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jueves, 8 de diciembre de 2011

Normal People














Entre mis recuerdos de la niñez, allá en los años 70, se hallan dos series/personajes animados de origen italiano, Calimero e Il Signor Rossi, que no se me han despintado y han acabado por confundírseme en una misma imagen, ya que ambos venían a encarnar el tipo del personaje común con el que la vida nunca era generosa, sino que se comportaba siempre como una madrastra, negándole todo aquello a lo que aspiraba y deseaba, por pequeño que esto fuera, de lo cual el "Nadie me comprende" de Calimero era un lema que muchos podían subscribir. Y es que ese sentimiento, el de ser un pobre hombre sin futuro alguno, siempre expuesto a los golpes de la vida y a los caprichos de los poderosos, era algo que los españoles del franquismo y del tardofranquismo, aprendían desde su muy tierna infancia, y que halló su expresión popular en los personajes de la escuela Bruguera y del TBO, cuya supervivencia dependía de lo bien que supieran ejercer la picaresca y cuya personalidad era un acúmulo de frustraciones y taras.

Tiempos que creímos afortunadamente pasados, pero que parecen volver, esta vez por prescripción gubernativa.

Cuando mucho años después me topé con Calimero, debió ser en forma de refrito moderno de la serie original, porque la frase famosa había desaparecido, y el duro mundo que recordaba de la serie, se había transformado en el estereotipo del grupo de amigos que se quieren mucho, se separan por una nimiedad y luego vuelven a reunirse...o quizás es que mi recuerdo era en realidad un recreación de mi cerebro y la serie siempre había sido así, quien lo sabe, porque nunca es bueno reencontrarse con los mitos de la infancia, dada su tendencia a derrumbarse.

El caso es que cuando, muchos años más tarde, oí hablar de un animador italiano llamado Bruno Bozzetto, por su corto Cavalette, al rebuscar encontré que había sido el director de la magnífica Allegro non Troppo (cuyo nombre no conocía, pero sí sus imágenes, que enseguida reconocí) y a continuación descubrí que había sido la mente tras los dibujos de Il Signor Rossi, así que dicho y hecho, me pedí la colección completa, sin escarmentar por experiencias anteriores.

Lo primero que ví (que he estado viendo estos días) han sido los largos... y debo decir que los dos que llevo, Il Signor Rossi cerca la Felicita y I sogni de Mr Rossi me han decepcionado un  tanto. Es cierto que son bastante divertidos y que la animación tiene la calidad de Allegro non Troppo, con la que comparten cercanía cronológica, los añós 70, y parecido estilo en el diseño, como conviene a obras salidas de un mismo equipo,  pero los encontraba un tanto faltos de mordiente, un tanto amables, modificado y limado el personaje para que fuera aceptable para todos los públicos, en una evolución similar a la que sufrieron el Carpanta y los Zipi y Zape de Escobar, que poco a poco perdieron su cualidad de crítica social, aunque bastantes elementos aún lo recordaran.

He nombrado a escolar y el cambio que se produce en su obra a mediados de los 50 y sepan que el símil no está traído por los pelos, ya que en espera de ver el tercer largo, Le vacanze del Signor Rossi, me dediqué a ver los cortos, anteriores a los largos y creados en la década anterior, la de los 60. Pueden imaginarse mi sorpresa y mi alegría al encontrarme al personaje en estado puro, no sólo en su vertiente temática, ese señor Rossi al que la vida se complace en aplastar, sino también estético, con un Bozzetto que no duda en utilizar el estilo nuevo creado por la UPA y popularizado en europa por la escuela de Zagreb, que coquetea con la psicodelia de los animadores ingleses de esa època, representado por un Yellow Submarine en el que colaboraron John Williams y Bob Godfrey, o incluso, en el corto Un Oscar per il Signor Rossi, incluye una auténtica scratch movie en el corto, en el más puro estilo McLaren.

Pero esto no era todo, porque mi mayor sorpresa fue darme cuenta que si esos cortos se proyectasen ahora mismo, en horario infantil, no tardarían en recibirse llamadas airadas de padres ofendidos, debido a su carga de violencia, y es que, como pueden hacerse una idea por la capturas, el final las circunstancias llevaban al señor Rossi a una situación sin salida, que provocaba un auténtico derrumbe mental, tras el cual Rossi se entregaba a una orgía de muerte y destrucción, en el que lograba cumplida venganza de todos aquellos que le habían ofendido.

¿Y cómo nos dejaban ver nuestros padres esas cosas? se preguntarán, me pregunto. Pues porque los tiempos eran tan duros, la violencia y el dolor tan corrientes, que verla en la pantalla, convertida en comedia, constituía una experiencia liberadora, tan liberadora como ver a Rossi actuando como todos deseabamos pero ninguno nos atreveríamos jamás.

Pero ya basta de rollo. Así que para que disfruten, les pego aquí el corto

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