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domingo, 2 de abril de 2017

La lista de Beltesassar (CLXVII):Le gateau (2002) Stéphane Auber y Vincent Patar

































Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Le Gateau (la Tarta), corto realizado en 2002 por los animadores belgas Stéphane Aubert y Vincent Patar dentro de su serie de televisión Panique au Village (Pánico en el pueblo).

Más que por la serie televisiva, Aubert y Patar alcanzaron fama mundial por el largometraje del mismo nombre, que en 2009 se convirtió en un bombazo inesperado dentro de la animación mundial. Al menos en la que no era Pixar, Disnay, Dreamworks y demás. Gran parte del impacto de esta película se debió a que tanto ella como la serie utilizaban un método de animación muy poco usual. Se trataba de animación fotograma a fotograma, cierto, pero en vez de construir los muñecos y animarlos con precisión y destreza, Aubert y Patar utilizaron figuritas prefabricadas de indios y vaqueros, de esas que se compran - o se compraban - a docenas en las tiendas de juguetes y chucherías por cuatro perras.

La broma, por tanto, consistía en que para conseguir animar esas figuritas, toscas por su precio, inmóviles por su pequeño tamaño, Aubert y Patar iban alternando las diferentes poses en que se fabricaban. Los indios y vaqueros parecían así levantarse y agacharse, correr y pararse, incluso reaccionar y actuar. Es un truco que enseguida podía haberse agotado, pero que resultaba efectivo por dos razones. Primero, porque el modo de animar simulaba intencionadamente la manera con que se jugaba con ellos de niños, recuerdo que estaba en la memoria de todos los espectadores de cierta edad.

Por otra y más importante, las historias que se narraban se caracterizaban por el mismo absurdo  delirante que es característico de la imaginación de los niños. Aunque las referencia a los indios y los vaqueros eran constante, apenas iban más allá de unos pocos manierismos y chanzas, sin que jamás se hiciese referencia alguna a algún transfondo histórico. Las aventuras de vaquero e indio eran, por diseño, alocadas y desenfrenadas, no ya por que personajes tan dispares se viesen obligados a compartir un mismo techo, sino porque la inteligencia y la madurez de ambos no llegaba a superar la de un alfiler, de manera que el incidente más nimio, como la tarta que da título al corto, podía provocar a consecuencias incalculables e incontrolables.

De hecho, la comedia no surgía tanto de las catástrofes que ambos descerebrados pudiesen llegar a producir, sino de su conflicto constante con el caballo que habitaba con ellos, única mente un poco más despejada y guardián constante de un mínimo de orden en el hogar común. Añádase a todo esto el buen criterio de buscar una comedia eminentemente visual - y no los chistes baratos de sit-com - y se tendrá una serie y una película que se hermanan con los productos más disparatados de la Warner. Aquellos de acción y resultados impredecibles, de comicidad delirante que ha acompañado a varias generaciones. 

Otra línea de concebir la animación, fuera de la belleza plástica y la seriedad astragante de los argumentos, que constituye una se esencias desde sus inicios. En apariencia tremendamente sencillo de conseguir, pero en realidad, sólo al alcance de los mejores.

No les entretengo más. Como siempre, les dejo aquí el corto. Disfrútenlo y ríanse a carcajadas, porque pocas veces el absurdo ha sido tan desenfrenado y al mismo tiempo tan bien hilado.


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