Entre las series de anime del otoño pasado, una de las pocas que destacaron entre el habitual tono mediocre dominado por el complejo Moe/Kawai, fue Kuragehime, o Princesa Medusa, por la fijación de uno de sus personajes principale, a la que pertenece la segunda de la capturas que encabezan esta entrada. Desgraciadamente, circunstancias varias con las que no voy a aburrirles me impidieron dedicarle una entrada.
De esa manera, esa serie se habría convertido en una de tantas series que no he podido comentar en su momento y se han perdido en mi olvido, junto con otras que sí he comentado, pero de las que no he podido dar una opinión más mesurada, que corrigiese mi apreciación inicial. Problemas, en fin, de un blog que intenta tocar demasiados temas y al final acaba por no profundizar en ninguno, causa segura de su falta de seguidores.
Lo curioso, y lo que ha motivado esta entrada retrospectiva, es que la serie que ha ocupado el lugar de Kuragehime en el espacio televisivo japonés Noitamina, Hourou Musuko, o El Hijo Errante, a la que pertenece la primera captura, tiene más que evidentes coincidencias temáticas con su antecesora. En concreto, que uno de los protagonistas se dedica a esa actividad que los anglosajones llaman crossdressing y nosotros travestismo.
Hay que señalar que, como en tantas otros rasgos culturales, la forma en que oriente y occidente enfocan ese fenómeno, al menos en su manifestaciones artísticas es completamente distinta. En occidente, el crossdressing aparece siempre fuertemente relacionado con la homosexualidad, siendo una actividad a la que ningún heterosexual sano se dedicaría, excepto en ocasiones muy especiales, y la forma en que se realiza parece destinada a conseguir una especia de Überfrau, en la que el hombre disfrazado sería más femenino que cualquier mujer existente.
Curiosamente, a pesar de que la sociedad japonesa siga siendo mucho más tradicional y pudorosa que la nuestra, su expresión cultura es diametralmente opuesta a la nuestra. Durante siglos, los actores de Kabuki, masculinos exclusivamente, han venido travistiéndose para representar a los personajes femeninos, siendo éstos papeles los que se consideraban la cima de su carrera, sin que esto supusiera ningún prejuicio sobre su sexualidad. Por otro lado, otra de las constantes en la sociedad japonesa ha sido la existencia, escasa y singula, todo hay que decirlo, de hombres que adoptaban la vestimenta femenina (el nombre que reciben se me escapa ahora), sin que esto supusiera ningún tipo de discriminación, sino que por el contrario se observasen con un cierto respeto religioso, como ésos locos tocados por la divinidad de las sociedades cazadoras/recolectoras.
Esta carácter de constante cultural ha provocado que el travestismo en la sociedad oriental, al menos hasta su hibridación y mestizaje con la occidental, no haya buscado ese aspecto de Überfrau, donde se resaltan hasta la exageración los rasgos esenciales femeninos, sino el de la mímesis y el camaleonismo, en el que el hombre disfrazado es capaz de mezclarse entre desconocidos sin que su identidad sea descubierto ni sospechada, como una mujer más, una hermana entre hermanas, aspecto que las dos series retratan a la perfección, pero al mismo tiempo manteniendo su identidad de partida, en una curiosa y personal rebelión contra los roles sexuales asumidos por la sociedad, que en el caso de Hourou Musuko, da un paso más allá, al introducir a un protagonista femenino que prefiere vestirse como hombre y hacer de la incipiente relación amorosa entre ambos crossdressers, al menos en lo visto en estos primeros capítulos (y si les interesa en Kuragehime la tensión amorosa se daba entre el crossdresser y la Unterfrau que da irónicamente título a la serie)
Ambas comedias y de enredos, cierto, por prestarse a ese juego de equivocaciones y malentendidos, al que curiosamente eran tan aficionados los clásicos desde los grecorromanos al mismísimo Shakespere, y que nosotros, tan preocupados por la apariencias, consideramos propio de cadenas televisivas de gran audiencia y pocas ambiciones, pero al mismo tiempo dotadas en ambos casos de una extraña humanidad y una percepción aguda de ese algo que constituye el fundamento de la amistad entre seres humanos.
Y para terminar, confesarles que todas estas diferencias en la vestimenta que suponemos esenciales para la definición y apreciación de nuestra identidad sexual siempre me han parecido bastante accesorias y banales. O por explicárselo de otra manera, nunca he llegado a entender porqué las mujeres ya pueden ponerse pantalones, mientras que nosotros no nos atrevemos a llevar falda.
Quizás porque la revolución sexual aún está por completar.
Hola
ResponderEliminarhace un tiempo que sigo este blog, creo que desde que me encontré con esto:
http://cinexilio.yuku.com/topic/3545/t/Serguei-s-favourite-anime-series-updating-.html
Como las series de esa lista que había visto me gustaron, fui viendo algunas de las otras, y como las que veía me iban gustando, empecé a ir apuntando las que nombrabas por el blog, siguiéndote he descubierto cosas que me han fascinado. Y siempre hay algo en las series que mencionas que las hace un poco diferentes, por las que merece la pena darles una oportunidad. Je, te he ido utilizando a veces como una especie de filtro entre todas las cosas que van saliendo.
El resto de temas del blog se me escapan un poco, pero me gusta leer todo lo que vas publicando, y de paso voy aprendiendo y descubriendo muchas cosas, como la lista de los 100 cortos de animación que vas subiendo últimamente, otra vez, gracias a ti, estoy descubriendo cosas desconocidas y geniales.
Gracias por el blog, siempre es un placer leerte.
(soy ese lector que aparecía conectado desde mallorca, quizá ahora salga desde vigo, cosas del proveedor de internet)
Se agradece la fidelidad y también que los lectores anónimos salgan de la obscuridad...
ResponderEliminarComo bien has notado, he intentado darle un toque personal a eso del anime, aunque soy consciente de que algunas obras se me han escurrido (y dado que no suelen ser las más famosas, enseguida se hacen difíciles de encontrar), mientras que otras como señalaba, no les he podido dedicar tiempo (una que se quedó sin comentar fue Trapeze, de hace dos años) o simplemente no he podido reevaluarlas.
Tampoco he querido hacer un blog especializado, más que nada porque no me gusta encasillarme, lo cual al final ocasiona más problemas que otra cosa, ya que es difícil encontrar el equilibrio justo entre los contenidos...
En fin, gracias, nuevamente