los decenios anteriores a 1914. Buscan esas raíces y anticipaciones de nuestra época, que son evidentes. En la política, los partidos socialistas, que ocupan los gobiernos o son la primera fuerza de oposición en casi todos los estados de la Europa occidental, son producto del período que se extiende entre 1875 y 1914, al igual que una rama de la familia socialista, los partidos comunistas, que gobiernan los regímenes de la Europa oriental.* Otro tanto ocurre respecto al sistema de elección de los gobiernos mediante elección democrática, respecto a los modernos partidos de masas y los sindicatos obreros organizados a nivel nacional, así como con la legislación social.
Bajo el nombre de modernismo, la vanguardia de ese período protagonizó la mayor parte de la elevada producción cultural del siglo xx. Incluso ahora, cuando algunas vanguardias u otras escuelas no aceptan ya esa tradición, todavía se definen utilizando los mismos términos de lo que rechazan {posmodernismo). Mientras tanto, la cultura de la vida cotidiana está dominada todavía por tres innovaciones que se produjeron en ese período: la industria de la publicidad en su forma moderna, los periódicos o revistas modernos de circulación masiva y (directamente o a través de la televisión) el cince Es cierto que la ciencia y la tecnología han recorrido un largo camino desde 1875-1914, pero en el campo científico existe una evidente continuidad entre a época de Planck. Einstein y el joven Niels Bohr y el momento actual. En cuanto a la tecnología, los automóviles de gasolina y los ingenios voladores que aparecieron por primera vez en la historia en el período que estudiamos, dominan todavía nuestros paisajes y ciudades. La comunicación telefónica y radiofónica inventada en ese período se ha perfeccionado, pero no ha sido superada. Es posible que los últimos decenios del siglo xx no encajen ya en el marco establecido antes de 1914, marco que, sin embargo, es válido todavía a efectos de orientación.

La Era del Capital, 1875-1914, Eric Hobsbawn

Si fuera historiador, creo que me alinearía del lado de esos otros historiadores que menciona Hobsbawn en la última entrega de su trilogía sobre el siglo XIX. Sé que es casi un dogma definir el siglo XIX como un siglo largo, que comenzaría en algún año de la década de 1780 y concluiría con el inicio de la Primera Guerra Mundial en el siglo XX. Sin embargo, excepto en lo que se refiere a la aparición del totalitarismo como categoría política  tras esa guerra y el comienzo de la era atómica a finales del siguiente conflicto mundial, soy de la opinión que las ideas que gobernaron el siglo XX tuvieron su origen en las décadas anteriores a 1894. En concreto, a partir de 1880 - 1900 como muy tarde - y con reprecusiones en todos los aspectos políticos, científicos, culturales y artísticos.

Unas fechas a las que deberíamos retrotraer el inicio del siglo XX, quedando 1914 (o 1917, si lo prefieren) como punto de no retorno de esa metamorfosis


sábado, 4 de febrero de 2017

El siglo de Europa (y II)

De ahí que las demás razas fuesen inferiores, porque representaban el estadio más primitivo de la evolución biológica o de la evolución sociocultural, o ambas cosas a la vez. Y su inferioridad quedaba demostrada porque, de hecho, la «raza superior» era superior según los criterios de su propia sociedad: tecnológicamente más avanzada, militarmente más poderosa, más rica y «próspera». Este argumento era, a un mismo tiempo, lisonjero y conveniente; tan conveniente que la clase media se sintió inclinada a arrebatárselo a la aristocracia (que durante largo tiempo se había creído una raza superior) para aplicarlo a fines tanto internos como externos: los pobres eran pobres porque biológicamente eran inferiores, y a la inversa, si los ciudadanos pertenecían a las razas inferiores no era sorprendente que permaneciesen sumidos en la pobreza y el atraso. El argumento no estaba revestido aún con los ropajes de la genética moderna, que no se había descubierto todavía: los ahora famosos experimentos del monje Gregor Mendel (1822-1884) sobre los guisantes dulces del jardín de su monasterio en Moravia (1865), pasaron totalmente desapercibidos hasta que fueron descubiertos hacia 1900. Aunque de modo primario se aceptó ampliamente el punto de vista según el cual las clases altas pertenecían a un tipo de humanidad superior, que desarrollaba dicha superioridad mediante la endogamia y que estaba amenazada por la mezcla de las clases bajas, y aún más por el crecimiento más rápido de los estratos inferiores. Por el contrario, tal como la escuela de "antropología criminal" (principalmente italiana) daba a entender como prueba, el criminal, el antisocial, el socialmente menesteroso, pertenecía a un linaje humano diferente e inferior respecto a la raza «respetable» y podía reconocerse por signos tales como la medida del cráneo u otras formas igualmente sencillas.

Eric Hobsbawn, La Era del Capital 1848-1875

 Les confieso que la lectura del libro de Bayly sobre el siglo XIX, que ya comenté hace unas semanas, me ha dejado bastante preocupado. No tanto por lo que pudiera postular como rasgos de ese siglo, sino por sus connotaciones presentes, como reflejo de un nuevo modo de pensar general muy distinto del de hace unas décadas. Precisamente aquél en el que yo crecí y fui educado, y del que la trilogía de Hobsbawn es una expresión modélica.

La visión del siglo XIX de Bayly es claramente una emanación del neoconservadurismo crecido durante los 80 con Reagan y Thatcher,  que quedo consolidado definitivamente por la desaparición  de la URSS a los principios de los 90. Para esta ideología, el mercado y el capitalismo lo son todo, lo único aprovechable de la modernidad, mientras que el resto de ideales de la ilustración, especialmente los unidos a las múltiples revoluciones de los siglos XIX y XX, son en el mejor de los casos muletas fastidiosas para la consecución de sus fines políticos y económicos. Lemas y consignas que sólo se utilizan para defenderse de los enemigos políticos, mientras que se abandonan de inmediato en cuanto pudieran perjudicar a las auténticas creencias de fondo. Así, no es extraño que éste neoconservadurismo abunde en contradicciones, como la defensa a ultranza del fanatismo religioso, aunque sólo el de casa, en nombre de la libertad; el racismo y la discriminación apenas solapada que se disfraza de libertad de opinión y expresión; o la renuncia a la razón y la ciencia en cuanto afecten a los beneficios empresariales o a la religión única.

Frente a este nuevo modo de entender la historia, Hobsbawn opuso la de un marxismo ortodoxo. O mejor dicho, la de un pensador para el cual la historia debe ser esencialmente un avance en la liberación del hombre. De las ataduras del pensamiento arcaico, demostradas falsas por el avance de la ciencia. De las imposiciones del sistema capitalista, para el cual el hombre no es otra cosa que mercancía, prescindible en cuanto ha cumplido su función. O, finalmente, de las restricciones y servidumbres de los sistemas políticos liberal burgueses, cuyas pretensiones de libertad y meritocracia ocultan un rígido elitismo, rayano con el racismo, en el que siempre deben gobernar los siempre, en tanto que mejores y más aptos, para el bien de todos.

Formulaciones que, supongo se habrán dado cuenta, están en los programas de esos partidos de las nuevas derechas que están conquistando el poder en Occidente, así como en de algunas de las viejas como la española, y que tienen su origen en ese siglo XIX. En concreto, en ese cuarto de siglo de exaltación del capital y el liberalismo, entre 1850 y 1875 que estudia Hobswan en ese libro. Un tiempo que constituye el ideal al que hay volver, según esas "alt-right" o protofascismo, una vez borrado el recuerdo del, para ellas, nefasto siglo XX y sus ideas disolventes y subversivas

miércoles, 1 de febrero de 2017

El siglo de Europa (y I)

En tercer lugar, de todas las revoluciones contemporáneas, la francesa fue la única ecuménica. Sus ejércitos se pusieron en marcha para revolucionar el mundo, y sus ideas lo lograron. La revolución norteamericana sigue siendo un acontecimiento crucial en la historia de los Estados Unidos, pero (salvo en los países directamente envuelto en ella y por ella) no dejó huellas importantes en ninguna parte. La Revolución francesa, en cambio, es un hito en todas partes. Su repercusiones, mucho más que las de la revolución norteamericana, ocasionaron los levantamientos que llevarían a la liberación de los países latinoamericanos después de 1808. Su influencia directa irradió hasta Bengala, en donde Ram Mohan Roy se inspiró en ella para fundar el primer movimiento reformista hindú, precursor del moderno nacionalismo indio. (Cuando Ray Mohan Roy visitó Inglaterra en 1830, insistió en viajar en un barco francés para demostrar su entusiasmo por los principios de la revolución francesa). Fue, como se ha dicho con razón "el primer gran movimiento de ideas en la cristiandad occidental que produjo algún efecto real sobre el mundo del Islám", y esto casi inmediatamente. A mediados del siglo XIX, la palabra turca "vatan", que antes significaba sólo el lugar de nacimiento o residencia de un hombre, se había transformado bajo la influencia de la Revolución Francesa en algo así como "patria". El vocablo "libertad", que antes de 1800 no era más que un término legar denotando lo contrario que "esclavitud", también había empezado a adquirir un nuevo contenido político. La influencia directa de la Revolución Francesa es universal, pues proporcionó el patrón para todos los movimientos revolucionarios subsiguientes, y sus lecciones (interpretadas al gusto de cada país o cada caudillo) fueron incorporadas en el moderno socialismo y comunismo.

Eric Hobsbawn, La Era de la Revolución, 1789-1848

Si tienen cierta edad, la lectura de la trilogía del historiador británico Eric Hobsbawn sobre el siglo XIX les resultará muy familiar, cercana a lo que estudiaron en el colegio. En el primer tomo, La Era de la revolución, dedicado a los tiempos convulsos en Europa comprendidos entre la Revolución Francesa de 1789 y la Revolución Europea de 1848, Hobsbawn construye su relato alrededor de dos motores originales que pusieron en movimiento los procesos de ese largo medio siglo.

Por una parte, la propia Revolución Francesa que, como bien señala este historiador, creó un marco ideológico al que se referirían todas las revueltas posteriores, los estallidos de 1820, 1830 y 1848; y que incluso fue utilizado a contrapelo por las fuerzas de la reacción, a la hora de dosificar reformas que impidiesen que las ollas sociales/estatales estallasen. La otra revolución es la Industrial, con sus consecuencias sobre la producción de energía y el transporte, restringida al Reino Unido durante la mayor parte de este periodo, pero que al final se propagaría al resto de Europa noroccidental, primero a Bélgica, luego a la Renania alemana y el norte de Francia e Italia. Ambas con una proyección que pronto rebasaría Europa en lo geográfico y la primera mitad del XIX en lo temporal, hasta ser incorporadas en fenómenos, movimientos e ideologías más que diversas, incluso opuestas.

Éste sería un modelo clásico, en donde las innovaciones surgidas en unos centros muy específicos, Francia en lo político, Inglaterra en lo tecnológico, se irían difundiendo por Europa y más tarde al resto del mundo, sea por convencimiento propio, sea por necesidad de mantenerse al ritmo de los tiempos o sea por imposición armada. Sin embargo, este modelo se ha visto discutido y rebatido en las últimas décadas, curiosamente por fuerzas provenientes de extremos opuestos del espectro político, el neoconservadurismo/neoliberalismo occidentasl, crecido tras la caida de la URSS, junto al multiculturalismo anticolonial nacido en nuestras sociedades mutiraciales y multireligiosa.