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lunes, 30 de junio de 2014
miércoles, 25 de junio de 2014
From the Vault (XI): Escaflowne (1996)
Siguiendo con este rescate de mis escritos en el agonizante foro de cine cinexilio, unido a la revisión de mis entradas sobre anime en este blog que voy reuniendo en página aparte, le
ha llegado el turno a Escaflowne
Esta serie es otra de las que todo aficionado de ya cierta edad tiene en su panteón particular. Aunque pueda confundirse con otra más de esas historias de fantasía y aventuras, la serie se eleva por encima de todas ellas por sus claras ambiciones estéticas, en muchos casos rozando la vangüardia, a las que se une la solidez y resonancia de una trama libre de todas las tonterías presentes que plagan hasta a las mejores series.
Sin olvidar, por supuesto, a su personaje principal, esa Hitomi, prototipo de mujer fuerte y decidida, compleja y real, que no se anda en barras a la hora de actuar y opinar, sin nada que ver con estereotipos esterotipos con pata y etiquetas tan comunes hoy en día.
En resumen una de las grandes series de un Sunrise en su mejor momento.
Tenku no Escaflowne/La visión de Escaflowne
1996, 26 episodios.
Tal es su belleza, que arriesgara mi vida sólo por verla
Uno de los caminos transitados habitualmente por el anime es el del personaje arrebatado del Japón actual a un mundo de fantasía, ya sea pasado o futuro, en el cual tendrá que atravesar multitud de peripecias y afrontar no menos numerosos peligros, hasta conseguir retornar al mundo del cual había partido.
De este modo, en Escaflowne tenemos a nuestro herona, Hitomi, que tiene que abandonar sus preocupaciones infantiles para ir madurando a medida que avanza la serie, sin olvidar tampoco a los apuestos príncipes que se disputan su amor o los secundarios cómicos que aflojen la tensión de la historia principal, ni tampoco la intriga bélico/política, el imperio del mal al que deban derrotar nuestros protagonistas para salvar a su mundo, quiera éste que le salven o no.
¿Una enumeración de tópicos, entonces?
Casi.... y en ése casi está la diferencia.
Esta serie es otra de las que todo aficionado de ya cierta edad tiene en su panteón particular. Aunque pueda confundirse con otra más de esas historias de fantasía y aventuras, la serie se eleva por encima de todas ellas por sus claras ambiciones estéticas, en muchos casos rozando la vangüardia, a las que se une la solidez y resonancia de una trama libre de todas las tonterías presentes que plagan hasta a las mejores series.
Sin olvidar, por supuesto, a su personaje principal, esa Hitomi, prototipo de mujer fuerte y decidida, compleja y real, que no se anda en barras a la hora de actuar y opinar, sin nada que ver con estereotipos esterotipos con pata y etiquetas tan comunes hoy en día.
En resumen una de las grandes series de un Sunrise en su mejor momento.
Tenku no Escaflowne/La visión de Escaflowne
1996, 26 episodios.
Tal es su belleza, que arriesgara mi vida sólo por verla
Uno de los caminos transitados habitualmente por el anime es el del personaje arrebatado del Japón actual a un mundo de fantasía, ya sea pasado o futuro, en el cual tendrá que atravesar multitud de peripecias y afrontar no menos numerosos peligros, hasta conseguir retornar al mundo del cual había partido.
De este modo, en Escaflowne tenemos a nuestro herona, Hitomi, que tiene que abandonar sus preocupaciones infantiles para ir madurando a medida que avanza la serie, sin olvidar tampoco a los apuestos príncipes que se disputan su amor o los secundarios cómicos que aflojen la tensión de la historia principal, ni tampoco la intriga bélico/política, el imperio del mal al que deban derrotar nuestros protagonistas para salvar a su mundo, quiera éste que le salven o no.
¿Una enumeración de tópicos, entonces?
Casi.... y en ése casi está la diferencia.
martes, 24 de junio de 2014
lunes, 23 de junio de 2014
domingo, 22 de junio de 2014
miércoles, 18 de junio de 2014
From The Vault (X): Neon Genesis Evangelion (1995)
Siguiendo con este rescate de mis escritos en el agonizante foro de cine cinexilio, unido a la revisión de mis entradas sobre anime en este blog que voy reuniendo en página aparte, le
ha llegado el turno a Neon Genesis Evangelion
Poco más se puede decir de una serie que ha alcanzado proporciones míticas y que revolucionó en su tiempo el anime, dando lugar a una larga estela de series de características más maduras y temas más obscuros. La influencia de Evangelion comenzó a disiparse a mediados de la primera década del siglo XX, debido a la ascensión del complejo moe/kawai, a pesar de egregios intentos, que sólo consiguieron retrasar su caída definitiva, hasta llegar al estado en el que estamos. El modo de hacer anime al que tantos elogios dedico y que tomaba, erróneamente, como característico de esa escuela, ha dejado de serlo e incluso parece anticuado para muchos.
Antes de dejarles con el artículo, sólo unas palabras. Hace ya casi diez años que escribí el artículo que sigue, pertenece, al igual que la serie que ilustra a otro tiempo, en el que yo era más apasionado y mejor escritor, aunque eso no evitaba que intentase suplir la debilidades de mis argumentos con la fuerza de mi prosa. Mis concepciones, por otra parte también han variado, y muchas de las conclusiones que apunto aquí ya nos las considero válidas, por ejemplo, que las series sean mejor que las películas, algo que mi educación en la historia de la animación internacional durante estos últimos años ha hecho que dé un giro de 180 grados. S
En fin, ahí queda. Lo escrito, escrito está. No queda otra que apechugar con ello.
Neon Genesis Evangelion
1995, 26 Episodios
Hablar de Evangelion es uno de los grandes problemas al que un, digamos, analista cinematográfico puede enfrentarse. No tanto por el topicazo/sandez de que ya está dicho todo, sino por la mitificación a la que esta serie se ha visto sometida en el imaginario del aficionado.
No se puede negar que esta serie supuso una revolución en el mundo del anima, tanto por su contenido como por su forma. Tras ella, nada volvió a ser lo mismo y los caminos que abrió no han sido aun explorados totalmente, aunque sí empiezan a vislumbrarse ya ciertos signos de agotamiento. El impacto no se limitó, sin embargo a los profesionales, sino que afectó tambin al pblico de a pie, tanto en el Japón como en Europa, como demuestra el hecho de que se filmasen dos películas/continuación, se continúe sacando edición tras edición de la serie (director's cuts, restauraciones, etc) por parte de la productora GainaX y que se siga discutiendo de ella apasionadamente, a casi diez años de su estreno.
Desde un punto de vista occidental, el impacto de esta serie no fue menos violento. Para muchos, yo entre ellos, como se ver en esta reseña, supuso el redescubrimiento del anime, mejor dicho, la confirmación de su madurez como medio expresivo, algo que sucesivas series remacharían. Para gran parte del fandom, Evangelion fue la primera serie que vieron y gustaron, con lo cual ocupa un lugar especial en sus preferencias, ése de la nostalgia. Sin embargo, y a pesar de sus visibles defectos, la bola de nieve que rodea esta serie ha ido creciendo y creciendo, hasta escapar a toda proporción y mesura.
Poco más se puede decir de una serie que ha alcanzado proporciones míticas y que revolucionó en su tiempo el anime, dando lugar a una larga estela de series de características más maduras y temas más obscuros. La influencia de Evangelion comenzó a disiparse a mediados de la primera década del siglo XX, debido a la ascensión del complejo moe/kawai, a pesar de egregios intentos, que sólo consiguieron retrasar su caída definitiva, hasta llegar al estado en el que estamos. El modo de hacer anime al que tantos elogios dedico y que tomaba, erróneamente, como característico de esa escuela, ha dejado de serlo e incluso parece anticuado para muchos.
Antes de dejarles con el artículo, sólo unas palabras. Hace ya casi diez años que escribí el artículo que sigue, pertenece, al igual que la serie que ilustra a otro tiempo, en el que yo era más apasionado y mejor escritor, aunque eso no evitaba que intentase suplir la debilidades de mis argumentos con la fuerza de mi prosa. Mis concepciones, por otra parte también han variado, y muchas de las conclusiones que apunto aquí ya nos las considero válidas, por ejemplo, que las series sean mejor que las películas, algo que mi educación en la historia de la animación internacional durante estos últimos años ha hecho que dé un giro de 180 grados. S
En fin, ahí queda. Lo escrito, escrito está. No queda otra que apechugar con ello.
Neon Genesis Evangelion
1995, 26 Episodios
Hablar de Evangelion es uno de los grandes problemas al que un, digamos, analista cinematográfico puede enfrentarse. No tanto por el topicazo/sandez de que ya está dicho todo, sino por la mitificación a la que esta serie se ha visto sometida en el imaginario del aficionado.
No se puede negar que esta serie supuso una revolución en el mundo del anima, tanto por su contenido como por su forma. Tras ella, nada volvió a ser lo mismo y los caminos que abrió no han sido aun explorados totalmente, aunque sí empiezan a vislumbrarse ya ciertos signos de agotamiento. El impacto no se limitó, sin embargo a los profesionales, sino que afectó tambin al pblico de a pie, tanto en el Japón como en Europa, como demuestra el hecho de que se filmasen dos películas/continuación, se continúe sacando edición tras edición de la serie (director's cuts, restauraciones, etc) por parte de la productora GainaX y que se siga discutiendo de ella apasionadamente, a casi diez años de su estreno.
Desde un punto de vista occidental, el impacto de esta serie no fue menos violento. Para muchos, yo entre ellos, como se ver en esta reseña, supuso el redescubrimiento del anime, mejor dicho, la confirmación de su madurez como medio expresivo, algo que sucesivas series remacharían. Para gran parte del fandom, Evangelion fue la primera serie que vieron y gustaron, con lo cual ocupa un lugar especial en sus preferencias, ése de la nostalgia. Sin embargo, y a pesar de sus visibles defectos, la bola de nieve que rodea esta serie ha ido creciendo y creciendo, hasta escapar a toda proporción y mesura.
martes, 17 de junio de 2014
Forged Travels
Cette maxime, repartit la reine, provient de votre religion, amoindrie para les doctrines ombrageuses de vos prêtres. Ils ne vont à rien a moins qu'à tout immobiliser, qu'à tenir la société dans les langes et l'indépendence humaine en tutelle. Dieu a-t-il labouré et semé les champs? Dieu a-t-il fondé des villes, édifié des palais? A-t-il placé à notre portée le fer, l'or, le cuivre et tous ces métaux qui étincellent à travers le temple de Soliman? Non. Il a transmis à ses créatures le génie, l'activité, il sourit à nos efforts et, dans nos créations bornées, il reconnaît le rayon de son âme, dont il a éclairé la nôtre. En le croyant jaloux, vous limitez sa toute-puissance, vous déifiez vos facultés, et vous matérialisez les siennes. Ô roi! les préjugés de votre culte entraveront un jour le progrès des sciences, l'élan du génie, et quand les hommes seront rapetisses, ils rapetisseront Dieu à leur taille, et finiront par le nier.
Gerard de Nerval, Voyage en Orient.
Esa máxima, respondió la reína, proviene de vuestra religión, disminuida por la doctrinas sombrías de vuestros sacerdotes. No ven otra que cosa que inmovilizar todo, que a retener la sociedad en sus ligaduras, la independencia humana en tutela. Dios ha labrado y sembrado los campos? Dios ha fundado ciudades, edificado palacios? Ha puesto a nuestro alcance el hierro, el oro, el cobre y todos esos metales que brillan en el interior del templo de Salomón? No. El ha trasmitido el genio y la actividad a sus criaturas, sonríe a nuestros esfuerzos y, en nuestras creaciones limitadas, reconoce la luz de su alma, con la que ha iluminado la nuestra. Si le pensamos celoso, limitamos su omnipotencia, divinizamos nuestras facultades, banalizamos las suyas. O rey! Los prejuicios de vuestra religión acarrearan un día el progreso de las ciencias, el impulso del genio y cuando los hombres sean hechos pequeños, reducirán a Dios a su tamaño y terminarán por negarlo.
Debo a las exposiciones del MNCARS algunos de mis descubrimientos literarios tardíos... y curiosamente, otros, como Robert Walser o Bruno Schulz se los debo a la animación, algo de lo que debería hablar algún día. A Raymond Roussel lo encontré en una exposición dedicada en exclusiva a él, mientras que supe de Gerard de Nerval en otra muestra reciente, en la que se exploraban diferentes visiones artísticas sobre la memoria biográfica. En este último caso, dos factores principales fueron los que me movieron a hacerme con alguna obra de ese escritor romántico. En primer lugar su obsesión por recrear y reforjar su contexto histórico, obsesión que le llevó a imaginarse descendiente de Napoleón I, a lo que se une, en segundo lugar, el lento proceso de disociación mental que le llevó a rechazar su imagen fotografiada/dibujada, como si ésta perteneciera a otra persona desconocida.
Lo primero que conseguí de Nerval, y que ahora estoy leyendo, es su Voyage en Orient, aparente registro de sus andanzas por Egipto, Palestina, El Líbano y Turquía en la década de 1840. Mi decisión se debió, en parte, por mi afición a la literatura de viajes, de la cual este libro es uno de sus mejores muestras... y como de habitual tengo que explicar esto último, no sea que alguien se lleve a engaño. Cuando pensamos en literatura de viaje, normalmente pensamos en la guía, el libro escrito para que nosotros desde nuestras casas planeemos nuestras futuras vacaciones, o en lo que los anglosajones llaman el travelogue, la lista de sitios que hay que ver, convenientemente rellenada y marcada por el viajero. La mejor literatura de viajes, por el contrario, es la que se aparta de estos dos tópicos, bien porque la lejanía en el tiempo hace imposible reencontrar en la actualidad lo narrado, tornándolo así lo escrito en documento histórico, bien porque el viaje es en realidad un viaje interior del narrador, en el que lo importante son sus peripecias y aventuras, y no tanto ese factor turístico, repetible y compartible de las guías de viajes.
Gerard de Nerval, Voyage en Orient.
Esa máxima, respondió la reína, proviene de vuestra religión, disminuida por la doctrinas sombrías de vuestros sacerdotes. No ven otra que cosa que inmovilizar todo, que a retener la sociedad en sus ligaduras, la independencia humana en tutela. Dios ha labrado y sembrado los campos? Dios ha fundado ciudades, edificado palacios? Ha puesto a nuestro alcance el hierro, el oro, el cobre y todos esos metales que brillan en el interior del templo de Salomón? No. El ha trasmitido el genio y la actividad a sus criaturas, sonríe a nuestros esfuerzos y, en nuestras creaciones limitadas, reconoce la luz de su alma, con la que ha iluminado la nuestra. Si le pensamos celoso, limitamos su omnipotencia, divinizamos nuestras facultades, banalizamos las suyas. O rey! Los prejuicios de vuestra religión acarrearan un día el progreso de las ciencias, el impulso del genio y cuando los hombres sean hechos pequeños, reducirán a Dios a su tamaño y terminarán por negarlo.
Debo a las exposiciones del MNCARS algunos de mis descubrimientos literarios tardíos... y curiosamente, otros, como Robert Walser o Bruno Schulz se los debo a la animación, algo de lo que debería hablar algún día. A Raymond Roussel lo encontré en una exposición dedicada en exclusiva a él, mientras que supe de Gerard de Nerval en otra muestra reciente, en la que se exploraban diferentes visiones artísticas sobre la memoria biográfica. En este último caso, dos factores principales fueron los que me movieron a hacerme con alguna obra de ese escritor romántico. En primer lugar su obsesión por recrear y reforjar su contexto histórico, obsesión que le llevó a imaginarse descendiente de Napoleón I, a lo que se une, en segundo lugar, el lento proceso de disociación mental que le llevó a rechazar su imagen fotografiada/dibujada, como si ésta perteneciera a otra persona desconocida.
Lo primero que conseguí de Nerval, y que ahora estoy leyendo, es su Voyage en Orient, aparente registro de sus andanzas por Egipto, Palestina, El Líbano y Turquía en la década de 1840. Mi decisión se debió, en parte, por mi afición a la literatura de viajes, de la cual este libro es uno de sus mejores muestras... y como de habitual tengo que explicar esto último, no sea que alguien se lleve a engaño. Cuando pensamos en literatura de viaje, normalmente pensamos en la guía, el libro escrito para que nosotros desde nuestras casas planeemos nuestras futuras vacaciones, o en lo que los anglosajones llaman el travelogue, la lista de sitios que hay que ver, convenientemente rellenada y marcada por el viajero. La mejor literatura de viajes, por el contrario, es la que se aparta de estos dos tópicos, bien porque la lejanía en el tiempo hace imposible reencontrar en la actualidad lo narrado, tornándolo así lo escrito en documento histórico, bien porque el viaje es en realidad un viaje interior del narrador, en el que lo importante son sus peripecias y aventuras, y no tanto ese factor turístico, repetible y compartible de las guías de viajes.
lunes, 16 de junio de 2014
viernes, 13 de junio de 2014
jueves, 12 de junio de 2014
From the Vault (IX): Haibane Renmei (2002)
Siguiendo con este rescate de mis escritos en el agonizante foro de cine cinexilio, unido a la revisión de mis entradas sobre anime en este blog que voy reuniendo en página aparte,le
ha llegado el turno de Haibane Renmei (el viaje de Kino)
Esta es otra serie mítica, de las que quedaron en la memoria de los espectadores de su tiempo, principios de este siglo y que entonces nos parecía el inicio - y la justificación - de una época dorada del anime, pero que en realidad han acabado perteneciendo a un periodo de cierre, antes de la victoria del complejo moe/ kawai al que ya saben no le tengo especial cariño.
Obra mayor, profunda, sentida y provocadora, a la que las sucesivas crisis de las editoriales y la falta de una (re)edición en BR, han hecho caer en un limbo similar al que habitan sus protagonistas.
Haibane Renmei
2002, 13 Episodios
Os digo que a todo el que tiene se le dará y al que no tiene, aún lo que tiene le ser arrebatado. Lucas 19,26
En un lugar indeterminado, fuera del tiempo, en una ciudad cuya arquitectura es similar a la de una vetusta villa europea de alrededor de 1900, pero cuya tecnología es la de finales del siglo XX, vienen a la luz unos extraños seres, los Haibane, nacidos de una semilla que crece, sin previo aviso, en una habitación y que produce unos frutos enormes, de los que habrán de salir personas, jóvenes, ya formados, para al poco tiempo desarrollar alas y recibir un halo con el que ornar sus cabezas.
¿Ángeles entre los humanos? Cualquiera que haya tenido que sufrir las series provenientes del otro lado del Atlántico, yo entre ellos, no podrá evitar una mueca de asco al escuchar esta premisa. Lo que es más, huiría de ella como de la peste.
Y cometería un grave error.
Esta es otra serie mítica, de las que quedaron en la memoria de los espectadores de su tiempo, principios de este siglo y que entonces nos parecía el inicio - y la justificación - de una época dorada del anime, pero que en realidad han acabado perteneciendo a un periodo de cierre, antes de la victoria del complejo moe/ kawai al que ya saben no le tengo especial cariño.
Obra mayor, profunda, sentida y provocadora, a la que las sucesivas crisis de las editoriales y la falta de una (re)edición en BR, han hecho caer en un limbo similar al que habitan sus protagonistas.
Haibane Renmei
2002, 13 Episodios
Os digo que a todo el que tiene se le dará y al que no tiene, aún lo que tiene le ser arrebatado. Lucas 19,26
En un lugar indeterminado, fuera del tiempo, en una ciudad cuya arquitectura es similar a la de una vetusta villa europea de alrededor de 1900, pero cuya tecnología es la de finales del siglo XX, vienen a la luz unos extraños seres, los Haibane, nacidos de una semilla que crece, sin previo aviso, en una habitación y que produce unos frutos enormes, de los que habrán de salir personas, jóvenes, ya formados, para al poco tiempo desarrollar alas y recibir un halo con el que ornar sus cabezas.
¿Ángeles entre los humanos? Cualquiera que haya tenido que sufrir las series provenientes del otro lado del Atlántico, yo entre ellos, no podrá evitar una mueca de asco al escuchar esta premisa. Lo que es más, huiría de ella como de la peste.
Y cometería un grave error.
miércoles, 11 de junio de 2014
Solitude, Labyrinths, Doubts (I)
Mit nicht anzufechtendender Sprachfreiheit gelange ich in die Lage zu sagen, dass sich hie und da eine der weidenden Kühe das Rückgrat legte oder mit der reizenden Gewundenheit des Schweifes oder Schwanzes den Frieden und der Lieblichkeit des Bodens peitschte, und stellt denn bei allem dem dieses in meinem gutbürgerlichen Zimmer verfasste Gedicht, denn für ein solches halte ich es, nicht lediglich eine Bemühung dar, ein bisschen Ernsthatftigkeit bei solchen hervorzurufen, die das vorliegende Glied in der Kette meiner prosaischen Schriften sich vergeblich anstrengen werden zu begreifen, die viel zu klug zu sein meinen und vor einem kleinen bisschen Dummheit die Fassung nicht zu bewahren imstand sind, die noch nicht einmal unwissend zu werden lernten, die bis dahin den Einfall noch hatten, dass sie durch ein glanzvolles Ausbleiben von Einfällen auszeichnen, die oft auf eine kolossal unanständige Art anständig zu sein nicht fürchten, die von der Geburt des Verstandes, von schönen Wunsch, dass er überhaupt nicht gehören lebendig würde, nichts ahnen, um die kaum zu überzeugen sind, dass hier der kuriose, vielleicht nicht ganz uninteressanten Versuch unternommen worden ist, mit etwas Nicthsagendem irgend etwas zu sagen, das Verständige aufzulösen, als wäre jener einer vielleicht von Dürer ersonnene, die Hand über einen Globus legende Melancholie.
Robert Walser, Microgramas 1926-1927
Con esa libertad de palabra que no se pone en duda, alcanzo a ponerme en la situación de decir que, aquí y allá, una de las mugientes vacas disponía su lomo o más bien con un atractivo retorcimiento del rabo o la cola fustigaba la paz y la vida del campo, y como este poema, pues por tal lo considero, escrito en mi habitación burguesa representaba ante todo, no solamente un esfuerzo, sino una llamada a obtener un pedacito de seriedad, en el que mi brazo, atrapado en la cadena de mi escritura prosaica, pensaba que se atareaba inútilmente, en el que a punto estaba de pensarme demasiado inteligente y de no percibir que era presa de una cierta estupidez, en el que aún no había aprendido una sola vez a ser sin ser consciente, en el que hasta entonces aún no había tenido la idea de representarme mediante la brillante ausencia de ocurrencias, en el que normalmente no temía ser decente de un modo completamente indecente, en el que no comprendía y estaba poco dispuesto a ser convencido, que del nacimiento de la comprensión, de los bellos deseos, a los que generalmente nunca había llegado a participar, en esta ocasión había emprendido el curioso intento , quizás no completamente falto de interés, de decir algo inexpresable de cualquier manera, de disolver lo comprensible, como si fuera quizás esa Melancolía, imaginada por Durero, que apoya su mano sobre el globo terráqueo.
La historia es conocida. Tras varias novelas y un periodo de fama literaria en al Berlín en las primeras décadas del siglo XX, donde conoció a los grandes nombres de la literatura alemana, Robert Walser se retiró a su Suiza natal. Allí, lenta y paulatinamente, emprendió un proceso de desconexión social, de ruptura de cualquier tipo de relaciones humanas, de hundirse en la más absoluta soledad, que al final terminó conduciendo a su reclusión en un sanatorio para enfermos mentales. Fue no obstante, durante este periodo de obscurecimiento personal y mental, cuando Walser se embarcaría en una de esas extrañas aventuras creativas tan comunes en la literatura del movimiento moderno.
Se trata de los Microgramas, pequeñas composiciones literarias, cuentos, poemas, escenas teatrales, escritas en fragmentos de papel con letra diminuta, que permanecieron desconocidas hasta después de su muerte en los años 50, y aún durante varias décadas más, hasta la publicación en los 90 de sus primera edición crítica. La razón de este retraso no es solamente su pertenencia a los papeles privados del artista, obstáculo que habría sido superado con su muerte y la apertura de sus archivos, la cuestión es que cualquier lectura de los Microgramas supone un problema académico de primera magnitud, comparable al desciframiento de un idioma desaparecido. La escritura diminuta de Walser, casi microscópica, la tendencia del escritor a (re)inventar el lenguaje alemán, unido al hecho el hecho de que se trata de literatura experimental, en la que la secuencia lógica de la ideas es constamente puesta en duda, suponen otros tantos obstáculos para su reconstrucción, su transcripción y su correcta interpretación.
Robert Walser, Microgramas 1926-1927
Con esa libertad de palabra que no se pone en duda, alcanzo a ponerme en la situación de decir que, aquí y allá, una de las mugientes vacas disponía su lomo o más bien con un atractivo retorcimiento del rabo o la cola fustigaba la paz y la vida del campo, y como este poema, pues por tal lo considero, escrito en mi habitación burguesa representaba ante todo, no solamente un esfuerzo, sino una llamada a obtener un pedacito de seriedad, en el que mi brazo, atrapado en la cadena de mi escritura prosaica, pensaba que se atareaba inútilmente, en el que a punto estaba de pensarme demasiado inteligente y de no percibir que era presa de una cierta estupidez, en el que aún no había aprendido una sola vez a ser sin ser consciente, en el que hasta entonces aún no había tenido la idea de representarme mediante la brillante ausencia de ocurrencias, en el que normalmente no temía ser decente de un modo completamente indecente, en el que no comprendía y estaba poco dispuesto a ser convencido, que del nacimiento de la comprensión, de los bellos deseos, a los que generalmente nunca había llegado a participar, en esta ocasión había emprendido el curioso intento , quizás no completamente falto de interés, de decir algo inexpresable de cualquier manera, de disolver lo comprensible, como si fuera quizás esa Melancolía, imaginada por Durero, que apoya su mano sobre el globo terráqueo.
La historia es conocida. Tras varias novelas y un periodo de fama literaria en al Berlín en las primeras décadas del siglo XX, donde conoció a los grandes nombres de la literatura alemana, Robert Walser se retiró a su Suiza natal. Allí, lenta y paulatinamente, emprendió un proceso de desconexión social, de ruptura de cualquier tipo de relaciones humanas, de hundirse en la más absoluta soledad, que al final terminó conduciendo a su reclusión en un sanatorio para enfermos mentales. Fue no obstante, durante este periodo de obscurecimiento personal y mental, cuando Walser se embarcaría en una de esas extrañas aventuras creativas tan comunes en la literatura del movimiento moderno.
Se trata de los Microgramas, pequeñas composiciones literarias, cuentos, poemas, escenas teatrales, escritas en fragmentos de papel con letra diminuta, que permanecieron desconocidas hasta después de su muerte en los años 50, y aún durante varias décadas más, hasta la publicación en los 90 de sus primera edición crítica. La razón de este retraso no es solamente su pertenencia a los papeles privados del artista, obstáculo que habría sido superado con su muerte y la apertura de sus archivos, la cuestión es que cualquier lectura de los Microgramas supone un problema académico de primera magnitud, comparable al desciframiento de un idioma desaparecido. La escritura diminuta de Walser, casi microscópica, la tendencia del escritor a (re)inventar el lenguaje alemán, unido al hecho el hecho de que se trata de literatura experimental, en la que la secuencia lógica de la ideas es constamente puesta en duda, suponen otros tantos obstáculos para su reconstrucción, su transcripción y su correcta interpretación.
domingo, 8 de junio de 2014
viernes, 6 de junio de 2014
jueves, 5 de junio de 2014
miércoles, 4 de junio de 2014
From the Vault (VIII): Kino no tabi (2002)
Siguiendo con este rescate de mis escritos en el agonizante foro de cine cinexilio, unido a la revisión de mis entradas sobre anime en este blog que voy reuniendo en página aparte,le
ha llegado el turno de Kino no Tabi (el viaje de Kino)
Esta serie fue una de esas excepciones que de tarde en tarde se producen en el anime. Con claras referencias al cómic de otros tiempos, esta serie es acertadamente meditativa, filosófica hasta ser provocativa, profunda simplemente porque se atreve a hacer preguntas y a dejar que seamos nosotros los que demos las respuestas. Inteligente y conmovedora, en definitiva. Una joya, que poco a poco va desvaneciéndose en la obscuridad
Quizas porque nada tiene que ver con las series hamburguesa tan típicas de ahora mismo.
Kino no tabi/El viaje de Kino
2002, 13 Episodios
El mundo no es hermoso, y esto, de algún modo, le presta una cierta belleza.
El mundo de Kino es un mundo de pequeñas ciudades estado, independientes cada una de las otras, separadas por inmensos bosques y no menos extensos desiertos, cada una con su propia cultura y tradiciones, orgullosas de sus costumbres, simplemente porque son las suyas, encerradas en sí mismas e ignorantes, excepto en casos muy particulares, de lo ocurre a sus vecinos.
El mundo de Kino parece haberse quedado anclado en algún momento alrededor de 1900, en una Europa imaginaria y soñada, en la cual nunca hubieran tenido lugar las guerras mundiales y cuyo tejido urbano, de fachadas decorativas, de casas apretadas y callejas estrechas, nunca hubiera sido aplastado por las bombas. Un tiempo y un lugar donde han perdurado las constumbres y las formas de vestir de los últimos tiempos de la Belle Epoque, con su elegancia y armonía, el último paraíso soñado, mientras que ciencia y técnica se han desarrollado ms allá del siglo XXI.
El mundo de Kino está descrito en términos casi impresionistas, con la facilidad y la agilidad del acuarelista, dejando un tanto de lado de los detalles, permitiendo que sea el conjunto quien nos conmueva y emocione. As como en otras grandes series, se entretiene en describir la bóveda del cielo, las estrellas brillando en la obscuridad, el arco de la vía láctea. O la luz cegadora del desierto que difumina y aplasta las figuras, el polvo arrastrado por el viento, el frescor de una sombra en medio del ardor. O los inmensos bosques, su penumbra, las ramas de los árboles que bordean el camino, cerrándose como una bóveda sobre la cabeza del viajero. O las amplias praderas florecidas de amapolas, de un rojo furioso, extendiéndose hasta el horizonte, hasta las montañas teñidas de azul y por encima de ellas, las rectas y finas líneas de las nubes.
Las personas que habitan el mundo de Kino han sido descritas con un dibujo casi taquigráfico, sencillo hasta casi parecer burdo, limitándose a tres o cuatro modelos básicos, que se repiten hasta la saciedad, la mujer joven, la mujer adulta, el niño, el adulto, el anciano. Porque en éste mundo cuajado de culturas, de costumbres opuestas, de hábitos que si se confrontasen llevaran a la guerra, los hombres que lo pueblan son todos iguales, pertenecientes a la misma raza, compartiendo la misma naturales, debilidades y fortalezas, indistinguibles si se les cambiase de tierra natal.
La música de Kino es evocadora. No porque se ajuste a los hechos narrados, sino porque parece estar contando algo muy distinto a lo que estamos viendo. As, las canciones que abren y cierran cada episodio son extrañamente optimistas, se muestran disociadas de los que acontecimientos que narra la serie, de los afanes y preocupaciones de los hombres, tan aparte, tan indiferente, como la propia belleza de la naturaleza, que no vara por mucho dolor, por mucha desesperación que sufran sus criaturas. El resto de la banda sonora se compone de fragmentos de temas que nunca llegan a ninguna parte, de sonidos que aparecen y desaparecen, sin llegar a concretarse, de casi llamadas de atención, que nos hacen pensar y meditar sobre lo que estamos viendo.
Kino recorre este mundo, deteniéndose apenas tres das en cada ciudad. Kino es un viajero. Su profesión es la única tradición común a todas las ciudades de este mundo, y su misión, establecida desde el principio de los tiempos, es recorrer este mundo inmenso y hermoso, pero también horrendo y erizado de peligros, visitando un país tras otro, sin descanso, sin término. Para qué? Por qué? Nunca se nos explica en la serie, en un enigma que no es tal, puesto que un viajero no necesita un destino para emprender un viaje, su destino se consume en el propio viaje, que sólo podrá finalizar cuando llegue la muerte...o la locura.
Kino es nuestro gua en este mundo. Kino es un espectador, como lo somos nosotros. Los ojos de Kino son los nuestros y a través de sus viajes descubrimos la comedia humana en toda su amplitud, la grandeza y la misera de la condición humana. El castigo de vivir, la pena a la que todos hemos sidos condenados. Como es inevitable que traigamos el mal a este mundo cuando creemos estar haciendo un bien. Como buscamos justificar, demostrar, racionalizar las mayores brutalidades y bajezas para mantener a salvo nuestro pequeño y limitado espacio de paz y felicidad. Como todo el mundo tiene sus razones para obrar como obra, como, si permaneciésemos el suficiente tiempo con cualquiera, acabaríamos convenciéndemos también nosotros de su razón. Como la única forma de permanecer puro, es vagar por este mundo sin dar tiempo a que se creen lazos con sus habitantes, al igual que hace Kino, al igual, que en el fondo, hacemos cada uno de nosotros.
Así, sin juzgar, puesto que cada que vez que creemos haber encontrado una certeza, una seguridad, el mundo se encarga demostrarnos que hemos errado de nuevo, vagamos junto con el Kino por el mundo, anotando y clasificando sus constumbres, aunque sepamos que nadie habrá de leerlas, aunque sepamos que nadie habrá de aprovecharse de nuestras experiencias, aunque sepamos que nadie habrá de conocer nuestros desengaños y aprender de ellos, aunque estemos seguros de que el hombre siempre habrá de cometer, inevitablemente, los mismos errores.
As, de este modo, ciudad tras ciudad, día tras día, encontraremos seres humanos que, buscando estar más unidos, solo consiguieron vivir en soledad. Hombres cuya sociedad se caracteriza por esclavizar a otros hombres, que siempre han vivido así, que no conocen otro medio de vida, y que piden disculpas a sus víctimas antes de acabar con ellas. Hallaremos libros que son mirados como sacrosantos por sus lectores y sus enseñanzas escrutadas, discutodas, combatidas, sin saber que sólo son las divagaciones de un poeta que se volvió loco. Libros que se escriben a sñi mismos y que son olvidados en bibliotecas a las que nadie tiene acceso, puesto que cualquier estímulo que lleve pensar es peligroso para la sociedad y para la persona. Visitaremos sociedades que han institucionalizado la guerra contra otras sociedades ms débiles, porque este es el único medio de no librar la guerra entre ellos mismos, de criar a sus hijos en paz, de verles crecer y enamorarse. Culturas donde sus miembros son tan adultos y tan maduros que el destino de cada persona ha sido decidido ya de antemano, y quien pretende escapar a él es eliminado. Estructuras políticas donde la democracia y el gobierno de la mayoría ha llegado a tal perfección que cualquiera que se oponga al dictado de la mayoría es ejecutado, hasta que sólo queda un habitante, viviendo entre las ruinas.
Y as hasta la eternidad. Infinitas variaciones sobre el mismo tema. Porque si algo hay que compartan los seres humanos es su deseo de distinguirse de los demás, aunque ese deseo les lleve a crear el absurdo, aunque les lleve a traer la guerra, el odio y la destrucción a este mundo, hermoso pero indiferente, al que le da igual nuestra presencia o ausencia.
Hasta que la muerte nos iguale a todos. Hasta que encontremos en ella el descanso que anhelamos.
Esta serie fue una de esas excepciones que de tarde en tarde se producen en el anime. Con claras referencias al cómic de otros tiempos, esta serie es acertadamente meditativa, filosófica hasta ser provocativa, profunda simplemente porque se atreve a hacer preguntas y a dejar que seamos nosotros los que demos las respuestas. Inteligente y conmovedora, en definitiva. Una joya, que poco a poco va desvaneciéndose en la obscuridad
Quizas porque nada tiene que ver con las series hamburguesa tan típicas de ahora mismo.
Kino no tabi/El viaje de Kino
2002, 13 Episodios
El mundo no es hermoso, y esto, de algún modo, le presta una cierta belleza.
El mundo de Kino es un mundo de pequeñas ciudades estado, independientes cada una de las otras, separadas por inmensos bosques y no menos extensos desiertos, cada una con su propia cultura y tradiciones, orgullosas de sus costumbres, simplemente porque son las suyas, encerradas en sí mismas e ignorantes, excepto en casos muy particulares, de lo ocurre a sus vecinos.
El mundo de Kino parece haberse quedado anclado en algún momento alrededor de 1900, en una Europa imaginaria y soñada, en la cual nunca hubieran tenido lugar las guerras mundiales y cuyo tejido urbano, de fachadas decorativas, de casas apretadas y callejas estrechas, nunca hubiera sido aplastado por las bombas. Un tiempo y un lugar donde han perdurado las constumbres y las formas de vestir de los últimos tiempos de la Belle Epoque, con su elegancia y armonía, el último paraíso soñado, mientras que ciencia y técnica se han desarrollado ms allá del siglo XXI.
El mundo de Kino está descrito en términos casi impresionistas, con la facilidad y la agilidad del acuarelista, dejando un tanto de lado de los detalles, permitiendo que sea el conjunto quien nos conmueva y emocione. As como en otras grandes series, se entretiene en describir la bóveda del cielo, las estrellas brillando en la obscuridad, el arco de la vía láctea. O la luz cegadora del desierto que difumina y aplasta las figuras, el polvo arrastrado por el viento, el frescor de una sombra en medio del ardor. O los inmensos bosques, su penumbra, las ramas de los árboles que bordean el camino, cerrándose como una bóveda sobre la cabeza del viajero. O las amplias praderas florecidas de amapolas, de un rojo furioso, extendiéndose hasta el horizonte, hasta las montañas teñidas de azul y por encima de ellas, las rectas y finas líneas de las nubes.
Las personas que habitan el mundo de Kino han sido descritas con un dibujo casi taquigráfico, sencillo hasta casi parecer burdo, limitándose a tres o cuatro modelos básicos, que se repiten hasta la saciedad, la mujer joven, la mujer adulta, el niño, el adulto, el anciano. Porque en éste mundo cuajado de culturas, de costumbres opuestas, de hábitos que si se confrontasen llevaran a la guerra, los hombres que lo pueblan son todos iguales, pertenecientes a la misma raza, compartiendo la misma naturales, debilidades y fortalezas, indistinguibles si se les cambiase de tierra natal.
La música de Kino es evocadora. No porque se ajuste a los hechos narrados, sino porque parece estar contando algo muy distinto a lo que estamos viendo. As, las canciones que abren y cierran cada episodio son extrañamente optimistas, se muestran disociadas de los que acontecimientos que narra la serie, de los afanes y preocupaciones de los hombres, tan aparte, tan indiferente, como la propia belleza de la naturaleza, que no vara por mucho dolor, por mucha desesperación que sufran sus criaturas. El resto de la banda sonora se compone de fragmentos de temas que nunca llegan a ninguna parte, de sonidos que aparecen y desaparecen, sin llegar a concretarse, de casi llamadas de atención, que nos hacen pensar y meditar sobre lo que estamos viendo.
Kino recorre este mundo, deteniéndose apenas tres das en cada ciudad. Kino es un viajero. Su profesión es la única tradición común a todas las ciudades de este mundo, y su misión, establecida desde el principio de los tiempos, es recorrer este mundo inmenso y hermoso, pero también horrendo y erizado de peligros, visitando un país tras otro, sin descanso, sin término. Para qué? Por qué? Nunca se nos explica en la serie, en un enigma que no es tal, puesto que un viajero no necesita un destino para emprender un viaje, su destino se consume en el propio viaje, que sólo podrá finalizar cuando llegue la muerte...o la locura.
Kino es nuestro gua en este mundo. Kino es un espectador, como lo somos nosotros. Los ojos de Kino son los nuestros y a través de sus viajes descubrimos la comedia humana en toda su amplitud, la grandeza y la misera de la condición humana. El castigo de vivir, la pena a la que todos hemos sidos condenados. Como es inevitable que traigamos el mal a este mundo cuando creemos estar haciendo un bien. Como buscamos justificar, demostrar, racionalizar las mayores brutalidades y bajezas para mantener a salvo nuestro pequeño y limitado espacio de paz y felicidad. Como todo el mundo tiene sus razones para obrar como obra, como, si permaneciésemos el suficiente tiempo con cualquiera, acabaríamos convenciéndemos también nosotros de su razón. Como la única forma de permanecer puro, es vagar por este mundo sin dar tiempo a que se creen lazos con sus habitantes, al igual que hace Kino, al igual, que en el fondo, hacemos cada uno de nosotros.
Así, sin juzgar, puesto que cada que vez que creemos haber encontrado una certeza, una seguridad, el mundo se encarga demostrarnos que hemos errado de nuevo, vagamos junto con el Kino por el mundo, anotando y clasificando sus constumbres, aunque sepamos que nadie habrá de leerlas, aunque sepamos que nadie habrá de aprovecharse de nuestras experiencias, aunque sepamos que nadie habrá de conocer nuestros desengaños y aprender de ellos, aunque estemos seguros de que el hombre siempre habrá de cometer, inevitablemente, los mismos errores.
As, de este modo, ciudad tras ciudad, día tras día, encontraremos seres humanos que, buscando estar más unidos, solo consiguieron vivir en soledad. Hombres cuya sociedad se caracteriza por esclavizar a otros hombres, que siempre han vivido así, que no conocen otro medio de vida, y que piden disculpas a sus víctimas antes de acabar con ellas. Hallaremos libros que son mirados como sacrosantos por sus lectores y sus enseñanzas escrutadas, discutodas, combatidas, sin saber que sólo son las divagaciones de un poeta que se volvió loco. Libros que se escriben a sñi mismos y que son olvidados en bibliotecas a las que nadie tiene acceso, puesto que cualquier estímulo que lleve pensar es peligroso para la sociedad y para la persona. Visitaremos sociedades que han institucionalizado la guerra contra otras sociedades ms débiles, porque este es el único medio de no librar la guerra entre ellos mismos, de criar a sus hijos en paz, de verles crecer y enamorarse. Culturas donde sus miembros son tan adultos y tan maduros que el destino de cada persona ha sido decidido ya de antemano, y quien pretende escapar a él es eliminado. Estructuras políticas donde la democracia y el gobierno de la mayoría ha llegado a tal perfección que cualquiera que se oponga al dictado de la mayoría es ejecutado, hasta que sólo queda un habitante, viviendo entre las ruinas.
Y as hasta la eternidad. Infinitas variaciones sobre el mismo tema. Porque si algo hay que compartan los seres humanos es su deseo de distinguirse de los demás, aunque ese deseo les lleve a crear el absurdo, aunque les lleve a traer la guerra, el odio y la destrucción a este mundo, hermoso pero indiferente, al que le da igual nuestra presencia o ausencia.
Hasta que la muerte nos iguale a todos. Hasta que encontremos en ella el descanso que anhelamos.